Opinión
La tragedia cafetera solo recibe palabrería de Petro
Es impredecible cuánto durará la paciencia, tal vez estemos a las puertas de la explosión de un justísimo volcán cafetero.
El gobierno de Petro es el que menos ha hecho por la caficultura en tiempos difíciles.
La primera crisis fue en 1993. La devastación de la broca, sumada a la plaga de la roya, en un escenario de libre mercado global, hizo estragos. La movilización del gremio logró en 1995 la condonación de 120.000 deudas. Más tarde, en 2001, por la caída de precios, se entregó en compensación el Apoyo Gubernamental a la Caficultura (AGC) y en 2013, año crítico, se irrigó más de un billón de pesos con el Programa de Apoyo al Caficultor (PIC). Logros todos mediados por la lucha social de los caficultores.
En la dramática coyuntura actual del café, Petro y su Gobierno solo hablan carreta. Los datos son incontrovertibles. En la campaña de 2022 dijo que las exportaciones valían 5.000 millones de dólares, cuando nunca han llegado a 4.000; que Colombia era el quinto productor mundial, cuando realmente es el tercero; que la caficultura se salva si las cooperativas exportan grano procesado, cuando 12 de 31 tienen balances en rojo y 18 con margen operacional negativo sobre los ingresos; que la estrategia es la reforma agraria cafetera, mientras 550.000 productores en 850.000 hectáreas pierden plata, ahogados en las deudas. ¿Se aliviarían con más tierra?
Casó una pelea con la Federación de Cafeteros acusándola de ser la forma “como la oligarquía se robó el café” y obviar que las instituciones, la Federación y los fondos, Nacional y de Estabilización, son imprescindibles para proteger el minifundio mayoritario en la industria. Es por eso que los caficultores exigen democracia gremial, sin reelecciones; manejo transparente de los recursos y prácticas organizacionales, sin boato ni excesos, como corresponde a un gremio de ingresos modestos.
La verborrea no es exclusiva de Petro. La ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, aporta frases como que “los cafeteros no ahorraron en bonanza”; es decir, son culpables de la crisis. Pregona como proeza que destinó 50.000 millones de pesos para la renovación de cultivos, en el incentivo a la capitalización rural (ICR), cuando deben renovarse 120.000 hectáreas al año que valen cinco veces esa cifra.
El ministro Umaña, de Comercio, se mantiene impasible ante más de 2 millones de sacos de café extranjero de mala calidad, traídos en 19 meses, a bajísimos precios y con penetración del mercado interno de casi ciento por ciento. Sin contar el contrabando por trochas de Nariño, Huila y Putumayo, cuyo desbordamiento se sabe, excepto por Mr. Taxes, el director de la Dian, Luis Carlos Reyes, que niega el comercio ilegal.
Agréguese la cicatería del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, que rechaza cualquier respaldo fiscal porque, según él, es solo una coyuntura de “ajuste del mercado” e invita, para cesar las importaciones, a sembrar la variedad robusta, de inferior calidad y estructura productiva distinta, intensiva en capital.
Planeación Nacional, encargada en el Plan de Desarrollo de diseñar mecanismos para poner en marcha el Fondo de Estabilización de Precios (FEP), no ha hecho la tarea. En fin, la política cafetera petrista es simple verborrea.
Tanta indolencia cuesta hambre y sufrimiento en las zonas cultivadoras, que no viven de la demagogia ni de los desplantes presidenciales, sino, en primer lugar, de un precio interno rentable para su producto. Caficultores medianos que en el segundo semestre de 2023 produjeron 32 cargas de café en 5,5 hectáreas, vendidas por debajo del precio promedio de 1.350.000 pesos, perdieron 25 millones de pesos, a razón de 750.000 pesos por cada una.
De remate, la ministra Mojica cita una supuesta Asamblea Nacional Cafetera a cooperativas y asociaciones para inicios de abril sin el ministerio de Hacienda, ni Planeación Nacional, ni la Federación. “Es la oportunidad para seguir escuchando a quienes viven y sienten los cafetales” de los que llevará “propuestas” al Comité de Cafeteros (@minagricultura, 24/3/24). Petro, en tónica igual, invitó a “un tinto” en ese evento (@petrogustavo, 25/3/24) ¿Más palabrería?
Como si ignoraran las dolamas de la caficultura. El 13 de marzo, centenares de dirigentes de la Unión de Caficultores, acompañados del senador Richard Fuelantala, se movilizaron a la sede del Comité Nacional de Cafeteros y reiteraron en un documento los severos problemas y las demandas para solucionarlos. Hay también iniciativas parlamentarias sin respuestas y las mesas y diálogos fueron una burla.
Por ahora, fruto del plantón en Bogotá, se corrigió el inicuo mecanismo de compra, que solamente remuneraba el precio base al café pergamino que supliera 88 kilos para transformarse en 70 de grano verde, se subió a 94, un respiro. Los otros males se agravan y es impredecible cuánto durará la paciencia, tal vez estemos a las puertas de la explosión de un justísimo volcán cafetero.