OPINIÓN

La ira en el hígado

Detrás de Duque está la sombra impertérrita de Álvaro Uribe, quien tiene mucha ira en su hígado y hará hasta lo imposible para que una fuerza alternativa, diferente a esa hirsuta derecha que él gobierna, llegue al poder.

Javier Gómez, Javier Gómez
28 de mayo de 2020

La destrucción del enemigo y el aniquilamiento de cualquier posibilidad de que las fuerzas alternativas logren ganar un espacio vital en medio de la corrupción y los desaciertos del Gobierno Duque en la administración de la pandemia es la estrategia con que la derecha (Centro Democrático, Cambio Radical, Partido Conservador, CJL y MIRA) está gobernando el país.

Nada es aislado, la persecución (chuzadas, seguimientos y amenazas), la mirada cómplice frente a la masacre de líderes sociales (más de 500) y desmovilizados de Farc firmantes de la paz (197 asesinatos), ponen de presente una línea de pensamiento dispuesta a la acumulación de poder de manera insospechada.

Esto no es una exageración si descubrimos cómo a diario la administración del presidente Iván Duque (Centro Democrático y coalición) viene desmantelando a pedazos el acuerdo de paz que el Estado colombiano suscribió con la guerrilla; y cómo, arropado en la emergencia social y económica y con facultades extraordinarias, gobierna a su antojo y utiliza como mampara la pandemia para redireccionar los recursos destinados específicamente a la implementación de los acuerdos y los dineros orientados a la inversión social.  

Insisto, nada de esto es aislado; agobiado por su intolerancia a las críticas por la pésima administración de la crisis generada por el virus y el favorecimiento de sectores afines a su gobierno, arremete contra la oposición con los llamados perfilamientos del Ejército a sus opositores (un noticiero  denunció que hicieron vaca de 600 millones de pesos para asesinar al senador Iván Cepeda) y periodistas; no es poca cosa para un gobierno que ahora, a través de su fiscal de bolsillo, Francisco Barbosa, se invente una investigación contra el líder de la oposición Gustavo Petro, por supuestos vínculos con la ñeñepolítica; mote que se le dio a las denuncia periodísticas -no activista- de Julián Martínez y Gonzalo Guillén, a las relaciones del narcotraficante Antonio ‘Ñeñe‘ Hernández con el presidente Duque y la financiación de su campaña en 2018.

Siempre he creído que los fiscales que han pasado por la Fiscalía no han desempeñado su cargo correctamente porque privilegiaron más los intereses políticos, la protección de sus amigos y, en muchos casos, obstaculizaron cualquier proceso que implicara a familias poderosas o aristócratas que se apropiaron de los recursos y las funciones del Estado e incluso sus relaciones con el narcotráfico. Según Álvaro Uribe, durante su gobierno ejerció el mejor fiscal de todos los tiempos: Luis Camilo Osorio; un ejemplar pérfido que engavetó premeditadamente las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos, los crímenes de las Convivir y persiguió a quienes realizaban esa tarea hasta sacarlos del país. Pues bien, similar a este espécimen, es Barbosa, un hombre ladino y falto de carácter, lo cual lo hace aún más peligroso.

A este hombre que no tenía ningún tipo de credenciales para llegar a tomar las riendas de la Fiscalía se le apareció la virgen: su amigo Duque -a quien también se le apareció la virgen por obra y gracia de su caudillo y tutor Uribe Vélez- decidió hacerlo fiscal; y este -Barbosa- en contraprestación decide abrir una indagación contra el líder de la oposición “dizque” por haber tenido nexos con la ñeñepolítica. Trama más burda no puede haber. Toscamente se refleja una línea de pensamiento que busca eliminar al enemigo político utilizando estrategias ordinarias, muy al estilo uribista.

No sé si esto tenga que ver con la serie ‘Matarife‘ o el asedio a que es sometido incesantemente por las redes sociales (no hablo de los medios de comunicación que lo tratan a placer) el Caudillo, del cual sabemos su inocultable influencia sobre el presidente Duque (quien lo llama el presidente eterno); pero lo que sí es cierto es que utilizar la Fiscalía para buscar sacar del juego político a su más enconado rival de la arena política Gustavo Petro, desvela a todas luces los propósitos de beneficiarse del miedo (como estrategia para perseguir y amenazar) y radicalizar la atmósfera política para allanar el camino que permita la permanencia en el poder (2022) de un proyecto político similar al que llevó a Uribe Vélez a la presidencia en 2002.

Detrás de Duque está la sombra impertérrita de Álvaro Uribe, quien tiene mucha ira en su hígado y hará hasta lo imposible para que una fuerza alternativa, diferente a esa hirsuta derecha que él gobierna, llegue al poder. Lo dijo recientemente: “El país no se los vamos a entregar a la izquierda extrema”; sin duda hará lo que sea; el posconfinamiento que nos espera, no es nada alagüeño.

@jairotevi

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