OpiNión
La siniestra trama detrás de “abudinear”
Podría parecer un detalle menor, pero la intervención de una entidad respetada legitimó de alguna manera la falaz acusación de ladrona, así no robara un peso.
Katherine Miranda y otros políticos de izquierda lo celebraron en su día como si fuese un exitoso invento suyo. El verbo “abudinear” les generó pantalla y contribuyó a dar la puntilla a Karen Abudinen por el escándalo de Centros Poblados y a poner contra las cuerdas al Gobierno Duque.
Pero gracias a las revelaciones del periodista Matthew Taibbi, que está analizando los pestilentes archivos secretos de Twitter, hemos descubierto que fueron simples fichas de una trama siniestra.
Ya no hay duda alguna de que el Kremlin metió sus garras en la campaña presidencial pasada. Sus armas en redes sociales acabaron con la ministra y su carrera pública, pero igual harán más adelante con cualquier otra persona que les convenga.
No olvidemos que solo persiguen favorecer intereses políticos internacionales del sanguinario Vladímir Putin, tales como desestabilizar las democracias occidentales y aumentar su influencia en Latinoamérica.
Una de las pruebas reinas de la estrategia que arrasó con Abudinen e hirió de gravedad al Gobierno Duque destapa un plan más sofisticado de lo que uno creyera. Y arroja luces sobre los enmarañados caminos que recorren para coronar sus propósitos.
Retrocedamos dos años. En Moscú desconocen la existencia de la entonces ministra Karen Abudinen. Pero el ejército cibernético del antiguo espía soviético, que ha fijado sus ojos en Colombia con la misión de empujar la candidatura de Petro, no desaprovecha el papayazo del monumental robo de Centros Poblados.
No digo que la extrema izquierda ganara gracias a Moscú. Solo que Moscú quería que venciera y aportó su grano de arena.
Después de varias fechas de ácidas críticas y tras un tsunami de trinos jugando con el apellido de la ministra, la RAE (Real Academia Española), ajena a las intenciones rusas, muerde el anzuelo.
En respuesta a una pregunta de un internauta, la prestigiosa entidad escribe en su cuenta oficial que “abudinar” y “abudinear” son “verbos de reciente creación, usados en el habla popular de Colombia con el sentido de ‘robar, estafar’”. Y opta por incluir los citados términos en la categoría “documentar”.
No toma la medida por el aluvión de trinos de Miranda y del Pacto Histórico. La razón de la autoridad lingüística española, que actúa con absoluta independencia, la sustenta en los millones de veces que aparece el verbo en Twitter, dando la impresión de que en Colombia “abudinear” formaba ya parte del argot popular.
Y es que los bots (perfiles falsos y hashtags) que creó Rusia fueron capaces, en el caso de Abudinen, de alcanzar a más de 90 millones de usuarios, un fenómeno que solo fue posible por los métodos delincuenciales que usa la tropa del Kremlin.
Resulta llamativo, entre otros hallazgos, el bot “Gallinazo con pedigree”. Creado en junio de 2021, su perfil detalla que tiene 6.156 seguidores. Fue tan activo que mandó 121.000 trinos.
Por supuesto que Karen Abudinen ha sido su diana favorita. Además de difundir trinos tipo “Ladrona hijoeputa ladrona”, “Abudinear: Quitar a una u otras personas dinero para usufructo propio”, multiplicó por millones varios hashtags tipo #Abudinear #Abudineodetierras.
Por eso la RAE creyó que “abudinear” estaba tan extendido que lo debía “documentar”, el escalón inicial para que una expresión de la calle termine en el diccionario. Podría parecer un detalle menor, pero la intervención de una entidad respetada legitimó de alguna manera la falaz acusación de ladrona, así no robara un peso. Además de afectar a cientos de personas con el mismo apellido.
Otro dato reseñable, en el análisis de las diez cuentas de creación rusa, es que en todas aparecen intercambios de trinos con Gustavo Bolívar. Con frecuencia apoyaban lo escrito por el exsenador y Bolívar solía retuitear lo de las cuentas falsas.
Si tanto les importara la corrupción, se habrían hecho eco, en esas mismas fechas, de una denuncia que hice en SEMANA sobre el robo que planeaban en La Guajira de 300.000 millones de pesos. Pero ni un trino les mereció.
Lo incomprensible, en todo caso, es que en un mundo donde las redes sociales son cada vez más determinantes, descubrir que Rusia tuvo una injerencia decisiva en el episodio de Abudinen no haga saltar las alarmas por lo que se avecina.
En las regionales y locales pueden hacer lo mismo contra cualquier candidato que no les convenga, y son elecciones más manipulables. Además de que no son los únicos hampones jugando en las profundidades de las alcantarillas virtuales a las que casi nadie tiene acceso y son pocos los expertos que comprenden sus enormes complejidades.
NOTA: Mi solidaridad con la valiente y rigurosa periodista venezolana Carola Briceño. Los hampones chavistas le están haciendo una peligrosa campaña de difamación en redes sociales en venganza por destapar estos días, en El Nacional de Caracas, información sobre quiénes manejan parte de la fortuna familiar del dictador Maduro.