OPINIÓN

Jaque mate a un engaño sostenido

Decíamos que la falsa desmovilización de un contingente de las Farc es sintomática, pero una trama se lleva todas las preseas en el ranking de los montajes: la operación Jaque.

Semana
28 de febrero de 2011

Un refrán le cabe a la falsa desmovilización de 66 supuestos guerrilleros de las Farc: “piensa mal y acertarás”. A pesar de que ésta ya había sido develada por la revista Semana en su edición 1245 de marzo de 2006 (que por cierto pasó desapercibida, gracias al aplastante prestigio de Álvaro Uribe), hoy salta de nuevo a la luz pública como resultado de una investigación de la Fiscalía General de la Nación, sin la cual el tema habría quedado sepultado en el olvido.

Lo llamativo del asunto es que dicho montaje desnuda el talante del anterior gobierno, tanto en lo atinente a la aplicación del ‘todo vale’, como en que se trata de otro falso positivo, y de los grandes, en esta ocasión sin muertos inocentes pero sí bajo la mirada complaciente de potentes reflectores mediáticos, en tratándose de lo que respetados analistas calificaron en su momento como “el golpe más grande en los últimos 40 años a esa guerrilla”.

Esto se inscribe en lo que lasillavacia.com juzgó acertadamente como “el desmonte del uribismo”, consistente en que los programas bandera de Uribe hoy dejan ver la tramoya sobre la cual se construyeron, en muchos casos bajo la argamasa de una red de engaños y delitos a la que más de un magistrado de la justicia le dio el nombre de “operación criminal”.

Decíamos que la falsa desmovilización de un contingente de las Farc es sintomática, pero una trama se lleva todas las preseas en el ranking de los montajes: la operación Jaque, que en su momento se apreció como un verdadero jaque mate a las pretensiones de la guerrilla de utilizar el secuestro como mercancía de negociación de un intercambio humanitario, y que catapultó la imagen del Ejército colombiano y de su Comandante en Jefe a la categoría de héroes, ante el mundo entero.

Héroes, sí, pero al mejor estilo hollywoodense, pues los cables de Wikileaks dejan ver que semanas antes de la publicitada operación Jaque el que allí aparece como burlado, alias César, venía adelantando acuerdos con el gobierno de Álvaro Uribe para entregar a varios secuestrados. Uno de esos cables revela incluso que quería cambiar a Íngrid Betancourt por refugio en otro país para él y su esposa.

Hoy se sabe que Nancy Conde –conocida como Doris Adriana, la esposa de alias César- fue capturada el 2 de febrero de 2008, cinco meses antes de la operación Jaque. Su cónyuge fue extraditado el 16 de julio de 2009, y ella –vaya coincidencia- corrió la misma suerte dos meses después, el 19 de septiembre de 2009.
 
Sin dejar de aplicar el “piensa mal y acertarás”, lo anterior se traduciría en que un año y dos meses después de la operación Jaque ellos se habrían reencontrado, y de ello daría fe un llamativo hallazgo efectuado por Noticias Uno, consistente en que ni alias César ni su esposa aparecen en la base de datos del sistema federal de prisiones de Estados Unidos. Esto podría inspirar ya no una gesta heroica sino una historia de amor, de nuevo al mejor estilo hollywoodense.

En medio de este intríngulis hay un hecho que no se puede soslayar, cual es la presencia coincidente del general (r) Mario Montoya en los tres casos citados: falsos positivos, falsa desmovilización de un contingente guerrillero, y operación Jaque. Recuérdese que fue precisamente como consecuencia del destape de los falsos positivos que Montoya salió de la Comandancia del Ejército, por estar en desacuerdo con la medida que adoptó el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, consistente en la destitución de 27 oficiales del Ejército.

Y fue también el general Montoya quien estuvo al frente como máximo responsable tanto de la operación Jaque, como de la falsa desmovilización de los supuestos guerrilleros de las Farc. De donde podría concluirse que estos engaños (y quién sabe cuántos más) no se presentaron como fenómenos aislados, sino como resultado de una muy bien planeada y orquestada estrategia militar de propaganda del régimen, que se resumía en aplicar el más trillado lema de batalla concebido por el gobierno de la Seguridad Democrática: el fin justifica los medios.

En lo referente a la operación Jaque –y en el contexto de hacer trampa para ganar- cobra especial importancia la ‘recepción’ que hasta la medianoche les ofrecieron a los recién liberados en Palacio. Allí, el Presidente Uribe y el general Montoya no se cansaban de preguntarles si habían visto o no emblemas de la Cruz Roja Internacional.

¿Por qué –nos preguntamos hoy- hasta la misma Íngrid afirmó no haberlos visto, si allí estuvieron desde el principio hasta el fin del supuesto rescate? ¿Acaso la hicieron cómplice del engaño, a tal punto que la gratitud por su liberación le impidió desembucharlo?


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