OPINIÓN

Factores claves para la planeación y prospectiva de las universidades latinoamericanas

Vale la pena mencionar como un común denominador la recomendación de realizar un ejercicio de prospectiva democrático con la participación de egresados, docentes, colaboradores, investigadores, aliados estratégicos y estudiantes como protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje.

8 de abril de 2022

Desde nuestro UR Global Center de la Universidad del Rosario consultamos a expertos internacionales sobre los desafíos que necesariamente deben estar incluidos en la agenda de las instituciones de educación superior (IES) y, por tanto, en su respectivo ejercicio de planeación y prospectiva institucional.

Frente a esto, vale la pena mencionar como un común denominador la recomendación de realizar un ejercicio de prospectiva democrático con la participación de egresados, docentes, colaboradores, investigadores, aliados estratégicos y estudiantes, como protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje. Así, con sus aportes, se podrá construir y que puedan “expresar sus inquietudes en una conversación constante, en una conferencia de consenso con el grupo humano enriquecedor y la inteligencia colectiva de la universidad”, como recomienda Ricardo Rivero, rector de la Universidad de Salamanca.

Innovación permanente es una recomendación de Jordi Díaz, decano de EADA Business School en Barcelona. Para él, innovar es una “oportunidad de replantear la forma en que operamos las universidades” en los procesos de enseñanza, investigación y extensión, además de permitir observar la realidad de una forma diferente. En este sentido, mediante la innovación se podrá buscar resultados concretos considerando siempre como faro el reconocimiento, el respeto y la defensa de la identidad, los valores y la historia de cada institución de educación superior. En la Universidad del Rosario esto lo llamamos Nova et Vetera: siempre antiguo, siempre nuevo.

Educación personalizada, considerando a todos los miembros de la comunidad como personas con su dimensión académica, cultural, espiritual, física, entre otras. Aunque parece obvia esta afirmación, el crecimiento de las IES, la estandarización de los procesos y la infoxicación, podrían hacer perder la misión de formar proyectos de vida de los jóvenes universitarios. Me impresionó profundamente la afirmación de Rafael Bisquerra, doctor en ciencias de la educación y presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar, quien propone que es fundamental “el desarrollo de competencias emocionales para mejorar la convivencia, el rendimiento y el bienestar” de los estudiantes.

Construcción de una mejor sociedad a través del debate, la reflexión sobre los grandes desafíos y con un compromiso real con la comunidad mediante proyectos estratégicos articulados con la realidad del país y, muy especialmente, con cada una de sus regiones. Sobre esto, Sebastián Nieto, jefe de la Unidad de América Latina y el Caribe en el Centro de Desarrollo de la Ocde recomienda reforzar “las acciones con los actores locales para entender cuáles son las demandas y cómo la universidad puede posicionarse en un entorno donde la inclusión es cada vez más importante”. Sin duda, es fundamental que la comunidad universitaria comprenda y sienta las necesidades de los habitantes del país, para así, aprovechando sus diferentes áreas de conocimiento, “mostrar respeto, generosidad y cuidado por los otros”, como plantea Javiera Visedo, directora directora de Engagement para Latinoamérica de Education New Zealand.

Compromiso con el medio ambiente de parte de las universidades. “No podemos darle la espalda al planeta”, como plantea la directora ejecutiva de Fulbright en Colombia, Diana Basto. Por esta razón, se debe institucionalizar el compromiso ambiental universitario, siendo ecológicamente sanos en el manejo de residuos, agua y energía, entre otros. En este sentido, toma mayor importancia la existencia de una estrategia para incorporar la dimensión ambiental en la comunidad universitaria, especialmente en sus procesos de enseñanza, investigación y extensión, acorde con la agenda internacional y nacional para enfrentar la crisis ambiental.

