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Jorge Enrique Vélez, columnista invitado

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Estamos mamados

La mayoría de los colombianos estamos “mamados” de un gobierno y su líder que, en cada uno de sus discursos, parece tener como estrategia profundizar la división. Y lo ha logrado de manera irresponsable.

Jorge Enrique Vélez
25 de septiembre de 2024

El título de esta columna puede sonar fuerte, pero la verdad es que cada vez más columnistas y colombianos han convertido esta expresión en algo cotidiano, especialmente en los últimos dos años, debido a la alarmante situación que vivimos en diversos ámbitos. La frase “estamos mamados” refleja el cansancio generalizado ante una serie de problemas que no encuentran solución, y lo más preocupante es que muchos de estos son el resultado de un gobierno que parece utilizar estas circunstancias como parte de su estrategia para desmantelar el país.

A esto se suma la falta de voluntad para encontrar soluciones. Estas problemáticas parecen gestionarse para beneficio propio y de sus seguidores, quienes se preocupan más por idolatrar a su líder que por buscar salidas a la grave crisis que enfrentamos. Esta exclamación no se refiere solo al agotamiento físico, sino que es una mezcla de frustración, hastío y resistencia frente a las dificultades diarias que llevan mucho tiempo sin resolverse.

La mayoría de los colombianos estamos “mamados” de un gobierno y su líder que, en cada uno de sus discursos, parece tener como estrategia profundizar la división. Y lo ha logrado de manera irresponsable: promoviendo la polarización, los insultos y las amenazas. Esto ha sido alimentado a cualquier costo, incluso al de la democracia, que hoy se encuentra gravemente debilitada como resultado del populismo de la cuestionada política del “progresismo del cambio”. Esta estrategia no es nueva, es una fórmula ya utilizada por los miembros del Foro de São Paulo, donde los ideales están por encima de fortalecer la democracia, como se ha visto en los gobiernos poco democráticos de Venezuela y Nicaragua, que hoy se encuentran consolidados. Sin embargo, algunos países están empezando a reaccionar por el cansancio de sus ciudadanos, como es el caso de Argentina, donde se busca recuperar los principios democráticos.

Los colombianos estamos “mamados”, y este sentimiento ya no es exclusivo de unos pocos, sino que se ha convertido en una sensación colectiva que trasciende el agotamiento físico. Es un grito de hartazgo frente a una serie de problemas interminables, muchos de ellos agravados o creados por el actual gobierno con fines políticos a corto, mediano y largo plazo.

Estamos mamados de la situación económica

Sin duda, este es el mayor motivo de agotamiento. Los colombianos nos enfrentamos a un gobierno cuyas políticas, enfocadas en subsidiar y beneficiar a sus aliados, están asfixiando a las empresas y a los generadores de empleo. Como consecuencia, muchos enfrentan grandes dificultades para cubrir sus necesidades diarias. La incertidumbre económica ha generado un estado de ansiedad permanente, cuyos efectos son ya evidentes para todos.

Estamos mamados de la inseguridad

El miedo a la inseguridad que hoy sentimos los colombianos se ha vuelto parte de la vida diaria en nuestras ciudades y municipios. Los relatos de robos, atracos, extorsiones y violencia son constantes, generando una profunda zozobra que afecta la calidad de vida de la mayoría. En las zonas rurales, la situación no es menos grave. La política de paz total del gobierno ha fracasado, y parece más una entrega total a los grupos al margen de la ley que, bajo el disfraz de guerrilleros, han logrado que nuestras fuerzas militares y de policía sean una víctima más de las políticas actuales. Estos grupos han debilitado la seguridad, y el Gobierno no parece tener una respuesta clara, como quedó en evidencia con los recientes ataques del ELN, a los cuales no se les ha dado una respuesta contundente. Durante los próximos dos años, seguiremos viendo cómo los delincuentes se benefician mientras las políticas de seguridad para los ciudadanos brillan por su ausencia.

Estamos mamados de la corrupción

Muchos de los que, por desconocimiento o por el populismo, fueron engañados y votaron por el actual gobierno, creyeron en la promesa de que la corrupción llegaría a su fin. Hoy, deben estar más cansados que aquellos que sabíamos que este gobierno tenía otras prioridades. Lejos de combatir la corrupción, el Gobierno parece haberla abrazado, satisfaciendo sus apetitos económicos a través de actos corruptos. Esto explica la necesidad de múltiples reformas tributarias, con el fin de obtener los recursos suficientes para seguir el ejemplo de funcionarios que se camuflan dentro de las instituciones. Los continuos escándalos de corrupción son noticia diaria, dejando en evidencia la gran contradicción de un gobierno que prometió cambio en todas las esferas del poder. Esto ha generado no solo un profundo agotamiento, sino también una total desconfianza en las instituciones.

Estamos mamados de las organizaciones políticas

Estamos hartos de muchos políticos y sus organizaciones, que ya no defienden las ideologías ni los principios que dieron origen a sus partidos. En lugar de eso, han optado por negociar con los intereses del gobierno, cuyo único objetivo es aferrarse al poder a cualquier costo. En esto, Gustavo Petro ha sido el artífice de la estrategia, donde, sin importar la tendencia política, solo se busca mantener el control, lo que ha sumido al país en una de las peores crisis políticas de su historia reciente. La prioridad parece ser mantenernos divididos mientras ellos permanecen unidos para desmantelar a las organizaciones políticas que representan la oposición. Lamentablemente, están logrando evitar la unidad necesaria para enfrentar los problemas que nos aquejan.

Estamos cansados del mal manejo en temas cruciales como las pensiones, la salud, la educación, las relaciones con Venezuela, y la sumisión ante un dictador que es aliado de los grupos al margen de la ley, que ahora forman parte de la paz total promovida por el Gobierno.

A pesar de este panorama, los colombianos no podemos perder la esperanza. Aunque “estamos mamados” de la situación actual, debemos trabajar en unir esfuerzos desde la oposición, ya sea de manera abierta, a pesar de los riesgos que eso conlleva, o de forma silenciosa, esperando las urnas de 2026. En esa elección, debemos llegar unidos con un candidato único que gane en la primera vuelta, y castigar a los partidos y políticos que fueron aliados del “gobierno del cambio”, el cual solo ha buscado destruir nuestra democracia y economía. El futuro del Congreso de la República debe reflejar ese descontento y ser una respuesta a quienes han traicionado al país.

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