OpiNión
Fiscal Barbosa: ¿Está en campaña presidencial?
Su actitud en los últimos tiempos abona el camino para que ahora llegue una fiscal de la orilla contraria y la otra parte del país lo justifique.
Francisco Barbosa será precandidato presidencial, o eso sugieren sus pasos. Pero debería frenar sus ímpetus porque no es presentable que un fiscal general anticipe su campaña electoral cuando aún sigue en el búnker.
Entre sus recientes declaraciones de evidente matiz político, la más desafortunada fue la referida a los Juegos Panamericanos. “Si fueran los panamericanos del crimen, habrían girado rápidamente” es más propia de un opositor que de la cabeza de una institución clave para el país, que tendría que ser neutral en todos los aspectos.
Los permanentes encontronazos entre el presidente, que se llegó a creer dueño de la Fiscalía, y Barbosa han acrecentado la creencia generalizada de que pareciera imposible contar con un órgano judicial sin sesgos políticos.
No digo que Barbosa no tuviese razón en criticar con contundencia las intenciones del jefe de Estado de atropellar sin miramientos el orden jurídico para acomodarlo a sus deseos. Pero empezó a perderla cuando pasó de defender con firmeza los principios del Derecho y la Constitución a lanzar dardos contra Petro por cuestiones ajenas a la Fiscalía o usando un tono retador impropio de su alto cargo.
Y eso que Barbosa actúa por su cuenta, no responde a Duque ni a nadie. Y suyo será el error de saltar a la arena política. Un ex fiscal general puede servirle mejor a Colombia desde la academia y como una voz potente y solvente de la Rama Judicial, que intentando llegar a Casa Nariño.
Siempre dijeron que Néstor Humberto Martínez tenía la misma aspiración, pero su tortuoso paso por la Fiscalía, después de ser ministro de Juan Manuel Santos, sepultó su incipiente carrera política y dañó a la institución.
Tampoco ayudó a dar imagen de Fiscalía imparcial la figura de Eduardo Montealegre. Preso de un enfermizo antiuribismo, que todavía no supera y que legó a su amigo y sucesor, Jorge Perdomo, sus intervenciones radicales abonan la teoría de que la Fiscalía colombiana funciona según la personalidad e ideología de quien la dirija.
Volviendo a Barbosa, si uno analiza su gestión, encuentra más resultados positivos que negativos en la lucha contra el crimen de toda especie. Pero volverse popular entre una parte de la sociedad, sobre todo la antipetrista, no justifica convertirse en vocero de su descontento y utilizar la plataforma oficial para opinar sin medida, olvidado que representa a un organismo donde cabe todo el país, no solo la derecha.
Además de que su actitud en los últimos tiempos abona el camino para que ahora llegue una fiscal de la orilla contraria y la otra parte del país lo justifique alegando que el turno ahora es de ellos.
El mismo Gustavo Petro dejó entrever que la mujer que resulte elegida favorecerá a los suyos. No solo por el marcado perfil izquierdista de la terna, sino por la fecha en que la reveló –2 de agosto–, preciso al día siguiente de que su hijo acordara colaborar con la Fiscalía de Barbosa. Una manera de transmitirle que tendrá alguien de su cuerda para ayudarlo a salir ileso del trance.
Lo cierto es que cualquiera de las tres que escoja la Corte Suprema entrará condicionada tanto por su propia hoja de vida como por el talante político que adoptó el todavía fiscal general.
De ahí que la extrema izquierda petrista deje señales de que aguarda impaciente, con ansias de venganza, el arribo de una sucesora que solo tenga ojos para machacar a todo lo que huela a derecha, empezando por el propio Barbosa.
El debate sobre la nueva fiscal se produce, además, en un momento caliente por el empeño del Gobierno Petro de rescribir la historia, blanquear los crímenes del M-19 y otros grupos guerrilleros, y debilitar el Estado de derecho y su división de poderes.
En esa labor, Ángela María Buitrago puede desempeñar un papel esencial. Activista antes que fiscal, sería la opción más disfuncional de las tres por su absoluta falta de credibilidad entre un amplio sector de la sociedad.
En uno de sus casos sonados, el de Plazas Vega, hizo lo imposible para que condenaran al coronel por los desaparecidos del Palacio de Justicia. Al final perdió la batalla y aún no digiere que la Corte Suprema terminara por absolverlo tras pasar ocho años injustamente preso.
Luz Adriana Camargo es ficha del ministro de Defensa y ya hemos conocido las ansias del exmagistrado tanto en socavar la fortaleza y el prestigio de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional como en levantar órdenes de captura a criminales, pretensión que impidió Barbosa varias veces.
También Amelia Pérez es cercana a Iván Velázquez. Y no es casual que sus casos más destacados sean las masacres de El Aro, a la que quieren vincular sí o sí a Uribe, y otras atrocidades cometidas por paramilitares. Sin ignorar su controvertido trabajo en la investigación por el cruento atentado de El Nogal. Dos meses después del bombazo, aún secundaba la hipótesis de que no existían pruebas contundentes que señalaran a las Farc.
Es evidente que le toca a Casa Nariño. Gana con cara y gana con sello.