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La esquiva paz

La unión representa la fuerza.

David René Moreno Moreno
3 de julio de 2024

Excepto un reducido número de nefastos personajes que se benefician de los secuestros, de las extorsiones, del narcotráfico, del contrabando, de la minería ilegal y en general de la corrupción, el resto de los colombianos buscan la paz, anhelan que haya un momento en nuestra convulsionada historia en que cualquiera se pueda movilizar sin temor por las carreteras, las vías rurales, el campo, los pueblos y las ciudades; caminar libremente sin que lo asalten o lo asesinen, sin la desconfianza porque le roben el celular o el reloj, sin recelo de ser boleteado, que le clonen la tarjeta del banco o le roben los espejos, las llantas o los limpiabrisas del vehículo.

Todo lo que buscan los colombianos de bien es que haya seguridad en el territorio nacional, ya que es un elemento transversal al progreso, a la inversión de capitales, bien sean nacionales o extranjeros, a la mayor producción, a la exportación, al empleo y, por consiguiente, a que haya una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos. Lo que ambiciona la sociedad es que haya justicia oportuna y real, a que esta sea un elemento disuasivo ante el delito y no se convierta en un elemento decorativo con el cual juegan a la política quienes buscan atornillarse en el poder. Las decisiones gubernamentales de proteger a quienes están al margen de la ley y de ofrecer nuevas oportunidades a quienes la violentan repetidamente sólo genera permisividad, impunidad y más delito.

Los delincuentes son una minoría que está imponiendo su voluntad a más de 50 millones de colombianos; el Gobierno no es ciego, conoce perfectamente la situación, pero se deja manosear y no aplica con berraquera el peso legítimo y constitucional de sus instrumentos coercitivos para implantar el orden y mantener las libertades. La guerra contra Colombia tiene que producir muy buenos dividendos a los pocos que la promueven, si no, no habría este grado infame de hostilidad al que han sido sometidos por más de cinco décadas los colombianos, ni tampoco existirían grupos delincuenciales que cometen masacres, desafían la autoridad e imponen condiciones cuando se van a sentar supuestamente a dialogar.

Está demostrado que a pesar de que algunos gobiernos se extralimitan en sus ofrecimientos para tratar de lograr una paz, incluyendo la impunidad ante crímenes de lesa humanidad, lo cual la convierte en la madre de todos los delitos, la violencia en cualquiera de sus formas es tan productiva que siempre habrá disidencias que continúan delinquiendo y vuelven al monte con sus fechorías de secuestro, intimidación, boleteo, reclutamiento de niños, narcotráfico, violaciones, ataques a la población civil, a la fuerza pública y terrorismo contra la infraestructura pública y privada.

Sin ser ave de mal agüero, se puede afirmar que dado el actual panorama político, nunca habrá paz total y verdadera en el país; mientras haya una Constitución que establezca unidad, justicia, igualdad, libertad, paz y prosperidad para todos y en la misma se establezcan diferencias por el origen de las personas, o se instituya el delito político que encubre crímenes de lesa humanidad como las masacres, o existan autoridades y leyes diferentes para los grupos étnicos, o cuando las personas se sienten diferentes por el color de la piel, o cuando desde la cabeza del poder ejecutivo se intimida con el uso de las “fuerzas populares” para posiblemente amedrentar las investigaciones en su contra, son motivos para que no haya paz.

Las elecciones de 2026 se acercan a pasos agigantados y los colombianos están desesperados con muchas decisiones políticas de la ideología izquierdista que mal gobierna. Se debe impedir la complicidad de los colombianos que sienten que están violando sus derechos y los de su entorno y no se pronuncian.

Debemos ser conscientes de que los egos y las ambiciones personales son los elementos que atomizan los votos, favoreciendo a la izquierda en el campo político, así como también que estos se convierten en el palo en la rueda que impiden lograr el progreso y la prosperidad, pues dificultan que haya un solo candidato que represente realmente las aspiraciones de la mayoría de los colombianos. La paz es esquiva y solo la unión hace la fuerza.

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