Opinión
La guerra es negocio muy rentable del imperialismo norteamericano
Esta economía de guerra garantiza la hegemonía, estimula conflictos y es clave en el comercio exterior estadounidense.
Analizar la economía de las grandes potencias exige ver el significado que tiene la guerra para ellas, y por qué militarizan su economía. Pasó con la Alemania de Hitler y el socialimperialismo soviético, que relegaron la producción de bienes de consumo masivo por la de armas.
En 1939, las fuerzas terrestres germanas tenían 2.800.000 hombres; las aéreas, 300.000; la marina, 250.000, y las SS, más de 35.000. Contaban con 4.300 aviones de combate, acorazados, cruceros ligeros, destructores y submarinos. Violó el Tratado de Versalles y el resto se conoce (J. G. Paz, 2019).
En 1982, la Unión Soviética, con el Pacto de Varsovia, tuvo 4.000.000 de soldados en 173 divisiones, 1.920 cazabombarderos, 4.370 aviones interceptadores, 600 de reconocimiento, 865 tácticos, 350 bombarderos, 21 cruceros, 182 destructores, 551 patrulleras rápidas, 258 submarinos, 179 antisubmarinos, 42.500 carros de combate, 20.300 lanzadores de misiles, 31.800 morteros, 78.800 vehículos de infantería, 1.700 helicópteros de apoyo, 960 misiles nucleares de corto alcance y más de 2.500 de alcance medio. Fuerza descomunal, caída con el Muro de Berlín en 1989 (Ceseden, mayo de 1984).
En enero de 1961, el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, denunció la conjunción entre un “inmenso establecimiento militar y la gran industria de armas”, que definió como “complejo militar industrial”. Joan Robinson precisó: “Lo más conveniente para un Gobierno es gastar en armamentos. El complejo militar-industrial tomó el mando” (1971).
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Aunque dicho gasto decayó algo tras el cataclismo soviético, revivió luego del 11-S. Entre 2000 y 2023 sumó 15,2 billones (millones de millones) de dólares y 19,48, a precios constantes de 2022, igual a 2 de cada 5 del valor mundial total, y al 70 por ciento del PIB norteamericano de 2023 (cálculo con base en el Sipri).
No es fácil describir la máquina militar de Estados Unidos, asentada en 750 bases en el mundo y 175.000 tropas desplegadas afuera de sus fronteras (Soberanía, n.º 2). El Ejército (U.S. Army), con 1.073.000 efectivos, cuenta con 25.000 vehículos pesados, entre tanques, antiminas y de ataque, y junto con la Guardia Nacional y la Costera operan miles de aviones de ala giratoria y helicópteros. La Fuerza Aérea (U.S. Air Force), con 495.879 uniformados, supera 3.000 cazas y 150 bombarderos de los tipos B-1, B-2 y B-52; cientos de aviones tanqueros, de reconocimiento, transporte, entrenamiento, servicios médicos y más de 420 helicópteros. La Armada (U.S. Navy), con 336.000 personas y 102.000 reservistas, tiene 470 embarcaciones, activas y en reserva, de ellas 11 portaviones, que cargan 960 unidades, 51 submarinos de ataque, 75 destructores y cruceros nucleares.
La tríada nuclear, pilar de la seguridad de Estados Unidos, la conforman 400 misiles Minuteman III, que se modernizarán a 2029; los 14 submarinos Ohio –reemplazados en 2030 por los Columbia– son plataformas de lanzamiento de misiles que transportan hasta 20 balísticos con múltiples ojivas, de las 5.044, que aún conserva, y el intercontinental Trident II D5. Además, una flota de bombarderos compuesta de 46 aviones B-52H Stratofortress y 20 B-2A Spirit (DoD).
No se habla ya de complejo militar-industrial, sino del “establecimiento de la seguridad nacional”, al agregar congresistas patrocinados, centros de pensamiento y medios afines, en cuya base están los gigantes contratistas Lockheed Martin, RTX, Northrop Grumman, General Dynamics¸ Boeing y BAE Systems (quincyinst.org, 1/10/24).
Desde 2017 fluyen contratos por más de 50.000 millones de dólares destinados al grupo combinado entre las gigantescas tecnológicas Microsoft, Amazon, Google, Oracle, Hewlett Packard, Dell, Motorola e IBM y “cientos de nuevas empresas” de inteligencia artificial, soportadas por firmas de capital de riesgo, entre las que se encuentra Sequoia Capital, que dio 7,8 millones de dólares a la campaña de Harris y 3,5 a la de Trump (Watson Institute, 17/4/24, opensecrets.org).
Esta economía de guerra garantiza la hegemonía, estimula conflictos y es clave en el comercio exterior estadounidense. Ucrania importó 4,9 por ciento del mercado de armas en 2023 y, entre 2019 y 2023, Estados Unidos vendió 69 por ciento de las armas importadas por Israel, aceleró en 2023 y 2024 contratos de 1.000 bombas guiadas y proyectiles, aprobó suministrarle cazas F-15 y F-35 y bombas de 500 libras, y ambas industrias armamentísticas cooperan en defensas antimisiles (Sipri).
El poderío de superpotencia de Estados Unidos va junto con jugosas exportaciones de armamento, 42 por ciento del total mundial, mediante 42 empresas entre las 100 mayores del sector en el mundo, con ingresos por 302.000 millones de dólares en 2023 (Sipri). Negocio montado sobre miles de cadáveres, con rentas extraordinarias. Al imperialismo no le sirve la paz.