OPINIÓN
La ida de Aida
¿Quién le informó a la Fiscalía que Aída Merlano estaba llena de billetes y de armas en su sede? Una pregunta que en Barranquilla hacen sotto voce por temor a que despierte la ira de los poderosos.
No se necesita ser un ávido lector de novelas de la Cosa Nostra para advertir que la cinematográfica rappifuga que protagonizó la exsenadora Aída Merlano pone por primera vez los focos sobre la manera truculenta como manejan los hilos del poder la casa Char y la casa Gerlein, los dos clanes políticos que se han disputado el poder en los últimos años en Barranquilla.
No conozco a Aída Merlano, pero, por lo que me cuentan mis fuentes en Barranquilla, se trata de una mujer ambiciosa de extracción humilde y de armas tomar, que logró ascender a los círculos más exclusivos del curubito barranquillero gracias a que supo mezclar el poder y el sexo, dos afrodisiacos que ella, al parecer, pensaba que los manejaba con inteligencia.
Primero se metió al rancho de la familia Gerlein y los sedujo. Bajo su protección hizo su carrera política en momentos en que este clan era el dueño de los contratos en Barranquilla, pero luego, en las pasadas elecciones al Senado, decidió meterse con la casa Char y también los sedujo: hizo una alianza con ellos y pasó por alto la agria disputa que la casa Gerlein mantenía con los Char desde que estos últimos les quitaron muchos de los contratos de la ciudad de Barranquilla, varios de los cuales están hoy en manos de los Daes, otro clan que ha emergido desde que se inició el imperio de Charlandia.
Misteriosamente, luego de estar en la cumbre del poder, la oficina de la senadora, conocida como la Casa Blanca, es allanada y la heredera de la curul de Roberto Gerlein es capturada con las manos en la masa en marzo del año pasado.
¿Quién le informó a la Fiscalía que Aída Merlano estaba llena de billetes y de armas en su sede? Una pregunta que en Barranquilla hacen sotto voce por temor a que despierte la ira de los poderosos. Aída es condenada a 15 años por compra de votos y se va a la cárcel como si ella fuera la única política corrupta en Barranquilla. Así nadie se atreva a alzar la voz, eso no se lo cree nadie en Charlandia.
Ya en la cárcel, ella decide que va a contar la verdad sobre cómo es el trasiego de votos en la casa Char, un anuncio que debió poner muy nervioso al clan, que ha utilizado su poder para construir en los medios la imagen de que su hijo Álex es un prodigio político que transformó a Barranquilla y que por eso debe ser el próximo presidente de Colombia.
Pero además, a la decisión de Aída Merlano de contar la verdad sobre cómo hace la política la familia Char se le suma que también David Char, otro miembro del clan, ha decidido contarle a la JEP cuáles fueron las relaciones que los Char tuvieron con los paramilitares, en especial con Jorge 40 y con Don Antonio, en su meteórico ascenso al poder hace más de 12 años.
¿Quién le informó a la Fiscalía que Aída Merlano estaba llena de billetes y de armas en su sede? Una pregunta que en Barranquilla hacen sotto voce por temor a que despiertela ira de los poderosos.
Antes de que pueda cumplir su cita con la justicia, Aída Merlano protagoniza una fuga cinematográfica, hecha para que todos viéramos que se fugaba. La cámara de la oficina estaba encuadrada y abajo; cuando se descolgó por la soga tenía una segunda cámara dispuesta perfectamente para mostrar cómo tocaba el piso. Una tercera cámara nos mostró cómo se montaba a la moto y se iba.
¿Por qué se fuga? ¿Acaso tuvo información de que la iban a matar y decidió escaparse antes? ¿Acaso fueron los Char los que la ayudaron a salir para que no hablara? ¿O los Gerlein? ¿La vamos a volver a ver? ¿La captura de su hija la va a reblandecer y va a volver para contarnos la verdad que nos debe?
De todas formas, su fuga y posterior “desaparición” deja muy mal parados a la casa Gerlein y a la casa Char porque son ellos los más beneficiados con su silencio. Ojalá esta vez la justicia no se haga la de la vista gorda e investigue lo que hace mucho ha debido investigar.