OPINIÓN
Votar por lo correcto
Ante tanta incertidumbre lo más coherente es votar por uno de los dos candidatos que más podría estar en condiciones de hacer la transición de la guerra hacia la consolidación de la paz. Y creo que el que más estaría cerca de ese objetivo sería Gustavo Petro.
Voté en la primera vuelta por Sergio Fajardo, convencida de que era el candidato más preparado para manejar el posconflicto, pero en la segunda vuelta no lo voy a seguir en su cruzada por el voto en blanco. Y aunque soy consciente de que corro el riesgo de que los fajardistas me expulsen de su olimpo y me descasten de por vida, he decidido que mi voto esta vez va a ser por Gustavo Petro.
El palo no está para cucharas y no se puede votar en blanco cuando el país está ante tantas incertidumbres: no sabemos si el próximo presidente va a seguir el proceso de implementación de los acuerdos, ni qué va a suceder con todos los programas de desarrollo que desde las regiones se vienen adelantando por parte de las comunidades que tienen puestas sus esperanzas en esas nuevas realidades; miles de exguerrilleros esperan en sus casas o en sus campamentos la llegada del nuevo gobierno para ver si el proceso de reincorporación social que dejó a mitad de camino este gobierno encuentra un camino fácil; tampoco se sabe a ciencia cierta si el próximo gobierno va a fortalecer la JEP –que es la espina dorsal del acuerdo de paz– o si la va socavar; muchos colombianos nos preguntamos si los cambios a los acuerdos que ha planteado el candidato del Centro Democrático, Iván Duque, son en realidad modificaciones que no alteran sustancialmente lo acordado.
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Pero sobre todo: no sabemos si el próximo presidente va a cambiar la cultura política que nos dejó la guerra o si por el contrario va a hacer todo lo posible por mantener los parámetros excluyentes que nos impuso el conflicto. Hay medio país que no quiere volver a la guerra, pero hay otro que le tiene sin cuidado ese tema y que está más preocupado por elegir al presidente que sea capaz de impedir la llegada del castrochavismo.
Ante tanta incertidumbre lo más coherente es votar por uno de los dos candidatos que más podría estar en condiciones de hacer la transición de la guerra hacia la consolidación de la paz. Y creo que el que más estaría cerca de ese objetivo sería Gustavo Petro. Duque ha dicho que no va a volver trizas los acuerdos, pero en sus discursos es evidente que comparte la tesis de Álvaro Uribe quien sostiene que en el país no hay conflicto. Y un candidato que cree en esa premisa falsa difícilmente va a entender la importancia de llevar a buen puerto el acuerdo de paz.
Escuche a María Jimena Duzán leer su columna:
¿Que hay cosas que me disgustan de la personalidad de Petro?... es cierto. ¿Que no sabe armar equipos de gobierno porque tiene una manera autoritaria de administrar?... eso es también cierto.
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Sin embargo, Petro, a pesar de sus defectos, ha sabido interpretar en sus discursos y en su campaña los deseos de cambio de un nuevo país que se está despertando después de 50 años de guerra. Y a diferencia de mi amigo Darío Arizmendi quien considera a Petro como una especie de anticristo al que hay que atajar a toda costa, yo creo que el exalcalde representa a una izquierda moderna que puede llenar el vacío que dejó el extinto Partido Liberal cuyo ideario de centroizquierda se quedó sin dueño.
Votaré por Petro así no me dejen entrar al Club Campestre de Medellín.
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