Transformación digital, mediante la aplicación de tecnología para maximizar las competencias de los jóvenes en su proceso de enseñanza y aprendizaje. Para Mariana Maggio, directora de programas académicos para Microsoft Latinoamérica, “debemos pensar en una universidad inclusiva, que genere propuestas y retenga a los estudiantes mediante experiencias profundas de construcción de conocimiento, colaboración y co-creación en las que se encarnen las habilidades del siglo XXI”.

Sin duda, este proceso empieza por el uso y la apropiación de las tecnologías de parte de la comunidad universitaria con el desarrollo de competencias digitales y espacios de reflexión para dar un sentido pedagógico a su incorporación en el acto educativo. Esta no es una opción, es el único camino y replantea la forma de actuar de las universidades, aumentando a la vez su potencial de servicio en la formación de proyectos de vida de los jóvenes y permite que las IES respondan de manera más ágil a los cambios en el entorno.

Por esto, Kathy Pugh, vicepresidenta de Servicios Educativos de Edex, invita a “usar las tecnologías para generar transformaciones de la educación y descubrir nuevas formas de enseñar y aprender”. Asimismo, Liliana Tonitto, gerente de Customer Success de Acreditta, afirma que “la transformación digital traerá una mejor experiencia de aprendizaje enfocada en las necesidades y permitirá ampliar las fronteras de la educación”.

Internacionalización para todos es un elemento crucial en la planeación. Se debe propender por que la comunidad, en especial los estudiantes, desarrollen competencias de ciudadanía global. Así mismo, en línea con el objetivo de internacionalización para todos, se deben desarrollar estrategias que permitan a la comunidad vivir experiencias internacionales que no estén limitadas por la movilidad física. Según, Reinhard Babel, director de la Oficina Regional del DAAD en Bogotá para Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, la recomendación es “identificar grupos que hasta el momento no participan en la internacionalización y buscar proyectos para apoyarlos”. La experiencia durante los dos últimos años con la virtualidad, con estrategias como el intercambio virtual y COIL (Collaborative Online International Learning) es, sin duda, un gran aliado para este propósito.

Equidad de género. Las universidades deben generar espacios de equidad, inclusión y reconocimiento a la diversidad de género, acompañados por la generación de una cultura institucional que reconozca la diversidad y genere espacios seguros y libres de cualquier forma de violencia y discriminación. Por esta razón, es necesario construir un protocolo de prevención y atención a casos de violencia basada en género y discriminación. Así mismo, se debe reconocer cómo la diversidad enriquece el cumplimiento de la misión de la universidad para construir una sociedad más justa e incluyente y “mantener la equidad de género como tema transversal en el plan de desarrollo”, como recomienda Martin Sjögren, jefe adjunto de la Embajada de Suecia en Colombia.

Innovación pedagógica, permitiendo la renovación del proceso de enseñanza y aprendizaje en las universidades y generando pasión por un aprendizaje cercano a la vida cotidiana de los estudiantes, con medios y escenarios pertinentes para el proyecto pedagógico de cada una de las unidades académicas. De esta manera, y con la generosidad y entrega del cuerpo docente, se favorece la formación de estudiantes que disfruten de una cultura de la interpretación y descubran los significados de la vida. Ivan Jorrín, profesor de Investigación Educativa de la Universidad Estatal de Kennesaw, recomienda la investigación en innovación educativa “para descubrir nuevas iniciativas que permitan responder a las demandas formativas en estos tiempos de infoxicación y posverdad”.

Ahora bien, los desafíos enunciados representan una oportunidad extraordinaria para el liderazgo universitario y, por supuesto, para la organización de la agenda de los próximos años. Esto, siempre con flexibilidad, como menciona Juan Carlos Mejía, director para América Latina de QS, quien recomienda “tomar decisiones ágiles para adaptarse a un mundo volátil, impredecible, cambiante y ambiguo”, en que la incertidumbre se convirtió en una constante para el ejercicio de prospectiva. A esto agregaría simplemente que lo más importante para la planeación y prospectiva estratégica debe ser aprender a escuchar qué piensan, sienten y quieren los jóvenes, para que sean ellos quienes guíen el futuro de la institución.

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