OPINIÓN

La historia que no cuenta Bolton

Leí con detenimiento la versión de Bolton en su libro 'La Habitación donde ocurrió: memorias de la Casa Blanca', sobre sus fracasadas gestiones para sacar a Maduro del poder. En 48 páginas terminó lavándose las manos.

Javier Gómez, Javier Gómez
24 de junio de 2020

Dice un dicho por ahí que “no es prudente vender la piel del oso antes de cazarlo” y esto fue lo que exactamente le sucedió al exasesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, con el fallido “Golpe de Estado” contra Nicolás Maduro en abril del año 2019.

Bolton pasó de ser un hombre de entera confianza de Trump a perder los afectos de la oficina oval, no solo por oponerse a las políticas que el presidente y el secretario de Estado Pompeo habían diseñado para mitigar las fricciones diplomáticas con Irán y Afganistán, sino por no cumplir lo que prometió: derrocar al régimen de Nicolás Maduro.

Tras calificar de incompetente a Bolton por el manejo de asuntos como el de Venezuela, Trump decidió despedirlo fulminantemente por Twitter: “Informé anoche a John Bolton que ya no se requieren sus servicios en la Casa Blanca. Tuve fuertes desacuerdos con muchas de sus sugerencias, así como otros en el gobierno”.

Leí con detenimiento la versión de Bolton en su libro La Habitación donde ocurrió: memorias de la Casa Blanca, sobre sus fracasadas gestiones para sacar a Maduro del poder. En 48 páginas terminó lavándose las manos, achacándole la responsabilidad del fracaso golpista a la oposición venezolana y a ese líder de papel que él mismo ayudó a construir y se lo metió por los ojos a Trump y al secretario Pompeo, Juan Guaidó.

Más allá de sus recomendaciones golpistas y de la propuesta de atiborrar de sanciones económicas al régimen chavista que todos conocemos, hay un episodio interesante que narra el exasesor y en él Colombia jugó un papel importante: se trata de la intentona de golpe del 30 de abril de 2019 en el que Bolton le aseguró a Trump que Maduro caería, que las condiciones estaban dadas para tumbar al líder venezolano, tras menospreciar las acciones que tomaría su adversario para impedirlo.  

Cuenta Bolton en su libro que “Padrino (Ministro de Defensa de Venezuela) había ido a reunirse con Guaidó y que pensaba decirle pronto a Maduro que ya era hora de que se marchara. Padrino se decía estar acompañado de trescientos militares que afirmaron haberse librado de los cubanos, pero después supimos que esta información (tanto el supuesto encuentro como el acompañamiento militar) era incorrecta”. Todo parece indicar que el halcón y curtido Bolton, el secretario Pompeo y la Casa Blanca, cayeron en la trampa. ¿Nunca se preguntaron Bolton, sus jefes y sus aliados que se trataba de una trampa? ¿No sería esa una estratagema para verificar la lealtad de los militares con el presidente Maduro?

Tal vez el orgullo de sentirse agraciado por el país más poderoso del mundo no le permitió a Bolton reconocer que los cubanos son maestros en inteligencia político-militar aprendida durante los aciagos años de la guerra fría; pero además su destreza la han corroborado con creces al enfrentar a su enemigo más poderoso: Estados Unidos, país del que han tenido que soportar las agresiones más audaces y violentas durante 70 años de revolución y que conocen en detalle cómo actúa la inteligencia americana y, por supuesto, al predecible Donald Trump.

Relata el curtido halcón que la “Operación Libertad” era prácticamente un hecho pues al parecer se contaba con la alianza firme de varios militares del régimen que querían salir de Maduro, pero acepta el fracaso de la operación: “Sin embargo, poco después conocimos que la información sobre la base aérea La Carlota no era verídica, y que Guaidó y López (Leopoldo que al parecer había sido liberado como parte de la estrategia) nunca estuvieron realmente dentro de dicha base. Además, en apenas unas horas se demostró que no eran ciertos los informes de que unidades militares que respaldaban a Guaidó habían tomado al menos el control de algunas estaciones de radio y televisión”. Ésta situación descontroló a Bolton y no supo darle explicaciones a Trump.

¿No sería esta una estratagema para verificar la lealtad de los militares con el presidente Maduro? ¿Estaría detrás de esta estrategia la inteligencia cubano-venezolana? ¿Convencieron a la oposición, a sus aliados estadounidenses y al llamado Grupo de Lima de que había descontento al interior de la fuerza armada y que el golpe era factible? Sin duda eso pudo haber sucedido, porque como cuentan los medios el día del supuesto golpe de Estado, López y Guaidó llegaron a La Carlota y nadie, ningún militar de la Guardia, se encontraba ahí. La respuesta a esos interrogantes nunca los vamos a saber y como era obvio, el “infalible” Bolton no los iba a contemplar en su libro.

En mi opinión la inteligencia cubano-venezolana no solo se burló de Trump, Pompeo y Bolton, también lo hizo del llamado “Grupo de Lima” que estuvo al tanto de la operación en cabeza del canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo. Literalmente les mamaron gallo. Cayeron redondos.

Y, para concluir, viene otra parte de la historia: dicen que, molestos por esta mamada de gallo, el gobierno de Colombia, creo yo que en consonancia con Bolton, decidió cobrarle a Cuba su osadía y reclamó en extradición a los cabecillas del ELN; ante el evidente rechazo del Gobierno de Diaz Cané, se abría el camino para que Donald Trump incluyera a Cuba en la lista de los países que no colaboran en la lucha contra el terrorismo. Otra parte de esta historia que no cuenta Bolton, creo yo.  

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