OPINIÓN

La Corte salva al uribismo

Los uribistas están de fiesta. Después de 18 meses en búsqueda de una narrativa, la corte se las entregó en bandeja de plata. Una plataforma desde la postura provida.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
22 de febrero de 2020

Jane Roe no existe. Fue un nombre ficticio que le pusieron a Norma McCorvey para esconder su identidad. Se conoce por el caso Roe vs. Wade que volvió legal el derecho al aborto en 1973 en Estados Unidos. En su momento, fue aprobado con una votación de 7-2 en la Corte Suprema.

Harry Blackmun, el magistrado ponente, dijo que era un derecho fundamental protegido por la enmienda 14, que otorga el derecho a la privacidad. Desde su anuncio, fue muy controversial.

Se consideró que la enmienda era sui géneris y un exabrupto legal. Desde entonces, se ha buscado tumbarla con otra sentencia de la corte.

La Corte Suprema estadounidense no ha cambiado su parecer, pero cada vez es más tenue. Se estima que solo un voto de un magistrado volvería el aborto ilegal. No es tema fácil ni en Estados Unidos ni en Colombia.

En nuestro país, estamos en trámites. Desde 2006 no se han logrado sancionar las tres excepciones que despenalizan el aborto: cuando está en peligro la vida de la mujer, cuando el feto tiene deformaciones y cuando el embarazo es producto de una violación o incesto. El magistrado ponente Alejandro Linares de la Corte Constitucional encontró que esas excepciones solo están en el papel.

Al analizar una nueva demanda contra el aborto –piden que otra vez sea ciento por ciento ilegal–, Linares llegó a una decisión contraria: que se debe volver legal el aborto antes de las 16 semanas de gestación.

El argumento es pragmático: hoy se practican 400.000 abortos anuales y solo 6.000 personas han sido judicializadas en 20 años. No funciona penalmente.

Es evidente que la Fiscalía General no considera fundamental combatir este delito. Hay muchos otros crímenes a los cuales dedicar su atención. Entramos a una etapa gris en la que no se castiga, pero, al mismo tiempo, no se facilita. Linares cree que es una situación inaceptable. El Congreso, que debe asumir su responsabilidad, no lo hace: desde 1975, ha habido 33 proyectos fallidos, 15 desde 2006.

Pero apenas hablamos de una ponencia. En las próximas semanas, los otros ochos magistrados la debatirán. De apoyarla, irían en contravía de la opinión pública colombiana. Hay un consenso: el aborto debe ser ilegal en Colombia.

Linares reconoce esa realidad, pero también considera que llegó el momento del cambio. Para eso es la corte: imponer reformas cuando la política está estancada. Con una ñapa: los magistrados en Colombia, a diferencia de los gringos que son vitalicios, tienen un tiempo definido. Linares sabe que una corte liberal es temporal; en unos años puede ser conservadora y quiere aprovechar su cuarto de hora.

Pero en Colombia las sentencias son conocidas con anterioridad. Y más aún la ponencia. Existen posibilidades reales de que no sea aprobada. La reacción del movimiento antiaborto fue inmediata, así como la del presidente Iván Duque. Él se declaró una persona provida; un defensor del argumento de que la vida nace en la concepción. Es la posición más radical.

Duque dijo que la sociedad colombiana no está lista y que es mejor dejar todo quieto. No romper el frágil statu quo.

El Centro Democrático también intervino con la propuesta de hacer un referendo sobre el aborto. Lo anunció por el tuit del senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez: “Debemos prepararnos para un referendo contra la laxitud en el aborto, en qué queda el respeto a la vida!”.

Más claro no canta un gallo; la corte quedó en preaviso. No es fácil para los magistrados. ¿Votan por la propuesta de Linares y aseguran enemigos de por vida?

Los que están de fiesta son los uribistas. Después de 18 meses de búsqueda de una narrativa, la corte se las entregó en bandeja de plata. Posiblemente, sirve incluso para 2022. Una plataforma desde la postura provida.

El antiaborto reúne a conservadores, católicos y evangélicos. Como coalición ganadora tienen con qué. Un referendo es difícil, mas no imposible. Los No del plebiscito tienen una experiencia ganadora. Además, ayuda con conglomerados de variadas tesis a partir de la postura provida que une criterios.

Alejandro Linares ya se la jugó y no puede ir para atrás. Por cualquier razón, las próximas semanas serán críticas y de intenso debate.

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