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Tokio y el arte nacional

El pasado 10 de mayo la capital japonesa acogió el primer salón de arte Colombiano en casa del Instituto Cervantes.

Semana.Com
27 de mayo de 2016

Tokio es una ciudad que sabe lo que tiene y lo usa bien. Tan sexy como irreal, tan grande como local, tan expresiva como silenciosa. Tokio sin ser soberbia contiene la cultura en su ADN y a diferencia de todas las otras ciudades que conozco, no hay que buscarla porque ella te encuentra y te seduce con cada calle por amplia transitada o angosta y anónima, con cada rostro ajeno que aunque nunca te mire siempre te despierta curiosidad, con cada flor, que es dueña de su espacio y a la que nadie se va a atrever tocar. Por que así es, una ciudad que da libertad y responsabilidades a sus niños desde que son muy pequeños para que aprendan a valorar su entorno, a quererlo y a respetarlo sin negar nunca que hay excentricidades y realidades paralelas. Tokio es sórdida e ingenua, una mezcla muy femenina y por ende contradictoria y extremista pero sobre todo, es una ciudad que respira orgullosa a través de su cultura.

Como anfitriona es también espléndida, el pasado 10 de mayo 2016 acogió el primer salón de arte Colombiano en casa del Instituto Cervantes y con el apoyo de la embajada de Colombia. Una exposición  de 27 artistas que fueron elegidos por convocatoria pública y quienes reciben el beneficio de viajar a través de sus obras a tierra nipona. Un proyecto de emprendimiento cultural que venció muchos obstáculos para alcanzar su meta y que hoy se pavonea en anunciar sus segunda versión para 2017. Un resultado muy prometedor para el escenario plástico Colombiano, pero sobre todo una lección muy interesante sobre gestión cultural para ser aprendida. La ciudad te abre las puertas, pero es importante entender que esa sociedad tiene muchas virtudes extraordinarias, y la vara mas alta que nos plantea es el sentido del respeto por el otro.

Los 200 asistentes a la exposición atendieron de manera veraz a la inauguración apoyada por la Embajada de Colombia y Procolombia. Evideciaron una actitud interesada y respetuosa sobre los artistas presentes en la muestra y la calificaron con palabras cuidadosas.

No existe el engaño dentro del repertorio japonés,  la palabra tiene el poder de comunicar su esencia y no la interpretación maliciosa de las misma. Se respeta tu espacio, tu entorno y se actúa de la manera más cauta frente a tu presencia para guardar y proteger lo más preciado de tu momento. Se valora cada instante, cada respiro, cada pequeño gesto, pero no por esto sufren de pequeñez. Por el contrario es un pueblo que piensa y siente en grande, una sociedad cuyo sentido de la proporción trasciende de lo privado a lo público, por que en la satisfacción colectiva radica también el placer personal.

Esto conduce de manera inmediata a la valoración de la justa medida de las cosas.  Como cuando se sube a la torre de Tokio a ver la ciudad desde las alturas, a entender la estructura urbana, a dejarse seducir por su supremacía. Entonces estas arriba frente a una majestuosa ciudad y tus ojos se posan sobre las grandes estructuras, muy viriles, fuertes e imponentes y mientras recorres sus contornos con tu mirada se atraviesa frente a ti la delicadeza de un templo o un cementerio en la mitad de un pequeño jardín. Tan cuidadoso, dulce y femenino, que comprime al instante la escala de tu mirada, focalizando tu atención en los detalles al interior, por que así funciona la justa medida de las cosas, en saber entender que en la vida el contorno y el interior guardan una relación que no es visible pero que hace que los pensamientos tengan sentido, que consigan escenarios en equilibrio.

Este sentido de la proporción justa fue el premio mayor que recibieron los 27 artistas que participaron de este salón y fue gracias a su confianza que este periplo puede contar la historia no como un pasado si no como una aventura por venir.

Tokio, respira en tu cuello mostrándote silenciosamente cual es la decisión adecuada. Más que una diva, es una fuerza vital, un amasijo de aventuras y experiencias que te elevan el espíritu y te aclaran que el escenario para la vida es aquel donde el respeto y la seducción conviven en la misma isla. Y eso quedó evidenciado en la actitud de los japoneses en la exhibición de la muestra de arte colombiano en su país.

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