OpiNión
La crisis aérea
El Gobierno debe proceder con las demandas a Ultra y Viva por fraude y debe cambiar el mecanismo de pago a las aerolíneas.
En poco más de un mes quebraron y tuvieron que cerrar dos aerolíneas de bajo costo en nuestro país, Viva Air y Ultra. Si profundizamos un poco más en el asunto, veremos que los dos casos son distintos, que no tienen nada que ver con el negocio de bajo costo en este sector (como muchos medios pretendieron hacer ver) y que, eso sí, hay una característica común que el Gobierno tiene que solventar para que esto no vuelva a suceder.
El caso de Ultra es claro. Un joven mexicano enquistado en el jet set nacional, que había estado en la industria, pero con una historia llena de fracasos, utilizó el modelo permitido en Colombia, que es lo que hay que cambiar, y montó una aerolínea que nunca iba a salir adelante. El promotor y dueño de Ultra, William Shaw, fue despedido de Viva Air y tuvo mucho que ver con la quiebra de Interjet en México.
Esta historia, que todos conocen en la industria, debería haber sido un semáforo en rojo para todos los que participaron en este fiasco y se dejaron engatusar, como es el caso del empresario antioqueño David Bojanini. Pero no es solo por la característica profesional del dueño del negocio, y ojo que siempre he creído que el fracaso es el mejor modelo de aprendizaje del ser humano, que Ultra fracasa. Claro, cuando, como dicen en Antioquia, un culebrero que convence y vende con su genio y su palabra es dueño de un negocio tan sofisticado, las probabilidades de fracaso son inmensas. Pero hay otra razón fundamental para esta crisis: el modelo de pago de pasajes a las aerolíneas.
Y ahí entra el caso de Viva Air, que hasta el 2018 se llamaba Viva Colombia y tenía una historia positiva en el negocio de bajo costo. Con operaciones por toda Colombia y Estados Unidos, era una empresa exitosa que ese año fue vendida a Declan Ryan, hijo de Tony Ryan, uno de los cofundadores de Ryanair, el modelo a seguir en empresas de bajo costo en el mundo y hoy valorada en billones de dólares.
¿Dónde fracasaron ambas y que pasó? A Viva Air la pandemia le causó gran daño, pues esas empresas viven de los pasajeros y tienen muy poco patrimonio. Y ahí está el problema. Cuando Ryan compra Viva Colombia y le cambia el nombre a Viva Air, deciden ponerla a crecer sin patrimonio. Todo lo pagaban con la caja de los pasajes. Más aviones, más frecuencias, más destinos, más pasajeros y más caja. Hasta ahí todo supuestamente bien.
En Colombia usted compra un tiquete e inmediatamente la plata le llega a la empresa. En Estados Unidos y en Europa esa plata no se la giran los bancos a la aerolínea hasta que el pasajero vuela. Si no vuela, no hay plata. Es decir, las empresas tienen que tener su patrimonio y no dependen solo de la caja para funcionar. Así debe ser.
En Colombia, Ultra y su presidente culebrero se gastaron la caja y vendieron tiquetes hasta unos minuticos antes de cerrar operaciones, en un acto de mala fe que el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, de manera acertada, calificó de fraude y anunció una demanda penal. Ojalá proceda para dar ejemplo a futuros culebreros que quieran defraudar al público.
Y con Viva Air pasó lo mismo. Mucho mejor manejada, eso sí, la pandemia la hirió de muerte, pero sin patrimonio nunca logró recuperarse. Y quisieron venderle al público una jugadita para salvar algo en este fracaso. Quisieron mostrar una integración con Avianca sin haber hecho el proceso legal. Nuevamente, el Ministerio de Transporte y las entidades del Gobierno no se dejaron chantajear y le dijeron a Viva: qué pena, sin todo el proceso de integración y todas las aprobaciones legales, no permitimos esa operación.
Ya hasta en CNN esta semana el hoy presidente de Ryanair se desmarcó de Declan Ryan y dejó claro que en ese desastre no tenía nada que ver esta empresa europea.
¿Y los pasajeros qué? Pagaron el pato. Las empresas pagaban la gasolina antes de volar, pagaban a los aeropuertos antes de aterrizar o salir y todos los costos de operación salían de los tiquetes. Los pasajeros, que financiaban la gasolina, los aterrizajes y despegues, los pilotos, las azafatas y, en fin, todo, perdieron su plata y se quedaron sin poder volar. Es más, en la quiebra quedaron de últimos en la cola de pagos después de los deudores, empleados y todo lo demás.
El Gobierno debe proceder con las demandas a Ultra y Viva por fraude y debe cambiar el mecanismo de pago a las aerolíneas. Parar de una vez por todas ese juego con el dinero del pasajero. Y abrir el mercado, pues el costo de los tiquetes en Colombia es brutal. Hace poco volar en avión no era un lujo en Colombia. Claro, esos impuestos que les puso el Gobierno a los tiquetes no ayudan y lo alejan de las posibilidades del colombiano promedio.
Lo que sí es claro es que el problema con estas dos aerolíneas low cost o bajo costo no es el modelo de negocio. Spirit, Frontier, JetBlue, Ryanair, Volaris son el ejemplo de cómo funcionan de manera exitosa en Estados Unidos, en Europa y en México, para solo mencionar unos ejemplos, este tipo de empresas.
Colombia con su geografía necesita estas aerolíneas. Ojalá el ministro Reyes lo entienda y cree las condiciones para que esto se dé nuevamente en Colombia. Lástima que con un jefe como el que él tiene toque esperar tres años para que los pobres puedan volver a volar en Colombia. A no ser que el presidente entregue el avión presidencial y funde una nueva aerolínea bajo costo, Petro Air, como lo hizo esta semana.