Opinión
Idárraga
El Gobierno alega que la salud no es un negocio, pero llevó como supersalud a quien privatizó un hospital público para ganancia de un particular. El Gobierno no es honesto. Cuando combate a las EPS carece de autoridad moral.
El presidente ha venido asumiendo la responsabilidad por haber nombrado a Olmedo, pero eso no quiere decir que seamos cómplices de los corruptos. La frase es del secretario de Transparencia de la Presidencia, Andrés Idárraga, en entrevista con el periodista Nicolás Rivera, de El Colombiano. La responsabilidad de que se cuelen bandidos en el Gobierno es del nominador. Idárraga está diciendo que como Gustavo Petro no acompañó a Sneyder Pinilla a Montería a llevarle 1.000 millones de pesos en efectivo al presidente de la Cámara de Representantes, que vive en el edificio K62, entonces el Gobierno no es cómplice de Pinilla. Válgame Dios. Petro es el único responsable de los actos de Olmedo y Sneyder. Los nombró y no los vigiló. El gerente de la empresa Colombia S. A. es él. Cualquier robo a la empresa es culpa del gerente, por no cuidar sus bienes.
Idárraga se empeña en exculpar a su jefe, pero no puede probar que el Gobierno fue diligente en supervigilar a Olmedo López. La negligencia se vuelve complicidad. Hay otro caso aberrante, el del exsuperintendente de Salud Ulahi Beltrán, que tiene un funesto antecedente. Firmó un contrato por 12.000 millones de pesos como gerente del hospital público de Barranquilla sin el visto bueno de la junta directiva. El 4 de marzo de 2020, la Contraloría Departamental del Atlántico lo suspendió por esa falta. Dos años y medio después, Petro lo rehabilitó nombrándolo superintendente. Era alguien que se pasó por la faja un requisito elemental de los contratos oficiales.
Esta semana, la Procuraduría sancionó a Beltrán por ese contrato. El año pasado, el contrato fue declarado nulo por el Tribunal Administrativo del Atlántico. El contratista tuvo la desfachatez de demandar pidiendo una indemnización de 646.000 millones de pesos. En febrero, Beltrán salió del Gobierno. El ministro de Salud se enteró de que un funcionario de Beltrán le pidió un soborno de 2.000 millones de pesos a una clínica de Neiva. ¿Puede el secretario Idárraga afirmar públicamente que el contratista que firmó el contrato nulo con Ulahi Beltrán en Barranquilla no es contratista de ninguna de las EPS intervenidas por el superintendente Ulahi Beltrán?
Beltrán se destaca por la duplicidad. Como supersalud, predicó que el Estado debe administrar la salud. Pero cuando fue gerente de un hospital público, el Cari, lo que hizo fue entregar toda la gestión del hospital a un particular. Ese fue el contrato ilegal por 12.000 millones de pesos que firmó con el consorcio privado de un exmilitar. El Gobierno alega que la salud no es un negocio, pero llevó como supersalud a quien privatizó un hospital público para ganancia de un particular. El Gobierno no es honesto. Cuando combate a las EPS carece de autoridad moral.
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Beltrán fue quien, como asesor de la Contraloría, participó en las falsas acusaciones contra Saludcoop y Carlos Palacino. Es uno de los artífices de una gran mentira. Recibió más de 500 millones de pesos en honorarios por ayudar a crear un falso positivo.
Petro se rodea de aparecidos, inexpertos, ladrones, bribones, embajadores deshonestos y también de lacayos, como Daniel Rojas, que de la SAE fue ascendido a ministro de Educación. El gabinete empezó con José Antonio Ocampo y ya va en un tal Rojas. Este ilustre desconocido escribió sobre la marcha del 21 de abril: “Muchas toneladas incautadas tienen molestos a algunos que hasta salen a marchar un domingo lluvioso”. Para Petro, quienes marcharon añoran “las masacres paramilitares”. Dos mentes que desprecian al pueblo. Llaman narcos y paracos a los ciudadanos del común que son víctimas del mal Gobierno. La gente ve al presidente como un enfermo de verborrea que no es idóneo para gobernar. Petro está tan desprestigiado que no se atrevió a asistir a ninguno de los partidos de la selección Colombia en la Copa América. Es un presidente que no se puede asomar a la actividad más popular de los colombianos.