Opinión
¿Hablar o quedarse callado?
El ser joven, revolucionario, soñador y darle frente al debate nos lleva a generar acciones que resuenan en los pasillos de la Casa de Nariño.
Al tener en cuenta el tránsito de funciones que se dio de la Consejería Presidencial para la Juventud al Ministerio de la Igualdad y Equidad de Género mediante el Decreto 1075, duramos alrededor de ocho meses sin una entidad que respondiese al ciento por ciento por el Sistema Nacional de Juventud, pues las funciones de la Consejería se encontraban en transición y el Viceministerio estaba recibiendo poco a poco, con empalmes, las acciones que había realizado la Consejería hasta entonces. Estos hechos dieron lugar a situaciones complejas que generaron inconformidades y falta de garantías, fruto de la falta de previsión del Gobierno nacional.
Es por ello que, en el marco de la sesión conjunta con el presidente Gustavo Petro y el Subsistema de Participación Juvenil el pasado miércoles 15 de mayo en la ciudad de Bogotá, se sentaron diferentes posturas luego del discurso generalizado y comparativo del jefe de Estado frente a las dinámicas históricas de la juventud, olvidando dar respuesta a las necesidades, problemáticas y soluciones planteadas por los jóvenes. Justo en el momento que el mandatario terminaba su intervención, se evidenciaba por parte de los asistentes que por temas de tiempo en su agenda él procedía a retirarse del espacio, lo que contrastaba con el objetivo inicial: se debía dar un consejo de gobierno entre el presidente, ministros y el Consejo Nacional de Juventudes, como lo establece la ley estatutaria de juventud. Por esta razón, los jóvenes no querían que saliera del recinto sin atender de manera concreta y contundente las propuestas planteadas por ellos.
Con base en los hechos ocurridos el 15 de diciembre de 2023, frente a la convocatoria de este mismo espacio en el que la Consejería Presidencial para la Juventud agendó la sesión conjunta con el presidente y sus ministros, que resultó sin éxito, en esa ocasión tuvimos que salir a las calles a protestar porque el presidente nos dejó plantados. Nos enteramos ese día de que se reunió con jóvenes palestinos y no con nosotros. Fruto de esa protesta, el viceministro Gareth, de la Juventud, llamó a la vicepresidenta Francia Márquez y se confirmó que la exconsejera presidencial Gabriela Posso en ningún momento había agendado dicho espacio con el presidente y su gabinete, y el viceministro vía telefónica se comprometió a que él le daría cumplimiento al espacio y se dio hasta este año.
Finalmente, llegó el miércoles 15 de mayo, cuando cortaron la transmisión que se hacía del espacio en el teatro Delia Zapata Olivella por parte de Presidencia. Allí nuestra compañera, con valentía y berraquera, como decimos los santandereanos, se tomó el micrófono, rompió el protocolo y le mencionó al mandatario que habíamos venido de muchos lugares remotos del país y que nuestro objetivo era obtener una respuesta a todas esas problemáticas identificadas en cada mesa de trabajo del Subsistema Nacional de Juventud. Enunciamos cada problemática para que las evaluara y emitiera una solución, propuesta o compromiso frente a cada tema: la asamblea nacional de juventudes, la reforma al Estatuto de Ciudadanía Juvenil, los incentivos para el Subsistema de Participación Juvenil, prevenir la violencia de derechos humanos y obtener la garantía de vida para líderes juveniles, programa de Jóvenes en Paz y la puesta en marcha de las próximas elecciones de los Consejos de Juventud.
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A partir de este momento, se generó una ola de intervenciones, mencionando más necesidades que también deseaban ser atendidas desde varios sectores de la población joven. En ese momento me levanté y tomé la palabra para darle contexto de lo que significaba el espacio y la necesidad de respetar el Estatuto de Ciudadanía Juvenil. Le expresé que era necesario mayor diligencia en el trabajo de los funcionarios del Viceministerio, porque en los diferentes escenarios y espacios no tenemos repuestas contundentes a estos temas, solo mencionan que se encuentran en el tránsito de las funciones heredadas de la consejería presidencial, y procedí a decir que no podemos caer en discursos populistas. Al finalizar las intervenciones, el presidente tomó la palabra y dijo que no son discursos populistas, mencionó que no representaba a la mayoría de la juventud, porque según su discurso “somos jóvenes de partidos, ricos, viejos y no jóvenes populares”.
Después de todo, los medios de comunicación generaron noticias como “El joven que le cantó la tabla al presidente”, el mismo que hoy escribe esta columna como joven, activista, estudiante y consejero de juventud en Colombia, que sienta una postura clara y contundente, con las exigencias que la ley establece y los derechos que esta nos concede. Antes de ingresar al espacio, vi una de las vallas publicitarias en el camino que decía: “La objetividad es la esencia de una opinión enfocada a mostrar la realidad que vivimos”, un mensaje claro que resonó en mi mente y que me llevó a no quedarme callado con el descontento generado.
A fin de cuentas, el ser joven, revolucionario, soñador y darle frente al debate nos lleva a generar acciones que resuenan en los pasillos de la Casa de Nariño.
* Consejero de Juventud de Santander
Esta columna de opinión no compromete la posición editorial de SEMANA.