Opinión
La estafa emocional es un delito
Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido víctimas de algún estafador emocional, es una experiencia devastadora y traumática que además deja heridas en el alma en ocasiones imposibles de sanar.
Un estafador emocional es quien utiliza el engaño, con el ánimo de producir un perjuicio a otro. Es aquel que utiliza la mentira para defraudar a la persona con quien estableció un compromiso afectivo, basado en lealtad, honestidad, buena fe y confianza.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido víctimas de algún estafador emocional, es una experiencia devastadora y traumática que además deja heridas en el alma en ocasiones imposibles de sanar.
Desde mi experiencia personal y por la cantidad de personas que acompaño en mi consulta, soy testigo de cómo este flagelo de la sociedad está rompiendo corazones, destrozando matrimonios y desgarrando familias.
Quienes nos dedicamos a acompañar, a sanar y a guiar a las víctimas de los estafadores emocionales, estamos altamente preocupados con el desbordamiento que están teniendo las personas vulneradas en términos de salud mental.
Nos encontramos viviendo en una sociedad, en la que todo es permitido y el relativismo moral, ha conducido a este tipo de impostores a pasar por encima de otros, rompiendo vidas, sin ninguna consecuencia ni sanción.
Situaciones cotidianas como el adulterio, la infidelidad, la violencia de género, la violencia psicológica, el maltrato emocional, el abandono de hogar y la irresponsabilidad en todas sus expresiones, pasan ante nuestros ojos y en nuestros vínculos más cercanos, sin que se les dé la atención y la relevancia que merecen para construir una sociedad ética y justa para todos.
En el código penal encontramos el siguiente párrafo:
“El culpable de estafa será castigado con la pena de prisión, para la fijación de la sanción, se tendrá en cuenta el quebranto causado al perjudicado, la relación entre este y el defraudador, los medios empleados por este y cuantas otras circunstancias sirvan para valorar la gravedad de la infracción.
En este delito se protege la buena fe y las relaciones de confianza. Se examina si la conducta va acompañada de una maquinación o maniobra fraudulenta.
Solo se consuma el delito de estafa si existe dolo, es decir, conciencia y voluntad de engañar a otro, produciéndole un daño o perjuicio”
Me pregunto entonces; ¿esto no es aplicable a la estafa emocional?
¿Es más grave para un ser humano que se le robe lo material a que se le robe o destruya su integridad moral?
¿Por qué si alguien te roba tu reloj o tu dinero podría ir a la cárcel, pero, en cambio, si te roba tu dignidad y te destruye tu moral, puede seguir tan campante por la vida?
Una persona que es una estafadora emocional es un ser traidor, es una máquina de hacer heridas que va destruyendo vida tras vida, siendo este un comportamiento patológico y típico del que jamás tomara conciencia, si la sociedad ni la vida le trae consecuencias.
Vamos a intentar modificar este párrafo del código penal, el cual para hacer justicia a tantas víctimas, hombres, mujeres, niños y familias enteras; debería reescribirse así:
“El culpable de estafa emocional será castigado con la pena de prisión o una sanción económica o social, para la fijación de la sanción, se tendrá en cuenta el quebranto moral, físico, emocional y psicológico causado al perjudicado, la relación entre este y el defraudador, los medios empleados por este y cuantas otras circunstancias sirvan para valorar la gravedad de la infracción. En este delito de estafa emocional se protege la buena fe y las relaciones de confianza. Se examina si la conducta va acompañada de una maquinación o maniobra fraudulenta, que realizo el estafador emocional para engañar y afectar a su víctima en términos de su salud mental, física, su estabilidad económica y su integridad moral.
Solo se consuma el delito de estafa emocional si existe dolo, es decir conciencia y voluntad de engañar a otro, produciéndole un daño o perjuicio emocional, psicológico, físico, económico o moral” Quizá entonces aquellas personas que van por la vida dañando vidas, satisfaciendo sus sentidos, sin la más mínima conciencia del daño que causan a quienes atropellan con su inmadurez y egocentrismo, podrán recibir la sanción que se merecen.
Me gustaría invitar a los estafadores emocionales a visitar los cientos de consultorios y de hospitales, en donde se encuentran aquellas personas quienes caen en enfermedades graves como cáncer, ataques al corazón, enfermedades digestivas, contracturas musculares paralizantes, intentos de suicidio, depresiones crónicas, trastornos de ansiedad y ataques de pánico entre otros.
