Marc Eichmann.

Opinión

Gustavo Petro, ni del pueblo ni por el pueblo

Demostrar que Petro no representa el pueblo y que su vocabulario es verborrea de campaña, es muy sencillo.

Marc Eichmann
25 de marzo de 2025

“La consulta da poder al pueblo, pongo el gobierno en manos del pueblo, nada detendrá al pueblo, cuando el pueblo lucha por sus derechos, un país no es un casino, es un pueblo”. Todas estas expresiones hacen parte de los trinos de Gustavo Petro escritos la semana pasada. En todos ellos, el presidente implica que sus acciones son en favor del pueblo, que sus políticas, independientemente de cuáles sean, son las que benefician al pueblo, como si él fuera un mesías emanado del cielo. Nada más falso y pedante; la posición del presidente refleja, primero, que él visualiza un pueblo que piensa de manera uniforme alineado a él y, segundo, que él es el ser de luz que interpreta sus necesidades.

Paralelamente, afirmar que sus acciones son las que exige el pueblo, cuando tiene menos de un tercio de popularidad en el país, es una gran falacia. Sus reformas han sido negadas legítima, repetitivamente y de acuerdo con la constitución por el Legislativo, sin la mermelada que su gobierno ha aplicado para hacer pasar los pocos actos legislativos que ha logrado hacer aprobar. Los congresistas que han rechazado sus reformas tienen una representatividad popular, por lo menos, diez veces superior a la de aquellos que salieron a marchar con la ayuda de la billetera presidencial el 18 de marzo.

Demostrar que Petro no representa al pueblo y que su vocabulario es verborrea de campaña es muy sencillo. Las políticas de Gustavo Petro han sido un tormento para el pueblo. Eliminó múltiples subsidios a los colombianos más vulnerables, los de los estudiantes y los de vivienda para los estratos 1 y 2, subió desproporcionadamente el precio de la gasolina, el gas, los peajes y los alimentos supuestamente no saludables como las pastas, los cereales, los jugos y las carnes frías. Multiplicó significativamente las quejas del sistema de salud, y el Estado bajo su tutela no les paga a las empresas de energía, ni a los hospitales ni a los proveedores de medicamentos.

En contraposición, no ha tenido talanquera para beneficiar a sus políticos cercanos, incrementando casi un 60 % el personal por contrato empleado por el gobierno. Los escándalos de corrupción públicos dan fe de cómo el erario está siendo repartido entre la clase política tradicional, como el de UNGRD y el de la hidroeléctrica de Urrá, entre muchísimos otros; Petro no ha beneficiado al pueblo.

Pero si sus acciones no fueran suficientes para delatar cómo le da la espalda al pueblo, su historia personal sí. Petro, a diferencia de la mayoría de los colombianos, cursó estudios en la Facultad de Economía en la Universidad Externado de Colombia. Luego cursó una especialización en Administración Pública e inició una maestría en economía en la Universidad Javeriana, que interrumpió porque empezó a lucrarse del Estado al ser trasladado por Ernesto Samper a la Embajada colombiana en Bélgica, donde cursó otra especialización. Es de felicitar que nuestro presidente haya hecho un esfuerzo en educarse, pero claramente su trayectoria se parece más a la de un gomelo de élite que a la de un representante del pueblo.

Posteriormente, de 1998 a 2010, fue congresista con unos ingresos alrededor de 30 veces superiores a los de un colombiano promedio, para después ser alcalde de Bogotá. Acumuló un patrimonio suficiente para tener un portafolio de bienes de finca raíz que tiene tanta afinidad con el pueblo como sus zapatos y su cinturón Ferragamo de 4 y 3 millones de pesos, respectivamente. Nada de esto es popular.

Por último, Gustavo Petro está casado con Verónica Alcocer, descendiente de una familia de élite reconocida por ser terrateniente importante en el Magdalena Medio y en el departamento de Sucre. La contraposición por excelencia a lo que vive el pueblo colombiano día a día. ¿Con este prontuario, podrían ustedes decirme qué tiene Gustavo Petro de pueblo, además de su discurso político?

Noticias relacionadas