OPINIÓN
Inseguridad en el paro, la última deuda de Hugo Acero con Bogotá
En cualquier otro contexto, si una persona decidiera romper con rocas la fachada de vidrio de un portal de TransMilenio sería detenida y procesada por daño en bien público. Y si esta persona, en un trance de intensa violencia, decidiera arrojar bombas incendiaras al interior de dicho portal, buscando reducirlo a cenizas con todo el personal policial que lo resguarda adentro, también sería procesada por delitos aún peores, como la tentativa de homicidio, como mínimo.
Pero, de manera sorpresiva, si este atacante hace parte de los manifestantes del paro nacional, sencillamente no le pasará nada.
Este terrible mensaje es el que ha trascendido en las últimas semanas, cuando el accionar de la denominada “primera línea” se concentró en los portales de Suba y Américas con una oleada de destrucción que alteró la tranquilidad de los vecinos cada noche y que encontró su punto máximo con el asesinato de Cristian Camilo Vélez, un joven ingeniero que iba pasando en moto por este sector y que fue degollado por una cuerda tendida en la vía.
Ese es el pan del día a día en los portales. Al despertar luego de una noche perturbadora, la comunidad tuvo que ver un mar de rocas que da cuenta del fragor de la batalla campal de la noche anterior, además de ver el colapso en la prestación del servicio de TransMilenio por bloqueos y serios daños a su infraestructura.
Desde luego que estos hechos ameritan una fuerte respuesta por parte de las autoridades, que tienen la obligación de garantizar la seguridad de la comunidad y de la infraestructura pública.
En los últimos días, además del asesinato de Cristian Camilo Vélez, sumado a esa lamentable destrucción de la infraestructura, también se conocieron otras dos noticias que pueden leerse juntas: la primera, que la denominada “primera línea” publicó una suerte de comunicado declarando la guerra a los buses de TransMilenio y al portal de Suba, según ellos, por ser “cómplices” de la Policía. La segunda noticia, la renuncia de Hugo Acero a la cartera distrital de Seguridad. No hay resumen más perfecto de la situación: una ciudad donde violentos amenazan directamente sin rubor a los ciudadanos, y una vacancia en la Secretaría de Seguridad que ya llevaba más de año y medio.
Como mencionaba arriba, lo que ocurre cada noche en ese par de portales ameritaba un programa de respuesta contundente por parte de la Secretaría de Seguridad de Hugo Acero: afectaba la seguridad ciudadana al involucrar actos de destrucción de infraestructura, decenas de heridos y vidas humanas perdidas; y también, de manera definitiva, era un reto de convivencia ciudadana que exigía toda la capacidad institucional para bajar los caldeados ánimos de los manifestantes. Esta, y no otra, es la finalidad de la Secretaría: seguridad y convivencia.
¿Qué falló? Lo mismo que se ausentó durante año y medio en materia de orden público en nuestra ciudad. Los programas de choque, las políticas con impacto, la confianza con la Policía, el trabajo articulado con la Fiscalía, fueron más prospectos publicitarios que hechos palpables para la ciudadanía, esa misma que nunca dejó de “rajar” la gestión de Hugo Acero en las encuestas de percepción.
Así que podemos concluir que Hugo Acero se va sin pagar su última deuda frente a la cartera distrital que comandó en los últimos 18 meses. La cotidiana violencia en los portales es algo que la ciudadanía no tiene que padecer. La invisibilidad de la Secretaría de Seguridad en este contexto explica de manera suficiente esta cifra lapidaria: siete de cada 10 ciudadanos se sienten inseguros en la capital. No hay tranquilidad posible de esta manera para nadie.
¿Qué nos espera? Aníbal Fernández de Soto será el nuevo secretario de Seguridad de Bogotá. Creo hablar por todos los ciudadanos al decir que lo que todos esperamos, como primera medida, es una solución definitiva, contundente y ejemplarizante contra los atentados nocturnos en los portales de TransMilenio.
Menos sería inaceptable.