Salud Hernández

Opinión

La bestia Putin y la justificación de Petro

Para rematar, anima a colombianos y latinoamericanos a saltar sobre la desgracia ajena con el fin de progresar, un mensaje propio de chulos que sobrevuelan sobre los restos de sus agonizantes presas.

Salud Hernández-Mora
26 de febrero de 2022

Si Hitler resucitara hoy, conquistaría el planeta. Es un mundo muy asequible para los genocidas y los tiranos. Las democracias actuales no pueden contrarrestar la barbarie de los gobernantes dispuestos a masacrar el bienestar y las libertades de Estados soberanos. Castigan con sanciones económicas y declaraciones grandilocuentes que suenan a derrota. Y la ONU se quedó en un saludo a la bandera.

Putin lo sabía, olió el miedo, lo había probado cuando se apoderó de Crimea. El viejo comunista con ínfulas de zar, que envenena y encarcela a sus rivales, conoce esas debilidades y planeó anexar Ucrania a su decadente imperio.

Llevaba años obsesionado con esa república colindante que siempre consideró rusa. Nunca aceptó su independencia ni sus anhelos de convertirse en una nación moderna, similar a sus vecinos de la Unión Europea. Pero ahora será otro país lacayo del antiguo agente de la KGB, la última frontera que tal vez un día traspase esa bestia.Cuando escribo estas líneas, el avance del poderío militar ruso es incontestable. Ucrania se quedó sola, a la deriva, impotente, desesperada, sometida.

Por eso resulta aún más irritante y revelador el trino de Gustavo Petro, cargado de resentimiento e inhumanidad. Y de un asombroso desconocimiento de la realidad sobre la que tendría que reaccionar si un día gobernara Colombia.

Porque hay que ser muy ruin e ignorante para escribir semejantes líneas. Desnuda un alma insensible, un egocentrismo inquietante. Le importan cero las vidas, la angustia, el sufrimiento de los 44 millones de ucranianos. Tampoco le preocupa el futuro de incontables seres humanos alrededor del mundo que verán sus precarias economías aún más mermadas por la caprichosa guerra de un nostálgico soviético.

El candidato que se arroga la representación de los pobres, que pretende ganar en primera vuelta, tecleó y difundió por la alcantarilla tuitera este trino inaceptable: “Europa ahorcada por la economía fósil a punto de caer en su tercera guerra europea. Una guerra por el gas. América latina (sic) en paz puede aprovechar para crecer”.

No solo falsea las causas reales de la invasión al afirmar que se trata de “una guerra por el gas”, dando a entender que países codiciosos provocaron un conflicto para hacerse con una valiosa fuente de energía. También deja al descubierto su simpleza intelectual y el empeño irracional en sembrar odio a toda hora y ante cualquier circunstancia. Cree que azuzar el rencor y la división entre ricos y pobres le da votos.

Para rematar, anima a colombianos y latinoamericanos a saltar sobre la desgracia ajena con el fin de progresar, un mensaje propio de chulos que sobrevuelan sobre los restos de sus agonizantes presas: “América latina (sic) en paz puede aprovechar para crecer”.Si alguien creía que le quedaba una gota de espíritu solidario, de decencia, el líder del Pacto Histórico vuelve a dejar nítido que solo quiere coronar el poder al precio que sea.

No diré que se parece a Putin, porque a tanta maldad no llega, no lo imagino planeando la muerte de sus adversarios, aunque en su juventud abrazó la violencia para imponer sus ideas. Pero en su interior anida un espíritu autoritario, convencido de poseer la verdad suprema, deseoso de poner a sus más odiados adversarios tras las rejas.

¿Qué haría Petro con Putin y los sátrapas de Cuba, Nicaragua y Venezuela si fuese presidente? ¿Miraría para otro lado y reconocería sus dictaduras sustentadas en elecciones fraudulentas y en el respaldo de Rusia?

Por sus declaraciones, apuesto a que las avalaría, e ignoraría a los opositores, como hicieron en Cuba con suma indolencia Bachelet y Lula, y proclamaría que derribarlas solo es responsabilidad de sus nacionales.

Y no daría importancia al peligro que para Colombia supone Putin, que tiene a nuestro país en el radar para llevarlo a su orilla. El sanguinario ruso cuenta a su favor la narrativa falaz de la izquierda latinoamericana que sigue transmitiendo que la razón de no levantar cabeza, su sempiterno lastre, sigue siendo el ansia imperialista de Estados Unidos y la supuesta voracidad de los países desarrollados.

Putin necesita retar a Washington, y en Venezuela comprobó los miedos del mundo libre. Lo vio renuente a promover un golpe de Estado para derrocar la mafia de Miraflores, única manera de devolver al país a la senda democrática, y observó la cobardía europea al aceptar como legales las últimas elecciones fraudulentas.

También salió gratis consolidar a la pareja de sátrapas en Nicaragua, así como sostener a la dictadura cubana. Y no olviden que desde marzo contará con un nuevo aliado en Chile, y en mayo usará sus armas cibernéticas para influir en el electorado colombiano. Si Petro fuese distinto, si creyera en la democracia, apoyaría un fuerte operativo para evitarlo. O luchamos todos unidos por la democracia, o nos acaban.

NOTA: Verán que China querrá imitar a Rusia e invadir Taiwán.

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