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Isabel Cristina Jaramillo

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Gobernar con las mayorías para proteger a las minorías

No soy ciudadana de los Estados Unidos y hace tiempo entiendo bien que no es un modelo a seguir en muchos aspectos. Pero soy optimista frente al cambio que Biden representa.

Isabel Cristina Jaramillo
29 de enero de 2021

El pasado miércoles 20 de enero, tomó posesión como Presidente de los Estados Unidos Joseph Biden. A mi esposo y a mí se nos aguaron los ojos. Muchas cosas nos conmovieron: que Biden hubiera integrado a la ceremonia a algunos de sus contrincantes en la consulta demócrata, que tuviera tantas mujeres, que hubiera lectura de poesías y cantos étnicos por mujeres latinas y afroamericanas, todo parecía intencionadamente señalar que gobernaría sin miedo y a favor de las muchas minorías, que, en realidad, conforman las mayorías de su país. Aunque Biden era definitivamente el candidato más conservador de la consulta demócrata, como ferviente católico mucho tiempo estuvo en contra de la despenalización del aborto, defendió públicamente a senadores racistas por ser “a pesar de todo” muy eficientes en su trabajo, y no se ha cansado de decir que lo que busca ante todo es la reconciliación y la unión, sus acciones desde el momento de la elección están lejos de ser las de cualquier político de centro. Más que reflejar sus ideas, estas acciones parecen finalmente reflejar las de todos los que hicieron incansables esfuerzos por cambiar la realidad política tóxica que vivió los Estados Unidos en los últimos cuatro años.

El 2016 fue un año difícil en muchos sentidos. Uno de los golpes más duros, sin embargo, fue la elección de Donald Trump el 10 de noviembre de ese año. A pesar de que Hilary Clinton obtuvo ochocientos mil votos más que Trump, es decir, representaba a la mayoría de la población, no fue elegida porque no ganó los votos del colegio electoral necesarios para ser Presidente de los Estados Unidos. Los que no le habíamos puesto demasiada atención a esta figura del colegio electoral, pues se suponía que en las elecciones la mayoría de los votos de la población se traducían en una votación similar en este cuerpo, aprendimos rápidamente el verdadero impacto de este mecanismo de elección indirecta. Un candidato oscuro, sin trayectoria política, con poca inteligencia y mucho descaro, especialmente en su trato a las mujeres, terminaba gobernando a los Estados Unidos por una estrategia finamente tejida, mucha publicidad engañosa y explotando la desconfianza que todavía la mayoría de la población siente hacia las mujeres. Era tan pobre opositor que a veces hasta parecía una estrategia de los Clinton para lograr poner una mujer en el poder. Un país en el que se juzgó al Presidente por intentar seducir a una de sus practicantes, ahora elegía como Presidente a otro que abiertamente admitía que le gustaba el sexo brusco y que tocar las partes íntimas de las mujeres sin su permiso era algo que podía hacer. Trump no solo fue elegido con pocos votos, sino que gobernó decidido a destrozar reformas incrementales que se encaminaban a proteger a las minorías: sus nombramientos reflejaron total desprecio por las agendas de protección ambiental e instalaron lógicas corporativas en espacios de desarrollo social. Derogó todas las directivas presidenciales que existían para proteger a migrantes y minorías sexuales.

Biden prácticamente ha calcado la estrategia, pero al revés. Ha privilegiado a burócratas con largas trayectorias, conocimiento técnico y respeto en sus sectores. Ha nombrado a mujeres en cargos en los que nunca estuvieron: en la dirección de Seguridad Nacional y en la oficina del Tesoro. Hace tres días revocó los decretos a través de los cuales Trump había excluido a las personas trans del ejército de los Estados Unidos. Como explica el mismo decreto expedido por Biden, en 2016 un informe detallado de las fuerzas armadas de ese país había determinado que la identidad de género de una persona no afecta su capacidad para servir en las fuerzas armadas y no genera indisciplina ni desunión en las tropas. Esta posición fue refrendada en 2018, por parte de los comandantes del ejército, del cuerpo élite, de la armada y de la fuerza aérea, así como por un grupo de médicos expertos que trabajaron con presidentes demócratas y republicanos. A pesar de estas opiniones expertas, ponderadas, “de centro”, Trump había derogado el decreto que protegía a las personas trans frente a la discriminación en las fuerzas armadas. Priorizar este tema en la primera semana de gobierno definitivamente expresa un talante: las posiciones de las mayorías, expresadas en el conocimiento acumulado por personas que han dedicado largos años de servicio a comprender los temas, serán tenidas en cuenta para trabajar en el largo camino hacia la igualdad que los Estados Unidos tiene por delante.

No soy ciudadana de los Estados Unidos y hace tiempo entiendo bien que no es un modelo a seguir en muchos aspectos. Sin embargo, también tengo claro que los vaivenes de su política influyen profundamente las posibilidades de acción en nuestro país y nuestra región. Cuando algo funciona bien allá, podemos ser optimistas frente a lo que nos estará permitido hacer a nosotros y lo que va a resultar favorecido. Biden habló de unidad en su país, pero también hablo de acabar con los supremacistas blancos y con la desigualdad racial en su país. Esperemos que más pronto que tarde eso ayude aquí también a diseñar estrategias para frenar la violencia que resulta de la militarización de los territorios con poblaciones racializadas. Frente a Colombia Biden ha insistido en que, al contrario del gobierno actual, él es un creyente del proceso de paz con las FARC. Necesitamos que esto se pueda traducir en acciones para reducir el estigma de quienes se desmovilizaron y se han mantenido leales al proceso, y para que el acuerdo de paz y las reformas legales que lo acompañaron no se queden como letra muerta. Biden ha privilegiado a quienes con sus resultados y su probidad tienen el respecto de sus pares. Es urgente que aquí también podamos recuperar la confianza en quienes toman las decisiones. Biden no le ha tenido miedo a ponerse del lado de la opinión pública de su país, y de las mayorías, para proteger a las minorías sexuales y las mujeres. Ojalá nosotros logremos reducir las violencias y aumentar la diversidad.

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