Opinión
Eyyyy, ¡pare!... ¡pare!, que nos vamos a matar
Hago un llamado a todos los pasajeros para que muy ¡UNIDOS! … óigase bien, muy ¡UNIDOS!… sigamos dándolo todo por nuestra amada Nación. Jamás encontráremos otro mejor destino que el nuestro… ¡Colombia!
Sí, colombianos, de muchacho mis amigos me contaban de esta frase; la cual era expresada segundos o minutos antes de volcarse o estrellarse un vehículo, y después del accidente todos se rasgaban las vestiduras, se agarraban fuerte la cabeza, gritando toda clase de improperios frente al espectáculo dantesco de muertos y heridos. Y, quien conducía el vehículo, que en todas las ocasiones NO era de quien lo conducía.
Dios permita que esto NO nos esté pasando a nosotros en nuestra nación, que a quien algunos votantes del pueblo colombiano “seleccionaron” como el conductor “elegido” haga caso OMISO de todo lo que sus pasajeros le están diciendo de diferentes formas.
Por lo anterior, debo recordarles a los colombianos que, en DEMOCRACIA, el “elegido” es solo el vehículo y el verdadero conductor es EL PUEBLO. En este orden de ideas, TODOS los que nos consideramos ciudadanos colombianos estamos en la obligación moral y constitucional de pronunciarnos debidamente y alzar nuestra voz al unísono, para hacerle entender a quien le prestamos el vehículo, que modere la velocidad, que deje la imprudencia, que no se crea dueño del bus y que escuche con cuidado a sus pasajeros, porque ellos sí son los verdaderos conductores y propietarios del vehículo.
Así pues, les expreso a los honorables congresistas, a los honorables y respetados jueces y magistrados, que son ustedes igual de importantes, para evitar todo tipo de accidentes en el recorrido de este gran vehículo; bautizado como República de Colombia.
De la misma manera, hago un llamado a todos los pasajeros para que muy ¡UNIDOS! … óigase bien, muy ¡UNIDOS!… sigamos dándolo todo por nuestra amada Nación, pedirles, que ninguno de nosotros abandone el vehículo en el que nos hemos movido por un poco más dos siglos y, peor aún, que estemos distraídos mirando otros destinos para pedir la parada y abandonar lo que por herencia nos pertenece; porque jamás encontráremos otro mejor destino, que el nuestro… ¡Colombia!
La Sociedad Civil está constituida por diversos componentes, tales como instituciones cívicas y sociales, y organizaciones que dan forma a la fundación de una sociedad funcional. Esa sociedad en la que nacimos y hemos crecido con nuestros abuelos, padres, hermanos, esposas, hijos y amigos de toda una vida.
Confiemos plenamente en lo que somos, una verdadera ¡REPÚBLICA!, y NO una republiqueta; como una vez lo exprese en una de mis anteriores columnas de opinión publicada en este mismo medio de comunicación. Me permitiré recordarles por medio de la siguiente pregunta, cómo está configurado, o mejor, compuesto, nuestro Estado nación.
¿Cómo está compuesta la estructura del Estado colombiano?
“Colombia es un estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, con autonomía en sus entidades territoriales, Colombia tiene un sistema político republicano, democrático y representativo en la cual existe una clara división de poderes que son el ejecutivo, el legislativo y judicial.” Basado en lo anterior NO se puede romper bajo ningún precepto este concepto de estructura del Estado.
Así como también Colombia cuenta con unas Fuerzas Militares, y su deber está consagrado en nuestra Constitución, sí, la carta magna de los colombianos; la cual reza en su art. 217 así:
Artículo 217. La Nación tendrá para su defensa unas Fuerzas Militares permanentes constituidas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional. La Ley determinará el sistema de reemplazos en las Fuerzas Militares, así como los ascensos, derechos y obligaciones de sus miembros y el régimen especial de carrera, prestacional y disciplinario, que les es propio.
Hoy quiero expresarle a todos los soldados de nuestras Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, en particular a los hombres y mujeres del glorioso Ejército Nacional, que como excomandante de esta institución amada por los colombianos; les expreso toda mi solidaridad, aprecio y respeto. La gran mayoría de los colombianos seguimos muy atentos a todo lo que les acontece en estos momentos aciagos; donde siguen ofrendando la vida militares y policías por errores y equivocaciones injustificadas de quienes hoy tienen el privilegio y la GRAN RESPONSABILIDAD de regir los destinos de nuestra nación al más alto nivel; sí, el nivel ESTRATÉGICO; el cual es indelegable cuando se está físicamente como conductor de ese vehículo al cual bauticé en esta columna como la República de Colombia.
Por todo lo anterior, queridos colombianos; hoy, como soldado, General de la República (RA) y, especialmente, como ciudadano, estoy en la obligación moral, institucional y constitucional de escribir estas líneas de reflexión y, de esta manera, motivarlos, exhortarlos y ¡ANIMARLOS!, a decirle a la persona con más responsabilidades en nuestro País, que ¡Pare! … que ¡Pare! … Y reflexione sobre la manera en la que va conduciendo este vehículo tan amado para todos los colombianos y que se concentre en el cargo que hoy ejerce, porque solo será por el tiempo que la misma Constitución lo ordena y demanda.