Opinión
La diáspora colombiana
La diáspora colombiana es fuerte, está regada por todo el mundo, y este año simboliza la justicia, la pronta y cumplida justicia que aquí extrañamos.
Juan Manuel Merchán nació en Bogotá hace 61 años. A los 6 años emigró a Nueva York con su familia; su padre era militar. Lavó platos, repartió comida, trabajó en un supermercado y fue el primero en su familia en estudiar en la universidad. El 15 de abril, Juan M. Merchan, sin tilde, como juez de la Corte Suprema del estado de Nueva York, presidirá el primer juicio penal contra un expresidente de los Estados Unidos. Este acontecimiento está grávido de simbolismos.
Donald Trump lleva años acusando a los inmigrantes de envenenar la sangre de la nación. Los llama violadores, criminales y narcotraficantes. Hace poco, en uno de sus falsos relatos habló de un médico encargado de una institución para enfermos mentales en América del Sur que se había quedado sin oficio porque todos sus pacientes fueron enviados a los Estados Unidos. También los acusa de “hablar idiomas que en este país nadie conoce, es una cosa horrible.
”En su gobierno prohibió el ingreso de ciudadanos de varios países musulmanes. Ahora Donald Trump será juzgado por un inmigrante.
Hay otro simbolismo que resuena particularmente entre los colombianos. Llevamos medio siglo escuchando los nombres de criminales colombianos que retumban en los tribunales de los Estados Unidos. Desde Griselda Blanco, son centenares los acusados de tráfico de estupefacientes llevados ante la justicia de ese país: Benjamín Herrera Zuleta (el Papa Negro de la cocaína), Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, José Santacruz Londoño, Helmer ‘Pacho’ Herrera, Carlos Lehder, Jorge Luis Ochoa Vásquez y sus hermanos Juan David y Fabio, Gonzalo Rodríguez Gacha, Pablo Escobar y Daniel Barrera Barrera, entre muchos otros, sin mencionar los banqueros acusados de lavado de activos y los colombianos condenados por fraude bancario, como Alberto Duque y Camilo Bautista. Ahora el reo que será conducido ante los estrados es un expresidente de los Estados Unidos que podría ser condenado por un juez colombiano. Si el jurado encuentra culpable a Trump, será Juan M. Merchan quien determine cuánto tiempo debe pasar en prisión. Desde el 15 de abril Trump estará a merced de Merchan. El expresidente ha dicho que Merchan “es un juez que odia a Trump y cuya esposa y familia odian a Trump”. Merchan no aceptó la recusación que presentó Trump en su contra porque el juez envió una donación de 15 dólares a la campaña de Joe Biden.
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En 2022, el juez Merchan presidió el juicio penal contra la Organización Trump. El jurado condenó a la compañía por fraude tributario y otros delitos. Merchan impuso la pena máxima, una multa de 1,6 millones de dólares.
El juicio que se inicia en abril gira en torno a falsificación de documentos. Se acusa a Trump de hacer aparecer como honorarios profesionales lo que fue en realidad un pago hecho por su abogado a una actriz porno para comprarle su silencio. El abogado le giró 130.000 dólares a la dama, con la cual Trump tuvo una efímera relación. Ella amenazó con hablar del affaire pocos días antes de las elecciones de 2016 en que Trump resultó elegido. El abogado obtuvo un préstamo por esa suma hipotecando su casa. Cuando Trump ya estaba en la Casa Blanca, giró varios cheques firmados por él mismo al abogado a título de reembolso. En la contabilidad los registró como honorarios de abogado cuando sabía que correspondían al silencio de la doncella.
El juicio debía iniciarse el 25 de marzo. Los abogados de Trump pidieron aplazamiento, pues acababan de recibir miles de documentos sobre el caso. Merchan rechazó la solicitud. Reprendió a los abogados por haberse demorado meses en solicitarlos y les dijo que el error, o la voluntaria dilación, no podían utilizarlo a su favor. El juez también silenció a Trump, prohibiéndole atacar a los testigos, fiscales y jurados.
Trump enfrenta otros tres juicios penales, pero no es seguro que se inicien este año.
El otro simbolismo que representa Juan M. Merchan es el de la diáspora colombiana. Muchos, pero muchos colombianos a lo largo de varios decenios tuvieron que haberse convertido en inmigrantes para que un día uno de ellos llegara a ser el juez encargado de presidir el primer juicio penal contra un expresidente de los Estados Unidos. La diáspora colombiana es fuerte, está regada por todo el mundo, y este año simboliza la justicia, la pronta y cumplida justicia que aquí extrañamos.