OPINIÓN
Intento de quema de la Catedral Primada: lo que nos espera a los colombianos sin Esmad
El propósito de Petro es reducir nuestra fuerza antidisturbios a ser pálidos testigos de cómo los encapuchados destruyen lo que quieren.
Lo que sucedió esta semana en las puertas de la Catedral Primada de Colombia es solo un abrebocas de lo que le espera al país ante el desmonte del Esmad: radicales a favor del aborto intentando quemar el templo católico más importante del país, patrimonio de toda la nación, ante la mirada impotente de policías y gestores de convivencia.
El propósito de Petro es reducir nuestra fuerza antidisturbios a ser pálidos testigos de cómo los encapuchados destruyen lo que quieran. El protocolo para manifestaciones, también divulgado esta semana (Instructivo 009), es explícito en afirmar que los policías solo operarán como última instancia dentro de las manifestaciones, y que además “el derecho a la protesta está por encima al derecho al buen nombre”, lo que significa que los agentes de Policía deben tolerar cualquier injuria y calumnia, agresión verbal, provocación y ataque, sin mover una sola pestaña, tal como ocurrió en la Catedral.
De por sí, es altamente cuestionable que se rompa la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, pero al margen del análisis constitucional al respecto, esto va a tener consecuencias gravísimas en la seguridad ciudadana: la directriz permite una agresión injustificada a los derechos colectivos ciudadanos, evidenciada en la falta de reacción oportuna de la Policía, que es la razón de ser de una fuerza antidisturbios aquí y en cualquier lugar del planeta.
Otro punto que llama al desconcierto es el de exigir que la fuerza antidisturbios actúe solo si se tiene plena certeza de que el manifestante que irrumpe con violencia en la manifestación es mayor de 24 años; si la presencia mayoritaria de manifestantes violentos se da en jóvenes entre los 15 y los 24 años, “la primera intervención será de unidades de la Fuerza Disponible”. ¡Como si fuera fácil determinar la edad de manifestantes que siempre están encapuchados!
La última comedia que le falta a este drama es el cambio de la “razón social”: de Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) a Unidad Nacional de Diálogo y Mantenimiento del Orden (UNDMO). Hay por lo menos dos mentiras en ese nombre, pues la fuerza antidisturbios no va a entrar a dialogar con un manifestante que está incendiando una catedral, y su función no será la de mantener el orden, sino entrar como última instancia cuando la violencia “no deje otra alternativa”.
Al gobierno, que tanto le gusta cacarear su enfoque de prevención en el tema de la salud, en cuanto se trata de manifestaciones se le van las luces y prefiere un enfoque pasivo que al final, y con un millón de prevenciones, se convierte en reactivo. Por ejemplo, y de haber actuado a tiempo en el caso de esta semana, no habría cuatro manifestantes imputados por daño en bien ajeno, violencia contra servidor público, lanzamiento de objetos peligrosos y asonada, ni tampoco millones de católicos del país horrorizados por ese ataque a la libertad de culto que supuso el intento de quema de la Catedral. De ahora en adelante, vamos a ver primero el delito y luego la prevención.
La alcaldesa Claudia López habló en nombre de todos los ciudadanos cuando preguntó al comandante de la Policía de Bogotá sobre porqué no se había actuado frente a las personas que quemaron la puerta de la Catedral: “¿Tienen la orden de su mando nacional de dejar hacer y dejar pasar?”.
En este cuestionamiento está la clave de todo, pues es verdad que lo que sucederá de ahora en adelante: la fuerza antidisturbios de Colombia solo servirá para dejar hacer y dejar pasar toda clase de violencia de manifestantes adictos a ella.