JORGE HUMBERTO BOTERO

Opinión

La vorágine

Lo que ha vivido Colombia este año es una vorágine aterradora.

Jorge Humberto Botero
19 de diciembre de 2023

Publicada en 1924, la novela de José Estausio Rivera, es un hito de la literatura nacional. Vale la pena leerla de nuevo en la estupenda edición patrocinada por la Universidad de los Andes, que incluye un conjunto de documentos, antiguos y recientes, para colocarla en contexto. Narra las peripecias de Arturo Cova y su mujer Alicia por las llanuras del Casanare y por la región amazónica hasta que la selva los devora. En sentido metafórico, se sumieron en un “Remolino de gran fuerza e intensidad que se forma en el mar u otra extensión de agua por la acción del viento o las corrientes”.

Esto lo que hemos padecido este año. Hasta ahora las instituciones han resistido, unas mejor que otras, el embate. Me refiero a la Rama Judicial, al Banco de la República, a la Defensoría del Pueblo, a la Procuraduría, a los medios de comunicación. A un grupo notable de parlamentarios que no se han doblegado ante las prebendas. Mención especial merece la más reciente víctima, Martha Lucía Zamora, exdirectora de la entidad que defiende los intereses jurídicos del Estado. Recibió un reclamo inaudito: haberle dado prelación a la defensa de la ley en vez de a Petro. ¡Por ese motivo fue despedida!

Examinemos ahora los principales hitos de la política exterior:

La carta política acoge el derecho a la libre determinación de los pueblos: no aceptamos que ningún país interfiera en nuestras propias decisiones, pero, como es obvio, las autoridades nuestras no deben entrometerse en los asuntos de otros países.

Petro no acepta este principio. En vez de apoyar la remoción de un presidente golpista en el Perú, se pronunció en favor suyo. No sorprende que haya sido declarado persona non grata por su Congreso. Descontento por decisiones soberanas del parlamento, resolvió opinar sobre el proceso constituyente chileno; Boric, a pesar de proximidades ideológicas, lo trata con distancia para no provocar el malestar de la oposición. Lo mismo hace el Brasil luego de varios desplantes al final de una reunión multilateral. El Gobierno del Ecuador lo mira con evidente recelo. Sin necesidad alguna, armó una querella con el presidente de El Salvador.

Del lado opuesto, contamos con dos aliados impresentables: México, gobernado por un populista enemigo de la libertad de prensa, que en la actualidad intenta someter a la Corte que ejerce el control constitucional, y la Venezuela del dictador Maduro. Los actos de agresión que este adelanta contra Guyana no han sido descalificados por Petro, una posición insular en el mundo; comporta el desconocimiento de otro principio jurídico, el uti possidetis juris: debe preservarse la intangibilidad de las fronteras estatales que, de modo pacífico, se han mantenido durante largos periodos, sin perjuicio de que surjan disputas que deban resolverse mediante tratados, laudos arbitrales o por la Corte Internacional de Justicia.

El todavía ministro Leyva -o su sucesor- tendrá que explicarnos de qué manera este conjunto de acciones contribuye a la integración latinoamericana y del Caribe, que es otro paradigma constitucional.

Por fuera de la región, el hito más importante de la acción oficial ha consistido en negarse a condenar el atentado terrorista cometido por Hamás, un grupo que niega el derecho de Israel a existir. De esta manera, decidimos aliarnos con Rusia, China e Irán y, de manera tácita, en contra de Estados Unidos, los países de la Unión Europea e Israel, nuestros tradicionales aliados.

Para añadir sal a la herida, Petro resolvió establecer una similitud falaz entre la acción retaliatoria de Israel con las atrocidades de Hitler. Esa conducta debe ser criticada sin caer en ese ex abrupto, que ya generó reproches de los gobiernos de Alemania, Estados Unidos e Israel. A Petro no le preocupa que el abastecimiento de la fuerza pública depende de proveedores israelíes que no se pueden sustituir de un día para el otro. Un grave riesgo para la seguridad nacional.

En ejercicio de su imaginario liderazgo mundial contra el cambio climático, nuestro presidente ignora que ese fenómeno depende de tres factores interrelacionados: la revolución industrial, la aparición de nuevas formas de energía y del incremento de la población mundial. Para confundir con un sofisma la comprensión del problema afirma que el calentamiento global es consecuencia del capitalismo (como si la Unión Soviética y China no tuvieran responsabilidad alguna); y de que los ricos consumen -y contaminan- más, lo cual es verdad en cuanto al consumo per cápita, pero falso en términos agregados. Sencillamente, por cada rico que tiene un avión privado hay miles de pobres que consumen… y contaminan.

El activismo ambiental de Petro no ha producido resultados positivos, ni siquiera para evitar el desplome de su popularidad. En ninguna de las declaraciones que se emiten al final de las conferencias multilaterales se ha incluido un solo párrafo que acoja sus posturas apocalípticas. El acuerdo unánime en Dubái entre doscientos países procura la abolición progresiva de los combustibles fósiles antes de 2050. Las diatribas petristas contra el capitalismo no tuvieron respaldo.

Durante esa conferencia, el presidente dijo adherirse a un tratado promovido por un grupo de pequeños países insulares en riesgo por la elevación del nivel del mar. No tuvo en cuenta que carece de competencia para tomar esa decisión que corresponde al Congreso. Actúa bajo la creencia de “El Estado soy yo”. Se cree Luis XIV o Chávez.

Sumido en el delirio, ha propuesto a los países de nuestra región suspender de inmediato la exploración de hidrocarburos. Nadie lo tomó en serio. Sin embargo, para dar ejemplo al planeta ha decidido ordenarla para nuestro atribulado país. En vez de tratar de preservar nuestra autonomía energética, se anuncia que importaremos gas natural. Empieza a faltar porque el Gobierno decide que no queremos buscarlo. Un atentado contra el interés nacional.

Es obvio, pues, que el “gobierno del cambio” avanza a buen ritmo en la demolición de una política internacional construida a lo largo de muchas décadas.

Espero regresar a mediados de enero. Gracias a quienes me han leído.

Briznas poéticas. En el ambiente festivo de estos días, Gustavo Adolfo Garcés escribe: “La idea era / beber un poco / ponernos alegres / pero nos emborrachamos / en exceso / y lo que hicimos / fue tener una opinión / demasiado buena / de nosotros mismos”.

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