Opinión
La pelea por el “centro”
¿Por qué Alejandro Gaviria no admite primero y públicamente que el Partido Liberal que lidera César Gaviria lo apoya?, ¿qué lo avergüenza?, ¿qué o quién se lo impide?, ¿sus asesores?
En la medida en que avanza la campaña presidencial, las tensiones entre los precandidatos empiezan a aflorar. Pero, sin duda, el que más bandazos ha dado en los últimos días es el candidato de Juan Manuel Santos y César Gaviria, el exrector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria.
Parecería que sus asesores le hubieran dicho que se pusiera las pilas, y él entendió que tenía que atacar a sus contrincantes. Su objetivo fue Federico Gutiérrez. En una entrevista lo calificó de “facho” y de ser un candidato de “derecha dura”. Con gran asertividad, en el intercambio de mensajes que se hicieron por las redes sociales, Fico le contestó a Gaviria con una pregunta muy interesante, “¿dónde compraste la franquicia del centro?”.
Al “progresismo” le encanta apropiarse del derecho de impartir y poseer verdades absolutas. Alejandro Gaviria, que es un intelectual y actúa con pleno convencimiento de ello, debería comprender que nadie lo ha nombrado juez para señalar a qué espectro político pertenecen los demás. Pero parece que se está dejando llevar más por los impulsos pasionales de sus asesores que de sus convicciones. ¿Dónde quedaría la ética de la que tanto se ufanaba?
Resulta que el grupito santista en el que, por supuesto, están Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Roy Barreras, Juanita Goebertus, Juan Manuel Galán, Angélica Lozano, Claudia López y Sergio Fajardo están convencidos de que defender la paz de Juan Manuel Santos y sus acuerdos de La Habana los convierte en seres especiales y superiores frente a aquellos que piensen, opinen y se atrevan a plantear opciones diferentes de gobierno. Pero, al igual que Santos, muchos de los ya mencionados se caracterizan por ser politiqueros, clientelistas y vividores de la burocracia estatal.
El país sabe que la paz de Santos fue una gran repartición de mermelada, puestos y contratación. Solo eso les garantizó tranquilidad frente a la torcida del cuello que le hicieron a los resultados en las urnas cuando perdieron el plebiscito y ganó el ‘no’.
Alejandro Gaviria, al mejor estilo de su creador, es decir de Santos, cree que puede hacer alianzas y negarlas. Gaviria también le reclamó a Fico no solo por su supuesta posición de “derecha dura”, sino que casi le exigió que le dijera al electorado en qué orilla política se encuentra. En ese sentido, ¿por qué Alejandro Gaviria no admite primero y públicamente que el Partido Liberal que lidera César Gaviria lo apoya?, ¿qué lo avergüenza?, ¿qué o quién se lo impide?, ¿sus asesores?
Por otra parte, Sergio Fajardo dijo en varias entrevistas, durante esta semana, que mientras Gaviria tenga el respaldo del otro Gaviria la unión del centro era imposible, y ya sabemos también que Fajardo prefiere ir a ver ballenas antes que salir a votar por Petro. Lo sorprendente es que Alejandro Gaviria admitiera que sí estaría dispuesto a la posibilidad de aliarse con Petro, a quien el juez ideológico calificó ahora de pertenecer al centro. ¿Petro de centro? Y ¿Fico “facho”?, ¿qué le pasa a Gaviria?
Por otra parte, y volviendo a Fajardo, todo parece indicar que el precandidato de la ‘Coalición de la Esperanza’ sacó las uñas y se aburrió de que lo hubieran puesto a pedalear una candidatura para terminar trabajando para otro, es decir, para Alejandro Gaviria. Por eso, subió el tono y lo confrontó a través de los cuestionamientos de sus aliados políticos, en especial de César Gaviria. Porque, obvio, con Santos no se mete.
Es más interesante el Fajardo de esta semana que se sacudió del eje Goebertus-Lozano-López y empezó a defender su proyecto político. No cabe duda de que sabe que pasó de ser el plan A de Santos al B, pero que, si la candidatura de Gaviria no despega, volverá a recuperar el liderazgo.
Alejandro Gaviria, el juez ideológico, se autoproclamó como el único candidato de centro capaz de poner en práctica, según él, “una agenda reformista”. Todo esto sin lograr decir, hasta ahora, cómo es que lo piensa hacer.
La herencia del acuerdo de La Habana de Santos, aparte de las curules regaladas a los peores criminales, es que la guerra del campo se trasladó a las ciudades (como lo anunció Santos). Durante el paro nacional, el dinero del narcotráfico y del ELN financiaron las estructuras de las denominadas “primeras líneas”, que sitiaron ciudades y que aún hoy en día siguen causando estragos en Bogotá y Medellín. Colombia no logró la paz. Era imposible declarando a la mitad de los colombianos como enemigos de la misma. Y es justo esa mecánica narrativa la que pretenden ahora instaurar a través de Gaviria: que el centro, el de ellos, es la panacea.
Alejandro Gaviria, de hecho, en sus formas y maneras, es muy parecido a Claudia López. Ya todo el país ha podido comprobar el desastre de haber elegido a una santista e influenciadora de las redes sociales, casa peleas y que decía ser de centro como Gaviria. Es decir, un completo desastre.