Lo grave es que los estafadores emocionales carecen de empatía y jamás se ponen en los zapatos del otro, solo viven para alimentar su ego, su vanidad, su adicción a la conquista y su necesidad de aprobación narcisista.
Por estas razones aquí expuestas me pregunto, ¿por qué se penaliza la estafa financiera y no se penaliza la estafa emocional?
¿Vivimos en una sociedad tan decadente que se le da más valor al dinero y a lo material que a la dignidad humana y al alma de las personas?
La ética y la espiritualidad, los principios y los valores deberían ser honrados por nuestro sistema judicial y por la justicia social, pero estamos lejos de lograrlo, mientras los inconscientes sigan violando todas las normas de convivencia y moral, jamás podremos heredarles a nuestros hijos un mundo más humano.
Yo he sido víctima de muchas de estas crudas realidades, por esta razón, desde mi propio dolor y experiencia me dedico ahora a ayudar a otros a superarlo.
Me he convertido en una activista espiritual que, trabajo día a día por defender y restaurar a quienes no tienen voz, pues han gritado tanto de dolor e indignación, que sus vidas han caído en la falta de sentido y en la tristeza que genera el sentirse solo, pisoteado y abandonado, en medio de una sociedad que no actúa, que no hace nada, por defender la ética y la moral, hasta que esta desgracia le toque a su propia puerta.
Llegue a creer que en su mayoría éramos solo las mujeres quienes éramos víctimas de la infidelidad, de la violencia de género, de la violencia psicológica y física, cuando yo lo experimente en mi propia piel.
Hoy recibo en mi consulta a hombres y mujeres por igual y con las mismas llagas sangrantes de dolor e indignación, pues uno de los dolores más devastadores es el de la traición y desafortunadamente el mundo está lleno de personas que imitan los antivalores de Judas.
Cuando se me derrumbó mi vida y se me desgarró el alma, me levanté del piso para recuperar mis fuerzas y juré que me dedicaría a dar esta batalla espiritual, por reclamar los derechos de quienes como yo en aquellas ocasiones sentimos que nos arrancaban la piel y la dignidad.
Es por esto que hoy me atrevo a escribir estas líneas, pues quiero honrar e inclinar mi cabeza ante todas aquellas personas que lloran en soledad y en silencio; mordiendo la almohada y mordiéndose su propia alma, pues poco o nada pueden hacer para detener a estas legiones de seres rotos que destruyen a tantas personas de bien, empezando por los niños quienes cargan traumas eternos, porque sus padres no se preocupan por dejarles al menos el ejemplo de la honestidad y la ética del comportamiento.
Somos muchas las mujeres que hoy tenemos voz, Shakira con sus canciones, otras mujeres pintoras y escultoras, otras periodistas y otras amas de casa dedicadas a cuidar a sus hijos. Yo como coach de vida y escritora de literatura espiritual, levanto mi voz para pedirle a quien haya sido víctima de un estafador emocional, o que esté cerca de un ser amado, que esté sufriendo por este delito, que se una a todos los hombres, mujeres y niños que queremos ponerle fin a este sufrimiento, que está desintegrando nuestro tejido familiar y social.
A los jueces, a las autoridades, a los sacerdotes, a los maestros y a todos quienes podamos aportar un granito de arena, elevemos nuestras acciones y nuestras plegarias para detener a los perpetradores que irrumpen en nuestra paz interior, devastando nuestras vidas y nuestros sueños.
No todos pueden restaurarse, no todos logran superar el trauma y el dolor, pero quienes lo hemos logrado después de mucho trabajo personal espiritual, podemos tomarnos de las manos, denunciar y no callar, hasta generar una conciencia social capaz de transformar nuestra dolida y rota humanidad.
Mi píldora para el alma:
¡Levántate! Cuando te han humillado, cuando te han pateado el alma y la piel, ¡es cuando brota de tus entrañas la poderosa fuerza de tu espíritu!
¡Transforma tu dolor en una virtud que pueda aportarle valor espiritual al mundo! No te rompas a ti mismo por mantener completos a los demás...
*Paula López Espinosa es escritora de literatura espiritual y coach de vida. @paulalopezescritora