OPINIÓN
Del limbo al infierno
Creo que sus razones son personales y egoístas: Iván Márquez teme ser pedido en extradición como Jesús Santrich y por las mismas razones.
Pocos días después de que el No ganó el llamado plebiscito por la paz, hablé con Iván Márquez en La Habana. Yo había viajado a Cuba junto con la periodista Lourdes Torres para reunirnos con funcionarios y solicitar la apertura de una corresponsalía de Univision en ese país. Petición que no prosperó. La conversación con Márquez empezó primero en una casa del Laguito donde los cubanos habían hospedado a la delegación de las Farc que participó en los diálogos que duraron casi cinco años. La casa era una joya arquitectónica que los guerrilleros habían convertido progresivamente en un cambuche. Los corredores estaban llenos de petates y bolsas de dormir tiradas en el piso, la piscina que nadie usaba se había convertido en un tendedero de ropa y el bello jardín interior estaba cubierto con un toldo de tela camuflada como si quisieran proteger el campamento de un improbable bombardeo.
En ese jardín, al lado de un tambaleante busto de yeso de Simón Bolívar, Márquez reconoció que había sido un error extender tanto tiempo la negociación y que la aparente falta de resultados de la mesa terminó menguando la confianza y alimentando el escepticismo de muchos colombianos.
Acordamos vernos esa misma noche en el Hotel Nacional en El Vedado, para grabar una entrevista donde las Farc establecerían su posición frente a los resultados del plebiscito.
El Márquez de esa noche parecía haber aprendido la lección.
–La refrendación popular que fue propuesta para este acuerdo de paz, que era el plebiscito, resultó derrotada en las urnas y eso tiene que representar para ustedes un mensaje importante. ¿Qué piensan hacer frente a ese No?–Le pregunté.
–Bueno, en las Farc tomamos esto con serenidad. Es el juego de la democracia. El No ganó sobre el Sí, precariamente, pero es un triunfo de todas maneras. Nosotros vemos las cosas… pensamos que las Farc están abiertas a buscar soluciones a este impase que se nos ha presentado.
Márquez de 61 años en ese momento –hoy tiene 64– se veía cansado de la guerra y reconocía que era necesario ceder para salvar el acuerdo:
–Nosotros estamos convencidos que el destino de Colombia no puede ser el de la guerra. Y por eso hemos trabajado a conciencia en buscar una solución política a este largo conflicto, que nos impida más victimizaciones (…) Si hemos invertido unos cuatro, cinco años para lograr este acuerdo final, renegociarlo sobre bases que no son propositivas, nos va a dilatar esto en el tiempo y corremos el riesgo de que el proceso de paz termine mal.
–¿Termine mal es que termine en guerra? –pregunté a quien había sido el jefe de los negociadores de las Farc.
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–Yo no diría eso, nosotros no queremos guerra. Nosotros vamos a luchar con todas nuestras fuerzas por una solución política del conflicto. Nosotros no queremos más muertes.
Iván Márquez, que esta semana reapareció para anunciar el regreso de la guerra al frente de 20 hombres vestidos con cuatro clases distintas de uniforme, tenía claro que Colombia estaba caminando al borde del precipicio.
–Por último, yo quisiera preguntarle: ¿Cuántos días esperan ustedes que pasen en este limbo, antes de un rumbo definitivo para salir del atolladero en que está el proceso de paz en Colombia?
–Nuestro deseo es que sea lo más pronto posible. Nosotros pensamos que hay que escuchar a todo el mundo, sí. Pero esto tiene que ser, no… tiene que ser en un lapso de tiempo no muy amplio, porque si no, se nos muere este proceso. Del limbo puede pasar al infierno, y nosotros tenemos que salvar este proceso de paz.
¿Por qué Márquez decidió pasar al infierno? Él dice, con algo de razón, que el Estado no está cumpliendo los acuerdos. Sin embargo, la mayoría de los guerrilleros continúa firme en su palabra.
Creo que sus razones son personales y egoístas: Iván Márquez teme ser pedido en extradición como Jesús Santrich y por las mismas razones.
(Si quiere ver la entrevista, está en el vínculo)