OPINIÓN
La única historia
Los relatos únicos crean estereotipos y el problema con los estereotipos no es que sean falsos, es que son incompletos y convierten una historia en la única historia.
La escritora nigeriana Chimamanda destaca lo peligroso que puede resultar contar una única historia sobre una región o un grupo de individuos. Resalta lo tradicional en lo que se ha convertido contar cuentos africanos en occidente, refiriéndose a la África subsahariana como un lugar de negativos, diferencias, oscuridades, gente que en palabras del poeta Rudyard Kipling son mitad demonio, mitad niño. Sin duda África tiene muchos retos, pero también hay historias maravillosas que no se tratan de catástrofes o cuentos de ciencia ficción que valen la pena contar.
Los relatos únicos crean estereotipos y el problema con los estereotipos no es que sean falsos, es que son incompletos y convierten una historia en la única historia. Las estructuras de poder tienen la capacidad de definir la manera en que se cuentan las historias, quién las cuenta, cuándo las cuentan, cuántas se cuentan. Poder es no solo la capacidad de contar la historia de una región o persona, sino de convertirla en la historia definitiva.
Al igual que los cuentos sobre la África subsahariana. A lo largo de la historia en Colombia, las estructuras de poder han contado la misma historia sobre el litoral Pacífico. La narrativa de que es una región donde es imposible trabajar a causa de la corrupción, o lo complejo que resulta consensuar con las comunidades étnicas, o los altos costos de los proyectos de infraestructura a causa del aislamiento y características geoclimáticas del territorio, o lo complejo que resulta llevar a cabo una consulta previa, o el poco entendimiento de las políticas públicas diseñadas desde Bogotá, por parte de las comunidades y un sinnúmero de “obstáculos” adicionales.
Da la impresión de que pareciera ser tan natural el abandono y las brechas socioeconómicas del litoral, que el país en cierta medida ha normalizado dicha situación. Por ejemplo, el Chocó o Buenaventura solo están en la agenda nacional cuando se presentan levantamientos por parte de la sociedad civil reclamando condiciones de vida dignas, cuando se presentan inundaciones a causa del invierno y la de la pésima planificación territorial, cuando destituyen a un mandatario local o cuando están en “riesgo” los ecosistemas naturales.
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La crisis que actualmente atraviesa no solo Buenaventura, sino también los municipios del Chocó y el resto de los municipios del litoral Pacífico, reflejan la historia que el país ha contado durante toda su existencia sobre esta región. En las últimas décadas, algunos presidentes de turno “han intentado transformar” las realidades del litoral, a través de políticas públicas, programas y/o proyectos pensados desde el interior del país, con la lógica de que la periferia debe adaptarse a dinámicas aisladas y carentes de la realidad del territorio ¡No!
El país tiene que entender que en el litoral no solo hay instituciones gubernamentales del orden nacional, departamental y/o municipal. Sino también consejos comunitarios, resguardos indígenas y organizaciones de base con realidades y características muy particulares. Para transformar al litoral, primero hay que entenderlo y para ello es fundamental comenzar por trabajar desde la periferia con la base social y no desde el centro hacia la periferia.
El rezago del litoral Pacífico no solo está explicado por el abandono del Estado colombiano, sino también por las pésimas administraciones de un sinnúmero de mandatarios locales y de una sociedad que se ha demorado en implementar los mecanismos constitucionales para castigarlos de manera ejemplar. El desafío es claro: o los hijos del litoral Pacífico nos articulamos y actuamos con mucha determinación y autocrítica para transformar las realidades de nuestro territorio y contar nuestra propia historia, o las estructuras de poder que no entienden ni les interesa entender las dinámicas del territorio, seguirán haciendo lo mismo de siempre para lograr el desarrollo del litoral, es decir: nada.
Twitter: LeynerMosquera