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Erradicación manual con proyectos productivos, única alternativa

No le falta razón al gobierno de los Estados Unidos al mostrar su inconformidad por el incremento de los cultivos ilícitos en Colombia.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
29 de junio de 2018

Las ayudas que anualmente aportan en dólares para esta labor desde hace más de 40 años, no se compadecen con los pobres resultados; sobre esto tenemos que ser claros: hay mucha improvisación de parte del gobierno y su equipo de colaboradores.

Se pone en duda que los recursos recibidos de los países aportantes se estén desviando para otros menesteres, lo que sería bastante grave y vergonzoso para nuestro país, que nos priven de tan vital ayuda para combatir los cultivos ilícitos, por culpa de los pillos y ladrones de cuello blanco, que se los están enmochilando.

El glifosato esparcido mediante el sistema de drones sobre los cultivos ilícitos no aminora en lo más mínimo los riesgos de catástrofes medioambientales y la salud de sus moradores. Los estudios técnico-científicos sobre este particular aún no se han hecho.

El gobierno no puede comprometer la salud de los colombianos y del medioambiente con medidas a la ligera, por salir de paso a una respuesta a los Estados Unidos que está a punto de llamarnos al orden para el rendimiento de cuentas sobre la utilización de los recursos que han aportado a programas de erradicación y sustitución de cultivos ilícitos.

Avergüenza que sea el propio ministro de Salud quien le esté echando la bendición a la fumigación con glifosato mediante la utilización de drones, aparatos que, si bien vuelan a baja altura, no quiere decir que los peligros medioambientales y de afectación para sus moradores se desvanezcan.

Decir que la fumigación de cultivos ilícitos utilizando drones para esparcir el glifosato sobre los cultivos de coca, aminora el riesgo de contaminación, es algo tan irresponsable y traído de los cabellos, que quienes se atreven a decirlo deberían hacer un curso primario de derechos humanos y medioambientales.

El gobierno que termina está más que enredado con el aumento desproporcionado de cultivos ilícitos, que en los últimos meses llegó a 209.000 hectáreas sembradas. La razón es muy sencilla: los proyectos productivos de sustitución en las zonas productoras de coca -con algunas pocas excepciones-, no se ven por ninguna parte; al pequeño y mediano cultivador de hoja de coca, no le cumplen con los programas de sustitución y por lo tanto regresa a las labores de antes.

urielos@telmex.net.co

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