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La iguana y la gallina

En Colombia, como en otras partes del mundo, el gallinero de los descalificadores dedicados a satanizar de un lado o de otro al oponente no está orquestado.

Angelino Garzón
29 de agosto de 2024

Dicen por ahí que la iguana es un animal calmado que pone cien huevos en riguroso silencio, mientras que la gallina pone uno solo y lo cacarea a los cuatro vientos.

Es tan curioso el mundo animal que en más de una ocasión deberíamos tomar nota de sus manifestaciones.

Como esa especie de fábula nos lleva a la conclusión de que lo que no se dice no parece existir, en la vida en general, y en la política en particular, sucede que a veces olvidamos contar lo que verdaderamente hacemos y nos dedicamos a cacarear cuestiones puntuales que, a la postre, carecen de relevancia o bien están desprovistas de lo que realmente importa para el interés general.

En Colombia, como en otras partes del mundo, el gallinero de los descalificadores dedicados a satanizar de un lado o de otro al oponente no está orquestado, sino para entretener nocivamente a la ciudadanía y no hacerla partícipe de lo que realmente se ha hecho o no en cualquier labor de gobierno, sea nacional, regional o local.

Ejemplo de ello es lo que viene pasando con el presidente Petro, donde no se ha dado la visbilidad necesaria a logros clave de su gobierno como ir avanzando en la recuperación del transporte ferroviario, tan muy importante para el presente y futuro social y económico de Colombia. Al igual que viene pasando con logros importantes en materia educativa, incluyendo todo lo relacionado con las políticas de formación profesional del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), así como con los programas relacionados con la disminución del desempleo y de costo de vida.

Ese error en la escasez del mensaje de lo que se hace, por parte del presidente Petro unido a una falta de promoción de una política transparente de rendición de cuentas en las que incluya logros y dificultades, la mayoría de las veces, es aprovechada por sus opositores que no le reconocen absolutamente nada bueno, pero también por las personas incondicionales o corifeos, con el fin de imponer políticas corruptas como ha pasado en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) o improvisaciones en sectores fundamentales para la población como viene pasando actualmente en la salud y en el cumplimiento de algunos compromisos sociales que el Gobierno nacional ha hecho con diversos sectores de la población urbana rural.

Algo similar ocurre con la gestión de algunos gobernadores departamentales y alcaldes municipales que, sin negar que son buenos trabajadores y eficientes en su gestión, están más interesados en resaltar sus diferencias con el presidente de la República o con sus antecesores, que en informar ampliamente sobre los logros más importantes de su gobierno.

Como los tiempos de gobierno pasan muy rápido, por mi propia experiencia en los diversos cargos públicos que he ocupado tanto por elección popular o por nombramiento, he aprendido que por encima de las coincidencias o diferencias políticas que se tengan con los gobernantes, nuestro propósito democrático debe ser siempre el de contribuir al éxito de su gestión por la elemental razón de que, si a ellos les va bien, quien más gana es la población urbana y rural.

Más allá de mezquindades políticas, muy bien podrían alcanzar la iguana y la gallina una media ponderada que acorte sus comportamientos tan desiguales: menos cacareos y más explicaciones sobre los huevos y las cestas donde se ponen.