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El ministro, la esposa, el cuñado…

Es válido preguntar por la presencia de familiares suyos en el gobierno. Él, su esposa la consejera presidencial y ahora su cuñado son sujetos al escrutinio público que el periodismo debe ejercer.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
1 de diciembre de 2018

Un cuñado del ministro Alberto Carrasquilla fue nombrado hace unas semanas en un alto cargo de dirección en una entidad adscrita al Ministerio de Hacienda. La esposa del ministro, Clara Parra Beltrán, también ocupa una importante posición en el gobierno: ella es la alta consejera presidencial para la Competitividad y el Sector Privado. El hermano menor de la señora consejera presidencial, Andrés Parra Beltrán, es desde hace unos días el subgerente de Estructuración del Fondo Adaptación, institución adscrita al ministerio que regenta su cuñado.

El Fondo de Adaptación –una entidad que no conoce mucha gente– maneja recursos enormes. Ha ejecutado un presupuesto de más de 7 billones de pesos y este año recibirá más de 700.000 millones. Entre sus actividades hay algunas afines a la vida anterior del doctor Carrasquilla: el fondo ha ejecutado obras de acueducto y alcantarillado en 151 municipios de Colombia.

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Quizás algunos recordarán el tema de los bonos de agua y cómo el ministro Carrasquilla ha reconocido que una empresa suya recibió ingresos de al menos 8.000 millones de pesos por los trabajos de estructuración de los bonos de agua, que empobrecieron a 117 municipios de Colombia con altas tasas de interés y contratos ventajosos para los prestamistas.

Esa empresa se llamaba Konfigura y en los papeles mercantiles figuran como miembros de su junta directiva tanto el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, como su esposa, la consejera presidencial Clara Parra.

El señor ministro respondió con disgusto cuando me atreví a preguntarle qué pensaba del nombramiento de su cuñado como subgerente de Estructuración del billonario Fondo de Adaptación.

“Me enfurecería tal cosa si se tratara de un regalo ajeno a los méritos”, empieza diciendo el ministro Carrasquilla. El tema no es ese. El señor Andrés Parra puede tener todos los méritos profesionales, pero no es ético que sea nombrado en un cargo directivo en una institución satélite del ministerio de su cuñado.

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El ministro continúa diciendo que hace unos años su cuñado ya había trabajado en la entidad: “Andrés, mi estimado cuñado, ya había trabajado antes en el Fondo Adaptación”. La diferencia es que en esa época, cuando Parra ocupó un cargo de menor jerarquía y responsabilidad, el ministro de Hacienda no era Carrasquilla.

Sostiene el ministro que no tuvo nada que ver con la decisión del gerente del fondo de nombrar a su cuñado: “Édgar, conociendo sus méritos, le pidió que se fuera para el fondo a trabajar con él y ahí está, para bien de este país, desde comienzos de noviembre. Por supuesto que yo nada tuve que ver con su nombramiento”.

Es válido preguntar por la presencia de familiares suyos en el gobierno. Él, su esposa la consejera presidencial y ahora su cuñado son sujetos al escrutinio público que el periodismo debe ejercer.

Carrasquilla olvida mencionar que, de acuerdo con las normas, él mismo hace parte del consejo directivo de la entidad. Es decir, tiene autoridad sobre Édgar Ortiz, el jefe inmediato y nominador de su cuñado.

El ministro concluye: “Lo invito a que me muestre un profesional que reúna las condiciones que hoy día se necesitan para servirle al país: 1) preparación académica y experiencia en el campo respectivo; 2) paciencia para aguantar las andanadas del periodismo ‘investigativo’ que, con tal de facturar alguito, está dispuesto a acabarle la carrera al que sea”.

El señor ministro se equivoca. Es válido preguntar por la presencia de familiares suyos en el gobierno. Él, su esposa la consejera presidencial y ahora su cuñado son sujetos al escrutinio público que el periodismo debe ejercer. Responder de esa manera no lo hace mejor funcionario, ni mejor persona.

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P. S.: El debate en el Congreso al fiscal general terminó sin respuestas satisfactorias de Néstor Humberto Martínez y con atropellos de la mesa directiva a los citantes que no pudieron replicar, ni concluir.

Estoy de acuerdo con quienes piensan que el video de Gustavo Petro fue una calculada maniobra de distracción. No obstante, las explicaciones integrales siguen siendo necesarias. No ha ayudado a hacer claridad la decisión de Petro de entregar sus argumentos por Twitter, a cuentagotas, e incurriendo en contradicciones.

De verdad, espero que pueda aclarar el tema.

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