Opinión
Grupos de choque o ejércitos particulares
En ocasiones gobernantes, discretamente van organizando beligerantes “grupos de choque”, a los que consideran su verdadero apoyo y que están listos a actuar en “paz o en emergencia” obedeciendo a una voz de mando por encima incluso de las fuerzas armadas. Complicado y riesgoso.
Siempre se había pensado que utilizar grupos de matones, para apoyar a un gobierno o respaldar sus propuestas, sólo se daba en las dictaduras o en regímenes autoritarios y represivos. Sin embargo, entre los hechos de enero de 2021 cuando Trump empujó en Washington a unas turbas para asaltar el capitolio y desconocer el triunfo de Biden en las elecciones y, por otra parte, el asalto de las hordas de simpatizantes del Jair Bolsonaro en enero de 2023 a las sedes de los tres poderes en Brasilia para tratar de impedir el ascenso de Lula da Silva a la presidencia, no hay mucha diferencia.
En nuestro continente, han existido en varios otros países “grupos de choque”.
En República Dominicana, durante la época del Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, se creó una policía secreta especial que tenía como misión la represión política, la organización de manifestaciones de apoyo a la gestión de la dictadura, así como la tortura y el asesinato de los opositores. Entre tanto su vecino, François Duvalier, presidente “vitalicio” de Haití con los matones armados llamados “Tontons Macoutes”, mandaba a ejecutar a diestra y siniestra a sus adversarios, sin fórmula de juicio.
Sin ir tan lejos, en Colombia el 6 de septiembre de 1952, grupos de vándalos incendiaron las instalaciones de los diarios El Tiempo y de El Espectador y más tarde las residencias de los dirigentes liberales Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo. Ni la policía ni los bomberos “llegaron a tiempo” para prevenir los saqueos ni para apagar las llamas, no obstante que los desórdenes tardaron varias horas. Nunca se supo quién fue la cabeza de los desmanes, que estuvieron cuidadosamente coordinados.
Tendencias
En Panamá durante la nefasta época del general Noriega, los que actuaban como “fuerzas de choque” en apoyo al régimen eran los denominados “Batallones de la Dignidad”, matones vestidos de civil, que golpeaban y torturaban a los opositores, con el apoyo tácito de la Guardia Nacional. Siempre había un pretexto: “la defensa de la soberanía” o “la preservación de los derechos del pueblo”.
En Cuba, las recientes manifestaciones contra el régimen por la crítica situación económica y social en que se encuentra el país, fueron reprimidas por grupos de civiles armados. Ni la policía ni el ejército tomaron parte en esas “operaciones”, ya que están totalmente marginados y politizados. Los “Comités de Defensa de la Revolución” son los que ejercen el control político en el país.
En Venezuela los que han asumido esas funciones son los llamados “colectivos”, grupos de civiles que atacan torturan e intimidan a los contrarios al régimen. Las Fuerzas Armadas están en las mismas condiciones que en Cuba, ya que han contado por años con la asesoría de militares cubanos.
En Nicaragua los esbirros de Ortega vestidos de civil y armados de garrotes son los que, con apoyo de la policía, reprimen a los opositores políticos, al clero, a la prensa contraria y a los estudiantes, que son acusados de conspiradores.
En ocasiones gobernantes, discretamente van organizando beligerantes “grupos de choque”, a los que consideran su verdadero apoyo y que están listos a actuar en “paz o en emergencia” obedeciendo a una voz de mando por encima incluso de las fuerzas armadas. Complicado y riesgoso.
(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario