OPINIÓN
¿Y Colombia qué?
Duque habla de la democracia como si él fuera Winston Churchill. Pero ni la democracia colombiana se parece a la inglesa ni él se parece a Churchill ni mucho menos su cerco diplomático se puede comparar con la caída del muro de Berlín.
Es ético que a Duque le indigne que en Venezuela Nicolás Maduro esté coartando la libertad de expresión de la oposición y se estén volando los derechos humanos.Las dictaduras sean de izquierda o de derecha son igualmente oprobiosas. Lo que sí resulta totalmente desproporcionado y poco ético es que se preocupe tanto por restaurar la democracia en Venezuela cuando hace tan poco por fortalecer la nuestra.
Mientras él se dedica a buscar aliados para intensificar el cerco diplomático en contra del “usurpador”, aquí se alía con el desprestigiado fiscal NHM para cercar a la JEP, la espina dorsal del acuerdo de paz. Tiene a todos sus funcionarios volcados en el tema de la ayuda humanitaria a Venezuela, pero su Gobierno ha recortado el presupuesto para reparar a las 8 millones de víctimas que dejó el conflicto. De pronto se volvió más importante en los noticieros sacar los informes diarios sobre el número de soldados venezolanos que han decidido traicionar a Maduro –objetivo del cerco diplomático- que los informes del Dane que revelan cómo el desempleo subió al 12,8 por ciento en enero de este año.
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Habla de democracia para Venezuela, pero margina en su agenda las reformas rurales que tenían por objeto profundizar la democracia en Colombia y solucionar los problemas de equidad entre la periferia y el campo.
Muchos colombianos quisieran verle a Duque la misma indignación con que denuncia los planes de Maduro para asesinar a Guaidó cuando cae asesinado en Colombia un líder social. Desde que Guaidó se autoproclamó presidente de Venezuela han asesinado más líderes sociales en Colombia que venezolanos víctimas del régimen de Maduro. ¿Por qué eso no suscita mayor indignación? En los medios y en el partido de gobierno ha causado más indignación el arresto de Laurent Saleh, en las calles de Bogotá por parte de la policía, que los asesinatos de los líderes sociales. ¿Por qué tanta indignación por las víctimas de la dictadura cuando hay todavía tanto dolor en Colombia? ¿No somos acaso un país con 7 millones de víctimas, que intenta asentarse luego de terminar la guerra más larga del continente?
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Duque habla de la democracia como si él fuera Winston Churchill. Pero ni la democracia colombiana se parece a la inglesa ni él se parece a Churchill ni mucho menos su cerco diplomático se puede comparar con la caída del muro de Berlín.
La democracia colombiana es un paciente enfermo que necesita sanar para poder seguir adelante. Y necesita de un presidente que se ocupe de ella, sin la pretensión de querer revivir la Gran Colombia.