OPINIÓN
La democracia tiene un rostro joven
La participación de los jóvenes es un derecho inalienable que no puede ser pospuesto.
La democracia participativa que nos caracteriza como Estado tendrá ahora en los jóvenes su principal fuerza dinámica, permitiendo crear nuevas alternativas que buscan fortalecer en las futuras generaciones su confianza en las instituciones, en los partidos y en las expresiones contemporáneas de convivencia social y construcción colectiva de desarrollo.
Ante esto, las elecciones de Consejos de Juventud, que se realizarán este domingo, cobran especial importancia en momentos en que el país busca más y mejores aliados en su proceso de reactivación económica y social.
La realización de unos comicios que prometen ser históricos trae esperanza para el país y nos permite mirar con optimismo nuestro futuro como nación que quiere librarse definitivamente de las ataduras de la violencia, de la pobreza y la marginalidad.
El Gobierno nacional, con el respaldo de administraciones territoriales y de la Organización Electoral, hicieron causa común para la materialización de normas estatutarias que en hora buena abren nuevos espacios para que nuestros jóvenes asuman posiciones con capacidad de decisión desde lo local.
Colombia continúa así fortaleciendo su sistema político y administrativo. Los Consejos de Juventud cumplirán múltiples y esenciales propósitos: serán mecanismos de participación, concertación, vigilancia y control de la gestión pública. Adicionalmente, les servirán también a sus integrantes para encontrar lo que reclama su generación: mayor interlocución ante la institucionalidad, permitiendo a los consejeros tomar parte en la formulación de las políticas públicas, particularmente para la promoción y el desarrollo de nuestras juventudes, y a manera general, para aportar al bienestar de la nación.
La ley prevé Consejos Locales, Municipales, Distritales, Departamentales y Nacional de Juventud y les entrega a los jóvenes una caja de herramientas para la construcción de liderazgos activos e ingeniosos en beneficio del país y de sus regiones y en consecuencia del país. Estos podrán tocar a las puertas de las entidades administrativas y legislativas en queson preparadas las agendas territoriales de juventudes, generando canales de comunicación expeditos y directos con el Congreso de la República y con la Casa de Nariño.
La pedagogía que ha rodeado el proceso nos enseña que los consejeros municipales serán elegidos en todos los municipios del país, en tanto que los consejeros locales lo serán en los distritos cuyo régimen administrativo disponga una división por comunas o localidades. Es decir, Bogotá, Buenaventura, Santa Marta, Barranquilla y Cartagena.
Son estas elecciones un hito en la democracia del país, como bien lo han expuesto el Gobierno y la Organización Electoral. Esta será la primera vez que los jóvenes de 14 a 28 años podrán elegir a sus representantes, quienes durante cuatro años tendrán el enorme reto de forjar nuevos liderazgos.
Es clave que los electores se hagan sentir, no solo porque cada voto cuenta, sino porque los representantes ante los consejos de juventud deben ser investidos por la voluntad masiva de la comunidad y no por sectores simplemente representativos.
El entusiasmo que suscita estas elecciones se refleja en el buen número de aspirantes. Están inscritos 41.825 candidatos, 11.823 de ellos por listas independientes, 22.675 por partidos o movimientos políticos y 7.327 por organizaciones formalmente constituidas.
El Gobierno y la Registraduría han destacado que las listas cumplen con la premisa de paridad de género con la participación de 21.020 hombres y 20.805 mujeres.
Confío en que este fin de semana el principal triunfo lo obtendrá la democracia participativa, la cual apuesta con estas elecciones a que los jóvenes se posicionen en la agenda pública a través de espacios legítimos para su incidencia, confirmando lo que es innegable y saludable a la vez: ha llegado la hora de las nuevas generaciones.
No solo es el tiempo de los jóvenes, sino de la consolidación del elemento participativo como impronta de la democracia colombiana, a la manera como la entendió el constituyente de 1991 y como lo han entendido los responsables de su desarrollo legislativo.
La participación de los jóvenes es un derecho inalienable que no puede ser pospuesto.