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Enrique Gómez Martínez Columna Semana

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#LaPrensaMiente y la dictadura digital

De manera increíble, el país y la prensa insisten en ignorar la pregunta clave respecto de cómo se financia y despliega una campaña como la de #CaracolMiente o #LaPrensaMiente o muchos más esfuerzos digitales enfocados a desacreditar la prensa colombiana por atreverse a difundir noticias sobre conductas cuestionables o corruptas de Gustavo Petro, o simplemente informar sobre el deterioro constante de la seguridad en el país o la economía.

25 de septiembre de 2023

Evaluaciones privadas con base en Comscore, agencia de medición de pauta en redes sociales e internet, Gustavo Petro y sus manejadores de redes sociales gastaron más de 67.000 millones de pesos durante la campaña presidencial ¡solamente en la red social Facebook! Con solo su pauta en esta red social, Gustavo Petro excedió los topes de campaña ampliamente.

Claro que el Consejo Nacional Electoral no va a investigar estas violaciones usando la tecnología. Prefiere meter la cabeza en el suelo y mantenerse revisando la realidad ficticia de las cuentas claras de Gustavo Petro, en la cual tampoco los gastos cuadran, como lo evidenció el país en el reciente escándalo de los aportes de la empresa SADI SAS a su campaña y los falsos vuelos de los parlamentarios del Pacto Histórico.

Pasadas las elecciones, de nuevo con base en Comscore, mensualmente se pautan diferentes referencias de apoyos digitales a Petro en Facebook superiores a los mil millones de pesos mensuales.

Mas grave aún, después de la publicación por parte de Caracol Televisión de la nota de Ricardo Calderón respecto de la financiación de la campaña de Petro por el narco extraditado Juan Carlos López Macías, a. Sobrino, arreciaron los ataques contra este medio de prensa y muchos otros, en campañas digitales claramente coordinadas entre sí y que en parte confluyen en #LaPrensaMiente y otras sombrillas de acción digital.

Claro que previamente revista SEMANA ya había venido sufriendo brutales ataques en las redes derivados de sus diferentes coberturas periodísticas de sonados escándalos de Casa de Nariño como los Nicolás Petro o los asociados a los abusos de Laura Sarabia contra las empleadas de su entorno, las contradictorias versiones sobre cuánta plata le robaron a la jefe de gabinete, el sospechoso suicidio del coronel Dávila de Casa Militar o las infinitas implicaciones de las afirmaciones de Armando Benedetti sobre sus contribuciones a la financiación de la campaña presidencial de Petro.

Desde antes, incluso, esta revista y su directora han venido sufriendo el escarnio constante de la gavilla digital de Petro. Muchas revelaciones aterradoras como los petrovideos durante la campaña pusieron a SEMANA y a sus periodistas en el ojo de este huracán, que no por artificial deja de ser dañino para el tráfico de las versiones digitales.

Pero el daño mayor que se genera con estos huracanes digitales artificiales no es directamente perceptible y no se limita solo a las agresiones inusitadas, masivas y globales contra estos medios de prensa.

El alcance del activismo digital al que me refiero se construye con una base humana, parte de la cual se coordina a través de Activistas del Cambio, liderada entre otros por el oscuro ciberactivista Xavier Vendrel. Este grupo estuvo directamente vinculado a la campaña presidencial de Petro y otro de sus líderes; Andrés López la describió a la Silla Vacía como el corazón de la Colombia Humana. En la nota del mencionado medio digital se señala que este colectivo puede tener más de 83.000 activistas que a la vez fueron el corazón del monumental esfuerzo de control electoral del Pacto Histórico en las elecciones al Congreso y las presidenciales que, de acuerdo con mis propios estimados, pudieron representar en cada uno de estos comicios un gasto el día de la elección superior a los 10.000 millones cada uno entre testigos, supervisores y abogados en mesas y comisiones.

Activistas del Cambio sigue plenamente activo y opera en apariencia el dominio gustavopetro.co y continúa reclutando activistas en todos los departamentos del país.

No es posible en este momento relacionar Activistas del Cambio con campañas como #LaPrensaMiente, pero seguimos evaluando el enorme tráfico creado para cruzar los miembros de los comités departamentales de gustavopetro.co con los promotores de las más recientes acciones contra la prensa colombiana.

Pero además del activismo y los replicadores humanos, la prensa y toda la oposición vienen sufriendo poderosos ataques de ejércitos de bots en las diferentes redes sociales. En mis redes y las del Partido Salvación Nacional, una parte importante de nuestros recursos se consumen bloqueando cuentas falsas que de manera sistemática crean miles de falsos comentarios semanales. La prensa, sus periodistas y columnistas también reciben estos ataques sistemáticos, pero han preferido mirar para otro lado a pesar de las afectaciones que estos implican en la operación de los algoritmos y en la saturación de los seguidores reales frente a la constante acción de los bots.

Finalmente, y volvemos a la pregunta inicial, resulta imposible sostener las tendencias digitales de iniciativas como #CaracolMiente y otras o explicar su espectacular alcance sin pauta directa o indirecta.

En favor de gustavopetro.co se siguen gastando miles de millones de pesos mensuales en un sofisticado entramado publicitario que está efectivamente creando una realidad paralela para millones de crédulos colombianos que reciben millones de impactos diarios neutralizando las publicaciones periodísticas legítimas y libres, construyendo mitos y leyendas sobre Petro y, ahora, promoviendo movilizaciones y desmanes a instancias del Gobierno nacional.

La dictadura que viene empieza por la dictadura digital y sus primeras víctimas son la libertad de prensa y la libertad de expresión de la oposición. La pregunta indispensable es: ¿quién paga la cuenta de gustavopetro.co?

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