Opinión
Intento de golpe al poder judicial
El nuevo ondear de las banderas del M-19 frente al Palacio de Justicia es una afrenta para la democracia, una burla para la justicia y una ofensa para los familiares de quienes fueron asesinados por esta organización criminal hace casi 4 décadas.
La invitación a las marchas de apoyo convocadas por el jefe de gobierno probablemente estaban orientadas a intimidar a la Corte Suprema de Justicia, pero estas absurdas y peligrosas propuestas son el testigo fiel de los intereses oscuros de la ideología izquierdista para imponer, por medio del uso de la fuerza e intimidaciones, sus absurdas pretensiones. Afortunadamente, el potencial objetivo de ‘incendiar al país’ no fue logrado.
El secuestro del que fueron objeto los magistrados de la Corte Suprema por parte de aparentes partidarios del jefe de gobierno es lo más grave que le ha sucedido a nuestra democracia en más de 200 años de existencia. Se intentó darle un golpe de Estado al poder judicial, así haya marionetas que, tratando de minimizar la grave situación en la que se vieron inmersos los magistrados, se atrevan a mentir a la opinión pública diciendo que se trataba de una ‘expresión ciudadana’ en la que solo había 5 gatos, o que, desde la OEA, se cometan errores imperdonables como el absurdo mensaje de Almagro. Se observa que desconoce abiertamente la realidad política de nuestro país. En lenguaje coloquial, este personaje ‘hizo el oso’ y lo usaron.
Por medio de la amenaza y el amedrentamiento, los manifestantes buscaron forzar a los magistrados a que eligieran rápidamente a la nueva cabeza del ente acusador, probablemente para que se pudiera favorecer con sus actuaciones legales a algunos de los que se encuentran gozando de las mieles del poder, así como a varios de sus allegados. Estas personas tienen delicadas investigaciones en su contra, incluidas las posibles violaciones de los topes en la pasada campaña a la presidencia, las llegadas de dineros en bolsas negras o las denuncias del alfil que también es adicto al ‘café de las mañanas’ y ahora se radicará en Roma.
En general, se puede considerar que las demostraciones de apoyo al jefe de gobierno fueron un fracaso político para este, ya que no lograron su objetivo. Esto indica que las recientes encuestas, en las que el personaje aparece recuperando credibilidad ante el pueblo colombiano, probablemente son un engaño más que se le quiere hacer a la población. Este ardid es empleado frecuentemente como arma blanda en la guerra mediática que maneja hábilmente la izquierda a nivel internacional.
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Colombia ya ‘no traga entero’ ‘ni se deja meter el dedo en la boca’, como rezan las expresiones coloquiales. Recalcitrantes representantes del Pacto Histórico aparecieron sin tardanza a expresar que quienes ejercieron la violencia fueron los de la oposición, sin mencionar –claro está– los buses llenos de personas llevadas a Cali, posiblemente para promover disturbios, o la participación obligada de miembros de Fecode, que abandonaron a cerca de 10 millones de alumnos por salir a marchar, cumpliendo como corderitos las órdenes de los jefes sindicalistas, que no trabajan, pero sí se lucran de las cuotas mensuales que tienen que pagar por nómina los profesores. Se están dejando usar para fines políticos.
Lo sucedido frente a la Corte Suprema de Justicia es un capítulo más de la violencia contra los representantes del poder judicial, recordando con el corazón desgarrado por la tristeza los asesinatos de magistrados, miembros de la fuerza pública y, en general, más de 100 personas que fueron objeto de crimen alevoso por parte del M19 en 1985, homicidios patrocinados por el narcotráfico en las mismas instalaciones que sitiaron los participantes de las marchas, crímenes aún sin castigo para los verdaderos perpetradores.
El nuevo ondear de las banderas del M-19 frente al Palacio de Justicia es una afrenta para la democracia, una burla para la justicia y una ofensa para los familiares de quienes fueron asesinados por esta organización criminal hace casi cuatro décadas. Pero lo más complejo es que muestran al mundo que aún están activos y parece que nadie se quiere dar por enterado.
Está claro que se ha perdido el respeto por la separación de poderes, que desde el poder ejecutivo se está incitando a las masas para, posiblemente, generar una guerra civil, que el gobierno se desacredita más cada día con sus pifias, que el cuento de que buscan darle un golpe de Estado al ejecutivo es parte de la estrategia de victimización, que quien busca incendiar al país es indigno de ocupar los más altos niveles de dirección del Estado.
Vivan las libertades y la democracia: no las vayamos a perder por la indiferencia de muchos colombianos.