Opinión
Golpe blando o golpe petrista
Recordemos las acciones emprendidas por Hugo Chávez, expresidente de Venezuela, quien empleó una variedad de estrategias políticas y sociales para consolidar su proyecto de gobierno.
La retórica del “golpe blando” se ha convertido en una amenaza constante en el discurso diario, pintando a los colombianos y a las instituciones no alineadas con el presidente Gustavo Petro como potenciales derrocadores del poder. Esta narrativa se ha utilizado repetidamente en sus discursos populistas y extravagantes, especialmente dirigidos a sus seguidores en reuniones cerradas, dada la disminuida capacidad de convocatoria que enfrenta. Este enfoque sigue dividiendo al país entre los partidarios de Petro y el resto de los colombianos, fomentando enfrentamientos que, en ocasiones, desembocan en violencia.
Algunos comparan al presidente con el difunto Hugo Chávez, sugiriendo que está siguiendo la estrategia del “golpe blando” para victimizarse y eventualmente socavar la democracia, siguiendo los pasos de su aliado y amigo Chávez. Esta afirmación no es infundada, especialmente si se consideran las alianzas pasadas y presentes del presidente, muchas de las cuales han sido con grupos terroristas involucrados en la estrategia de paz total, como Antonio García, del ELN, e Iván Márquez, de las disidencias, que han encontrado cabida en la controvertida constituyente. Esto nos lleva a cuestionar si estamos encaminándonos hacia la pérdida definitiva de nuestra democracia a manos de un presidente que sigue los pasos de Venezuela.
Recordemos las acciones emprendidas por Hugo Chávez, expresidente de Venezuela, quien empleó una variedad de estrategias políticas y sociales para consolidar su proyecto de gobierno, muchas de las cuales son similares a las del presidente Petro, cuyo objetivo principal parece ser la división del país. Algunas de estas estrategias se están observando actualmente en Colombia:
- Fomento de la polarización como táctica política. Chávez solía retratar el conflicto político como una lucha entre los “oligarcas” y el “pueblo”, una narrativa similar a la que Gustavo Petro está promoviendo actualmente, lo que está generando divisiones y confrontaciones políticas en Colombia. Petro utiliza sus medios de comunicación y sus seguidores para promover una narrativa de victimización que busca deslegitimar a sus opositores, intensificando así las divisiones entre los colombianos.
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- Implementación de programas y reformas en áreas como salud, educación y tierras, dirigidos a los sectores más desfavorecidos, lo que alimenta el populismo y excluye a quienes no apoyan su gobierno. No sorprende que esta estrategia sea similar a la empleada por Chávez en Venezuela y que también esté siendo aplicada por el presidente de Colombia.
- Chávez llevó a cabo una serie de reformas adicionales que no son una coincidencia, como se discutió recientemente cuando Carlos Ramón González, amigo y excompañero de Petro en el M-19 y actual director de la Agencia Nacional de Inteligencia del Estado, reveló un texto sobre la reforma para consolidar el poder de la inteligencia de todas las fuerzas en la institución que lidera. Aunque el presidente Petro ha intentado minimizar el impacto de esta decisión, es evidente que en cualquier momento podría seguir un camino similar al de Chávez al implantar leyes de inteligencia y contrainteligencia que otorguen amplias facultades para el control de la información y la supervisión de la sociedad civil.
Todas estas medidas y estrategias llevaron a Chávez a provocar una crisis institucional que le permitió, a través de un referéndum popular, aprobar una nueva constitución. Esto –efectivamente– centralizó el poder en la Presidencia, permitiendo la reelección presidencial y estableciendo nuevas estructuras como el poder ciudadano y popular, además de tomar control del poder electoral. La similitud en la estrategia y el discurso es notable, ya que el presidente Gustavo Petro parece seguir la misma línea al proponer una constituyente del pueblo en Colombia, buscando cambios similares en la estructura gubernamental y una mayor concentración de poder.
Es esencial comprender cómo interpretar y usar el término “golpe blando”, que en mi opinión más bien se asemeja a un “golpe petrista”. Esta táctica parece buscar victimizarse, y es necesario recalcarlo para que quede claro que, con sus acciones, está socavando los otros dos poderes del Estado: el legislativo y el judicial. Lo más preocupante es que las instituciones ejecutivas, como las fuerzas militares y policiales, están notablemente debilitadas.
Además, después de la victoria de la oposición en las elecciones regionales, el gobierno ha implementado una estrategia para debilitar a los gobernadores y alcaldes que no están alineados con su causa, y lamentablemente está teniendo éxito, especialmente en áreas de seguridad y transferencias de fondos del gobierno central.
Este proceso ha llevado a que sus principales aliados, todos ellos pertenecientes a grupos terroristas, se conviertan en un apoyo fundamental para su propuesta de constituyente popular. Utilizando el famoso discurso de la paz total, han adquirido un poder absoluto en las regiones donde están presentes y en los nuevos territorios que están ocupando estratégicamente.
En su mayoría, estos territorios son gobernados por sus opositores, lo que sugiere que están cosechando los frutos de negociaciones de paz encaminadas a debilitar la actual Constitución y llevarnos hacia una nueva constituyente del pueblo, un proceso que el presidente Petro defiende hábilmente.
Esta estrategia parece haber sido planificada durante muchos años entre Chávez, Maduro, el presidente Petro y las organizaciones terroristas como las Farc y el ELN, que encontraron refugio en Venezuela hasta el 7 de agosto de 2022, cuando comenzó este nuevo periodo presidencial.
Los colombianos sólo tenemos una opción, y es unirnos todos aquellos a quienes el gobierno considera opositores, dejando de lado los intereses particulares, ya sean de partidos políticos, organizaciones empresariales o sociales. Debemos hacer valer nuestra actual Constitución y nuestra democracia, cueste lo que cueste. Presidente Petro, no se equivoque: lo único que no tenemos los colombianos es miedo ni de usted ni de sus aliados. ¡Viva Colombia!