OPINIÓN
Hablemos de progreso
El presidente Duque tiene a su alcance la posibilidad de pasar al recuerdo como el presidente que modificó la infraestructura en Colombia, así como el gran impulsor de la reestructuración normativa y regulatoria en Colombia.
Hablemos de progreso, hablemos de los nuevos retos que en materia de infraestructura, normatividad y regulación se requieren a toda costa, para lograr ubicar a Colombia en el lugar que merece estar, no podemos seguir relegados a la anécdotas y datos curiosos, que parecen sacados de películas de comedia y no de estadísticas oficiales.
Es fútil comparar o traer a colación las experiencias exitosas en otros lugares del mundo, lugares en donde se conectaron a través de puentes sobre el océano diferentes países, el Eurotunel que une a la estación de Waterloo en Londres con la Gare du Nord en París y que se construyó en menos de una década, no, nuestra realidad es abismalmente diferente, estamos en un país donde las cosas funcionan de manera diferente, de una forma única, como aquel coliseo que previo a inauguración, los obreros notificaron al contratista que habían dejado una aplanadora en su interior, un lugar donde los puentes antes de entregarse y sin que nunca hubieren sido transitados colapsan, nuestro contexto es diferente, tal vez una de las obras civiles de mayor magnitud en el país durante los últimos años, fue la doble calzada Bogotá-Girardot, que de hecho, no alcanza a llegar al mentado municipio, sino hasta la variante al Espinal, sin embargo, tardó más de diez años en entregarse, claro, una obra de enormes desafíos geográficos y físicos, pero hablar de un trazo de 112 kilómetros no es hablar de un logro destacable, ahora bien, que la obra estuvo enmarcada por circunstancias de corrupción, el coletazo judicial del Grupo Nule y las demás circunstancias negativas, no eximen a que esta, la carretera más importante del interior del país, haya quedado corta, hoy en día no da abasto, los que debemos transitar esta vía con regularidad conocemos los habituales trancones previos a cada peaje, duramos diez años construyendo una obra que ameritaba realmente tres o cuatro carriles por calzada.
En el mismo sentido, sin sonar como un crítico quejoso, me temo que el tan anhelado túnel de La Línea, que sin duda es una obra titánica de ingeniería, se quedará corto y será insuficiente ante las reales necesidades de movilidad en esta zona, pero lo que más duele es que dicha obra tuvo unos costos adicionales, que efectivamente parecen sacados de una de esas películas de Dago García.
Es momento de saber leer las necesidades en materia de desplazamiento y movilidad, especialmente con un país volcado a toda una serie de tratados internacionales que precisamente lo que requieren es que la cotidianidad se ajuste a las expresas necesidades que cada sector reclama, hablar de TLC sin infraestructura será siempre insólito, el Gobierno ha de apostar a una dinámica que permita afianzar sectores aparentemente irreconciliables como es el ecológico con el de infraestructura, es necesario pensar que nuestro país reclama la construcción urgente de un nuevo puerto en la costa pacífica, y que su construcción no sea sinónimo de destrucción, sino que permita precisamente proteger la riqueza y biodiversidad que hay en la región, es momento para que nuestro país tenga una terminal marítima de primer nivel conectada con el interior mediante modernas vías que le den la tranquilidad a los inversionistas y empresarios internacionales de mirar con real interés hacia nuestro país, es fundamental pensar en que en Colombia debe haber un cambio drástico, es imperativo que gestionemos un sistema de pagos digitales y en línea para los peajes, que logremos construir vías que después de su inauguración resuelvan y que por el contrario no generen más problemas. Bogotá no puede seguir sumida en el caos y desastre que significa ingresar o salir de ella, una ciudad con más de 8 millones de habitantes, que concentra el 25,6 por ciento del PIB, esté sometida a solo tres vías de acceso, es inconcebible que una urbe de esta envergadura tenga que sortear el tráfico de miles de carros, camiones, furgones y buses por la entrada de Soacha, la calle 80 o la autopista norte, pero incluso lo que resulta más paradójico es que la ciudad más importante del país no cuente con una vía periférica que la circunde o que al menos permita atravesarla de un extremo al otro, rápidamente o en lo posible sin un trancón, pues hoy, los bogotanos debemos sumar a nuestro trayecto final dos o dos horas y media del periplo que es la salida de Bogotá.
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Llegó el momento de hacer una verdadera revolución en materia de infraestructura que permita la consecución no solo de obras de primer nivel para sortear las monumentales deficiencias y dificultades que hoy nos aquejan, sino que mediante esta iniciativa se logre la consolidación de millones de nuevos empleos y que estas obras permitan mitigar el inconmensurable daño que la pandemia trajo a nuestro país, este tipo de iniciativa lograría impulsar la economía en estos difíciles momentos.
Ahora bien, los desafíos no solo se materializan en el déficit de infraestructura civil, Colombia requiere con urgencia un revolcón normativo y regulatorio que nos permita ponernos al día con la cambiante y dinámica legislación internacional, en especial, estas nuevas exigencias en materia tecnología de la información que tanto se extrañan en Colombia, para nadie es un secreto que la velocidad con la que se mueve el conglomerado social es más vertiginosa que el trasegar del derecho, por ello la ley y normatividad ha de adecuarse a las nacientes necesidades que el desarrollo social le imprime. Hace unos días tuve la oportunidad de asistir al foro virtual de apertura del Capítulo Colombia del World Compliance Assosiation, evento que contó con invitados y panelistas de primer orden, sin embargo, nos queda el sinsabor que el presidente de la república al referirse a la materia habló del máximo logro normativo en nuestro contexto y para ello hizo alarde de la Ley 2013 de 2019, que obligó a altos funcionarios del Estado a publicar su información patrimonial y rentas en el Sistema de Información y Gestión del Empleo Público - SIGEP, así como el registro de conflictos de interés, la declaración del impuesto sobre la renta y complementarios, así como los aportes de elección, ley que consideramos básica, pero que a toda luz dista de ser una nueva o revolucionaria medida en materia de cumplimento, máxime cuando incluso los panelistas de esta reunión se centraron en temas de tal magnitud como la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Urge que en nuestro país se legisle sobre temas que articulen el desarrollo tecnológico con las necesidades de la gente, es hora de hablar en Colombia sin tapujos normativos, ni regulación timorata, de criptomonedas, de apuestas deportivas en línea, de recaudo de dinero electrónico, en fin, es necesario adecuar nuestra normatividad a una que sea amigable con los emprendimientos, con las nuevas tendencias, no una prohibitiva y restrictiva fruto de esa legislación heredera del caos del narcotráfico, que nos tornó en un sistema legal prohibicionista para todo, incluso para las iniciativas más básicas de todas, o preguntemos a Uber cómo ha sido su experiencia en Colombia.
El presidente tiene la trascendental tarea de no defraudar a los millones de votantes, cerca de 11 millones de colombianos que depositaron su confianza en él, es momento para que demuestre que esas anécdotas que rayan con la comedia sean cosa del pasado, basta con ver el viaducto que se construyó en tan solo 18 meses en la entrada de Ibagué, una obra digna de cualquier país desarrollado, es momento para que el presidente Duque tome las riendas y muestre su liderazgo, pues el tiempo es inmisericorde, y los dos años que hoy parecen un largo trecho por recorrer para el final de su periodo, se agotaran inexcusablemente a una velocidad que solo él podrá administrar.