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La moda masculina y la angustia de un hombre “suave” colombiano: Carlos Valenzuela

Aura Patricia Bolivar Jaime
5 de junio de 2006

La propuesta presentada el pasado primero de junio en la “pasarela atmósfera”, del Círculo de la moda de Bogotá, por el diseñador colombiano Carlos Valenzuela me sorprendió. Los hombres estaban cuidadosamente camuflados detrás de unos pasamontañas muy modernos y unas gafas aerodinámicas como de piloto de fórmula uno, y lo único que daba muestra de su identidad eran sus ojos. De hecho en algún momento me pregunte: ¿Qué me garantiza que son hombres?

Por supuesto, todos eran hombres. Se sentía, se olía y se observaba en su lenguaje corporal. Transmitían virilidad y fuerza, cosas que sólo se pueden expresar con los ojos del universo masculino. Esto me pareció muy tierno, ya que sus miradas comunicaban la totalidad de los diseños que lucían. Carlos Valenzuela vende un masculino en transformación y en confrontación, situación en la que se encuentran los hombres contemporáneos colombianos, lo cual hace a su propuesta muy atractiva. Me quedó muy claro que es indispensable que las mujeres los miremos más a los ojos. No en vano la sabiduría popular dice que “son el espejo del alma”, que “cuidado con el mal ojo”, que “el amor es ciego” o que “ya le eché el ojo”.

Para mí los ojos de un hombre son una primera puerta. A pesar de que las máscaras generaban una cierta asexualidad, a través de las miradas masculinas y “suaves”, de los cuerpos en movimiento y de los diseños, se respiraba en el ambiente la sensualidad del hombre colombiano. Siempre lo he dicho: la moda y la ropa para hombres es más interesante. Ellos son mejores consumidores. La prueba está en los almacenes del señor Arturo Calle, que son cada día mejores que las tiendas femeninas. Y también cuento definitivamente a los pertinentes diseños masculinos de “Valenzuela industries” .

Yo los compraría con una doble función. Por una parte los ofrendaría a los hombres con los que comparto, pero también los usaría. Porque, aunque soy una mujer, me encantó la caída y el corte de sus pantolanes, la colección de los camuflados de múltiples bolsillos, y especialmente los abrigos y las chaquetas largas.

Además a Carlos le lucen sus diseños y eso seduce. Cuando tuve la oportunidad de hablar con él me gustó su sinceridad. Está convencido de lo que hace y no niega su condición femenina. Por esta razón lo defino como “suave”. Pero además está en busca de su condición masculina como colombiano y como arquitecto dedicado al discurso de la moda.

Aclaro para los lectores que entiendo como hombre “suave” aquel que asertivamente levanta o muestra su espada sin necesidad de herir a los otros. Porque mostrar la espada no significa necesariamente pelear y sugiere una alegre firmeza. Es un viaje hacia la suavidad, hacia la receptividad, o hacia el desarrollo del lado femenino que los hombres contemporáneos han emprendido. Pero aún les queda mucho por recorrer y no hay punto de llegada.

A veces tengo la sensación de que a los hombres colombianos se les olvidó la angustia del hombre “suave”. Afortunadamente esa noche la creatividad de lo sagrado, a través de Valenzuela, me regaló la certeza y la fe de que el inconsciente colectivo de los hombres colombianos presentes, y los que sigan llegando, se puede sanar. Adelante en su búsqueda, señor Valenzuela, no dude y siga sus instintos y entrañas masculinas. Gracias por revelar y dar mayor compresión de los hombres “suaves” que este país tanto necesita.

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