OPINIÓN
La ministra de Minas y Energía definitivamente está en el lugar equivocado
Sus constantes salidas en falso, así como su desconocimiento del sector, demuestran claramente lo inconveniente de su nombramiento. Estoy segura que en las filas de los partidos de gobierno hay gente con las calidades que demanda el cargo.
Los terraplanistas son un movimiento que existe actualmente, pues a sus miembros no les es suficiente la vasta evidencia científica y teórica recogida durante siglos. Justo este fin de semana, cientos de ellos estuvieron reunidos en Barcelona en lo que se llamó el “Tercer Encuentro de Tierra Plana”, evento en el cual se autodenominaron héroes. Para ellos la Tierra jamás ha sido ni será redonda.
Existen también teorías que afirman que el cambio climático no existe. Los “negacionistas” tienen ideas variopintas sobre el origen del aumento de la temperatura global. Lo cierto es que tenemos varios tratados y convenciones sobre el cambio climático, firmados por varios Estados.
Al igual que los terraplanistas, el movimiento negacionista es apoyado por distintos sectores, entre los que se encuentran organizaciones religiosas, personalidades políticas, grupos económicos y algunos científicos solitarios. Sin embargo, de acuerdo con un reciente estudio de la Universidad de Cornell, el 99,9% de los artículos científicos revisados por pares, de un universo en 88,125 investigaciones relacionadas con el clima, prueban que el cambio climático es un fenómeno causado principalmente por acciones de los seres humanos.
Algo similar ocurre con aquellos que abogan a favor del “decrecimiento”, el cual se soporta en investigaciones importantes como la encomendada por el Club de Roma al MIT en 1972, titulada “Los límites del crecimiento”.
El profesor Serge Latouche es uno de los principales exponentes de la corriente del “decrecimiento”, argumentando que esta es un conjunto de teorías que se unen en una bandera política. Sobra decir que, luego de revisar varios documentos sobre el tema, es claro que este movimiento no tiene cabida dentro del sistema capitalista, siendo más afín al ecosocialismo. Es importante recalcar que hasta el momento en ningún país se ha puesto en práctica esta corriente ni sus teorías de manera exitosa.
Latouche pasó una larga estancia en Laos y en África, después de lo cual quedó convencido de que la sociedad tenía que decrecer. Para él, la vida en Laos es maravillosa. Hay que recordar que Laos es uno de los cinco países netamente socialistas que existen en el mundo, junto con China, Corea del Norte, Cuba y Vietnam. Para Latouche, el estilo de vida de los moradores de Laos es bueno; sin embargo, distintos observadores internacionales consideran que las políticas del gobierno de ese país empobrecen y socavan los derechos de los más vulnerables, o al menos eso piensa Naciones Unidas.
Un cuarto de la población de Laos vive por debajo del umbral de pobreza y el 80 % subsiste con menos de 2,5 dólares al día. Es importante recordar también que Latouche ha estado inscrito en el partido comunista y se ha considerado marxista.
En una arista distinta a la del “decrecimiento” encontramos al concepto de “desarrollo sostenible”, el cual es ampliamente avalado y acogido por la mayoría de países del mundo. El informe Brundtland de 1989 es su punto de partida, consolidándose luego en la cumbre de Río de 1992. Existe en la actualidad una agenda 2030 de la cual hacen parte los países miembros de las Naciones Unidas.
Los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible y las 169 metas de esta agenda hacen parte de un plan ordenado para que el planeta crezca de manera sostenible.
El concepto de “desarrollo sostenible” ha derrotado a la narrativa del “decrecimiento”, pues en el mundo y la realidad actuales este último concepto no es viable.
Una cosa son las ideas y otra bien distinta es la realidad. Y la realidad del discurso de la ministra es que existe un consenso mundial que va en contravía de la corriente del decrecimiento, ya que se ha decidido de manera conjunta crecer de manera sostenible, para lo cual están trabajando buena parte de las naciones del mundo.
Exigir a las naciones que decrezcan es ilógico, inconcebible, irrespetuoso e irresponsable. Los países no exigen los unos a los otros, más bien aconsejan o sugieren. Eso solo demuestra adicionalmente su inexperiencia en el mundo diplomático y confirma su desconexión con la realidad.
Hay que recordar que Colombia no es Laos, y que tampoco queremos que lo sea en un futuro, pues deseamos que esta sea un país próspero, no sometido a la pobreza “ecológica”, sino al desarrollo pleno de todos sus ciudadanos.
Así las cosas, la corriente que avala el “decrecimiento”, al igual que el movimiento de los “terraplanistas” o de los “negacionistas” del cambio climático, tiene sus adeptos, pero mayoritariamente en el mundo hay consensos que demuestran que están equivocados. Por esa razón, casi todos pensamos que la Tierra es redonda, que el cambio climático existe y que no hay que decrecer, sino crecer sosteniblemente.
Más allá de las continuas salidas en falso de la ministra, equivocaciones que han demostrado sobradamente su desconocimiento en materia de minas y energía, hay que oír su discurso, el cual es terriblemente peligroso para el futuro del país, pues está en su imaginación, ya que en la práctica no existe ni ha existido nada parecido, y ciertamente Colombia no es un país para experimentar. Ella ha afirmado varias veces que está aprendiendo, y no necesitamos Ministros que aprendan, se necesita gente docta y especializada en los temas.
La señora Vélez debe renunciar o debe ser destituida, bien sea vía moción de censura o porque el presidente rectifica este desafortunado nombramiento. De lo contrario, días muy oscuros vendrán para Colombia, peores que cuando vivimos el apagón. Definitivamente, está en el lugar equivocado.