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Jorge Enrique Vélez, columnista invitado

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Golpe de Estado o autogolpes de gobiernos de izquierda

El resultado de lo ocurrido en Bolivia les dio a los débiles presidentes de izquierda en América Latina la certeza de que estos autogolpes de Estado les pueden servir para protegerse en sus frágiles gobiernos.

Jorge Enrique Vélez
3 de julio de 2024

Lo ocurrido la semana pasada en Bolivia parecía la grabación de una película con un guion previamente planificado por la izquierda latinoamericana, con los protagonistas totalmente definidos. Es difícil creer que un comandante de las fuerzas militares, el hoy destituido general Núñez, acompañado de un reducido número de soldados, ejecutara un golpe de Estado.

Primero, derribaron las puertas para entrar al Palacio de Gobierno y, una vez adentro, el jefe de Estado y la mayoría de sus ministros salieron a recibirlos e increparon al general por su decisión de tumbar un gobierno constitucional.

Acto seguido, sin ningún tipo de resistencia, el general golpista se retiró y dio una breve declaración totalmente incoherente sobre las razones del golpe militar, argumentando que ya había acordado con el presidente que no ocurriría. Coincidentemente, los tres militares de la nueva cúpula ya estaban dentro de la casa de gobierno y fueron investidos en sus nuevas funciones.

Mientras tanto, el actor principal de esta película fue supuestamente detenido junto con su segundo por intento de golpe militar, después de denunciar que se trataba de un autogolpe previamente acordado debido a la debilidad del gobierno y su presidente. Hasta aquí se cumplió el guion del capítulo Bolivia.

Miremos el contexto de lo que sigue en el guion que pasará en Sudamérica en los próximos meses, lo que me lleva a pensar que este golpe de Estado en Bolivia fue un autogolpe y una estrategia de la izquierda que en esta región del mundo ha venido perdiendo mucha fortaleza y credibilidad.

A menos de un mes de las elecciones en Venezuela, salvo un hecho delincuencial por parte del gobierno actual de robarse las elecciones, el gobierno bolivariano de Chávez y Maduro llegará a su fin. A esto se suma la probable llegada del expresidente Trump al gobierno de los Estados Unidos a finales de año.

Los gobiernos aliados y miembros del Foro de São Paulo, ante un nuevo escenario político, enfrentarán situaciones muy difíciles en las relaciones con el Gobierno estadounidense y los demás países del continente americano. Este cambio afectará a los presidentes de Brasil, Colombia, Nicaragua, México, Bolivia y otros, ya que su estrategia en el Foro de São Paulo podría llegar a su fin.

Pero volvamos al guion del golpe de Estado en Bolivia. Es claro y contundente que esta es toda una estrategia para medir la reacción de la región ante un golpe de Estado (autogolpe). Recuerden que las primeras reacciones de solidaridad con el presidente Alves de Bolivia provinieron de los gobiernos de izquierda en el continente, entre ellos nuestro presidente Gustavo Petro.

El resultado de lo ocurrido en Bolivia les dio a los débiles presidentes de izquierda en América Latina la certeza de que estos autogolpes de Estado les pueden servir para protegerse en sus frágiles gobiernos, donde han debilitado a sus fuerzas militares para que actúen como tontos útiles cuando sea necesario repetir el guion de Bolivia.

Seguramente, el guion continuará en las elecciones de Venezuela el próximo 28 de julio. Si las elecciones son transparentes, el gobierno de Maduro llegará a su fin. Aquí es que sus aliados del Foro de São Paulo buscarán proteger al dictador, probablemente siguiendo la estrategia de los golpes de Estado como en Bolivia. Se espera que Maduro, con el respaldo de sus fuerzas militares lideradas por el general Padrino, planifique un autogolpe si pierde las elecciones y el nuevo gobierno no garantiza inmunidad judicial y protección personal.

Entre la pérdida de las elecciones y la posesión del nuevo gobierno, la oposición, liderada por González y Machado, podría enfrentar un autogolpe en Venezuela, implantando un gobierno de facto encabezado por el general Padrino, posiblemente bajo la sombra de Diosdado Cabello. Esto forzaría una negociación en la que se exigiría amnistía total para Maduro y sus aliados. Si no se les garantiza esta amnistía, no entregarían el poder al gobierno legítimamente elegido por el pueblo venezolano.

Esta presión estaría respaldada por los países aliados de Maduro y sus gobernantes, como España, Colombia, Cuba, Brasil, Nicaragua, Bolivia y México, que actuarían como garantes de la negociación con los militares golpistas. El objetivo sería restablecer la democracia y permitir la posesión de González como presidente constitucional de la República Bolivariana, asegurando garantías de amnistía judicial y protección para Maduro y sus aliados, ya sea en Venezuela o en cualquiera de los países amigos del régimen. Además, se protegerían sus grandes patrimonios acumulados durante más de 20 años de gobierno.

Pero lo que sí deben tener muy claro Bolivia y seguramente Venezuela es que esta estrategia, aunque pueda darles resultados temporales, tendrá consecuencias graves a mediano y largo plazo para cualquier democracia. Un “autogolpe de Estado” es una acción en la que un gobierno o líder en el poder, en lugar de ceder el control tras perder las elecciones, asume poderes extraordinarios y disuelve instituciones democráticas para mantener su mando.

En el caso específico de Nicolás Maduro, quien está muy consciente del contexto político, social y económico que se vive actualmente en Venezuela, sabe que un autogolpe tras perder las elecciones del 28 de julio le generará consecuencias como:

  1. Estrategia de control: Maduro podría considerar un autogolpe como la única manera de mantenerse en el poder y llegar a un acuerdo con el gobierno electo. Si no se logra una negociación de transición del poder, podría tomar medidas drásticas como disolver el parlamento e instaurar un gobierno aún más autoritario con el apoyo de los militares, quienes han sido sus aliados.
  2. Alianzas con las Fuerzas Armadas: en los últimos meses, Maduro ha reforzado sus alianzas con las fuerzas armadas, cruciales para establecer un autogolpe. Si tiene el apoyo total de los militares sin generar fracturas internas, podría evitar una confrontación interna peligrosa y el fracaso del autogolpe.
  3. Pérdida de legitimidad: perder las elecciones y luego perpetrar un autogolpe podría hacer que Maduro pierda aún más legitimidad, un aspecto crucial que ha sostenido su régimen basado en la percepción de elecciones legítimas durante los últimos 20 años. Aunque Maduro podría mantener el poder a corto plazo mediante un autogolpe, la sostenibilidad a largo plazo es imposible. Utilizaría este tiempo para arreglar su situación judicial y la de sus aliados antes de entregar el poder.

Para la estabilidad y el bienestar del país, un autogolpe solo agravaría la situación, socavando aún más las instituciones democráticas y perpetuando la crisis en Venezuela.

Por eso, el famoso guion del golpe de Estado en Bolivia o autogolpe fue la puerta de entrada o el laboratorio para uno que podría ocurrir en Venezuela si Maduro pierde las elecciones, como parece que va a suceder, o en cualquier país de América gobernado por miembros del Foro de São Paulo.

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