OPINIÓN
Hablemos del centro
En un año, los colombianos elegiremos nuevo presidente y así mismo, se elegirá la nueva composición del legislativo, con esperanza surgen expresiones de centro que lejos del lenguaje de la polarización pretenden tender puentes a fin de buscar reivindicar a los sectores menos favorecidos de nuestro país, el centro puede volverse un importante elemento en estos difíciles momentos.
En 365 días estaremos ante dos certámenes electorales que cambiarán el mapa político de nuestro país, sin duda unos comicios que modificarán el estatus político que quedó planteado en 2018, en el próximo mes de marzo de 2022, se van a llevar a cabo las consultas partidistas para la elección de candidatos presidenciales, de estas saldrá el nombre de quien, a partir del 7 de agosto, reemplazará a Iván Duque y será el encargado de dirigir las riendas de Colombia hasta 2026. Por el otro lado, las elecciones parlamentarias, que definirán la estructura del legislativo, donde desde ya suenan vientos de renovación, pues son muchos los curtidos senadores y representantes que previamente anunciaron su renuencia de aspirar, sumado a ellos, incuestionables figuras como Álvaro Uribe Vélez y Gustavo Petro Urrego, no volverán al parlamento, por lo cual es apenas claro que el legislativo entra en una etapa de renovación que podrá oxigenar esta institución que requiere cuanto antes reivindicar la confianza con los ciudadano de a pie, que desde hace años perdieron por completo la cercanía y admiración por este cuerpo. Es menester elegir un congreso fresco, ajeno a las viejas prácticas, que de una vez por todas legisle sobre asuntos cardinales en la vida actual colombiana, es obligatorio que nuestro congreso establezca un régimen de responsabilidad penal empresarial, asunto que ha hecho tránsito en casi todos los países de Hispanoamérica sin que en nuestro país se haya profundizado, así mismo, tal y como hemos reiterado, es necesario fijar un régimen legal sólido con respecto a las fintech y entidades dedicadas al recaudo de dinero a través de canales digitales, lo propio, el inaplazable debate sobre los criptoactivos y pagos alternativos, que cada vez son más frecuentes en todas las latitudes del planeta, salvo en Colombia. Hoy por hoy ante el regulador es igual de censurable hablar de cocaína que de criptomonedas, lo cual es a toda luz absolutamente ridículo, en un mundo que volcó hace años hacia lo digital y donde las tecnologías de la información son las que direccionan en gran parte el desarrollo mundial.
Las primeras reacciones a los procesos de la renovación de nuestros mandatarios y en general de nuestro sistema democrático comienzan a evidenciar novedosas propuestas de jóvenes que han hecho carrera en el parlamento y que durante varios periodos forjaron una incuestionable experiencia en el trasegar político y legislativo, jóvenes como los hermanos Galán y Rodrigo Lara, innegables herederos del Nuevo Liberalismo versión 2.0, son muestra de la nueva política, por un lado, Juan Manuel y Carlos Fernando se han destacado en su rigor y profesionalismo, por sus ideas renovadoras al interior del legislativo, por el otro, Rodrigo, quien desde su época universitaria ha sido siempre protagonista del día a día de la opinión colombiana, académico y estudioso, aplicado congresista, su carácter y verticalidad nos remembran sin dubitación a su padre, con quien tuvimos la oportunidad de compartir una entrañable amistad en la Universidad Externado y con quien compartimos momentos de extrema dificultad profesional, él como ministro de gobierno y yo como secretario de gobierno de Bogotá en los momentos más duros de la vida institucional del país.
Por otro lado, con agrado encontramos en el ruedo político la baraja de los exalcaldes (Peñalosa, Char y Gutiérrez), quienes, cobijados por la popularidad de unas gestiones bien aceptadas, con índices altísimos de favorabilidad al final de sus gestiones, muestran una actitud positiva para el grueso de la población, ¿qué partido no quisiera un candidato con la simpatía que puede generar Alex Char? Así mismo, ¿quién puede negar la condición de estadista y de visionario de Enrique Peñalosa?
La gente encuentra en el selecto grupo de los exalcaldes un pasado de creciente progreso, una realidad de un proceder sano, sin escándalos, sin corrupción, todas las ciudades que tuvieron su presencia contemplaron innegables mejorías, después del mandato de Char, Barranquilla es otra ciudad, nadie puede desconocer la magnitud de esta gestión. Lo propio ocurre en Medellín con la gestión de Federico Gutiérrez, de ahí que hoy su talante sea profundamente echado de menos, y por supuesto la administración de Peñalosa que dejó un marca imborrable con su obsesión de mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos con obras que marcarán sin duda el futuro de Bogotá; en poco tiempo obras como el metro, hablarán por sí solas, así mismo, la implementación del TransmiCable de Ciudad Bolívar, la construcción de los colegios y los Centros Felicidad (CEFE) son indelebles huellas para la condición de vida de los ciudadanos que quieren ver mandatarios gobernar, que quieren ver líderes empeñados en la construcción y el mejoramiento, y no la irreconciliable pelea en otras orillas, es momento de dar un paso adelante, el país no puede seguir incólume en un círculo vicioso, en una charla bizantina en la que por un lado se hable de enemigos de la paz y por el otro de las trizas al acuerdo de paz, es momento de replantear las diferencias y centrarlas en nuevos debates que construyan, que permitan a través del progreso salir de los extremos en absoluta división, todo parece indicar que ante la polarización, los únicos que podrán modificar la interminable discusión son candidatos que representen más allá de una idea de izquierda o de derecha, una posición de eficacia administrativa, el país ya no soporta más irrespeto, ya no podemos ver que nuestros líderes tilden a sus contrapartes de hampones, no podemos seguir enfrascados en la misma dialéctica del odio, necesitamos elegir un gerente, capaz de darle a nuestro país el lugar que se merece, de un estadista que conozca de infraestructura, de personas probas que vivan alejadas de los señalamientos y las insinuaciones criminales.
El país, necesita encontrar una alianza en el centro, un compromiso multisectorial que permita encontrar respuestas a los interminables cuestionamientos que nuestra sociedad necesita resolver, una alianza que incluya, que fortalezca, en contraste con aquellas que en tiempo récord terminaron en palabras soeces entre sus más importantes miembros, como eran los senadores Benedetti y Bolívar.