Opinión
“Las muñecas de la mafia”
Presidente Petro, somos muchas y no tenemos miedo. Su abusivo Gobierno no va a silenciar el reclamo legítimo de una sociedad agotada de su improvisación, la corrupción de su Gobierno y su falta de resultados. Exigirle que gobierne y haga su trabajo no debería ser, en una democracia, el primer paso para poner en riesgo a familias enteras.
En un nuevo discurso cargado de odio y estigmatización en contra de quienes no ha podido arrodillar, el presidente Gustavo Petro se refirió así a las mujeres periodistas del país: “(...) las periodistas del poder, las muñecas de la mafia”. Tal despropósito no pasó desapercibido por la opinión pública. Los medios de comunicación desplegaron la noticia y, con su ya acostumbrada habilidad para faltar a la verdad, Petro eligió de blanco al periódico El Nuevo Siglo para reprenderlo desde su trinchera en X: “No desinformes. Las periodistas no son muñecas de la mafia, pero la mafia ha tenido periodistas a sueldo”.
Luego de este regaño, publicó en sus redes sociales el discurso que había dado en Nuquí, alegando que los medios de comunicación querían censurarlo atribuyéndole frases que, según él, no había dicho. La verdad es que sí dijo: “Las periodistas del poder, las muñecas de la mafia”.
El discurso fue transmitido de nuevo el domingo, en el horario prime de la franja familiar, obligando a todo el país a ver el mensaje misógino, machista, discriminatorio y criminalizador del presidente que decía ser del pueblo, el luchador de la igualdad y del “progresismo”.
Su delirante discurso de odio caló, y las bodegas petristas empezaron a atacar a las periodistas de los medios de comunicación que no les gustan a los influencers del “cambio”. En mi caso particular, los mensajes internos en las redes se incrementaron con acusaciones falsas, amenazas, señalamientos e insultos. Los seguidores del presidente montaron imágenes con las fotos de las mujeres que las bodegas interpretaron como las “muñecas de la mafia”, y divulgaron nuestras caras con falsedades en contra de la honra, la dignidad, el derecho al buen nombre y el de nuestras familias, así como de nuestra propia seguridad. Este es el presidente que se esconde en X mientras estigmatiza a mujeres que andan por la calle sin esquemas de seguridad ni camionetas blindadas.
Después de la “alocución”, Petro siguió insistiendo en la difusión de su discurso de odio con otro mensaje en el que profundizó su señalamiento: “Cuando hablo de periodistas del establecimiento, hablo precisamente de quienes no están al servicio de la ciudadanía, sino de quienes están a sueldo de poderes oscuros, y su información depende del sueldo de quienes pagan”.
¿Cuál es la autoridad académica, moral, ética y profesional de Petro para dictaminar quién es un buen periodista? ¿Eso forma parte de sus funciones constitucionales y legales?
Mientras tanto, el muy triste influencer Walter Rodríguez, conocido en el mundo digital como @MeDicenWally, escribió este mensaje en la red social X: “El Presidente no se refería a todas las periodistas. Ellas son unas poquitas y saben quiénes son, porque lo son”. Pues resulta que este influenciador prepago tiene un contrato con RTVC por 45 millones de pesos por seis meses. Entonces, ¿este insulso y enigmático mensaje es a título personal, siguiendo una orden de su superior o como vocero autorizado de RTVC, reafirmando el decir del presidente Petro según el cual hay unas “poquitas” periodistas que son “muñecas de la mafia”? De verdad, ¿eso es todo lo que tienen para enfrentar la verdad que tantas periodistas valientes han sacado del barro de la corrupción en el que se hunden Petro y sus áulicos?
Las muñecas de la mafia fue una serie emitida en televisión nacional en 2009. El culebrón contaba la historia de un grupo de mujeres que se enamoraron de narcotraficantes colombianos y que se prostituían a cambio de dinero y lujos.
Entonces, en un delirio de “café de leche” al presidente de Colombia le dio por llamar prostitutas a las periodistas de los medios de comunicación que tanto le disgustan. Los seguidores de Petro, como siempre, lo defendieron con un melifluo discurso según el cual lo importante no era lo dicho, sino que las mujeres “nos habíamos sentido aludidas”. Otro acto de machismo, abuso y misoginia que lideran los acostumbrados bodegueros del presidente intergaláctico.
¿Acaso no dimensionan el riesgo en que ponen a muchas de nosotras y a nuestros hijos con estos irresponsables señalamientos? Si Petro conoce de la comisión de actividades delictivas, ¿por qué no las ha puesto en conocimiento de su fiscal favorita?
Con este ataque a la libertad de prensa y de opinión, el presidente de nuevo demuestra su talante tiránico, y con su discurso de discriminación, odio y terror hacia las periodistas Petro se pasa por la faja, como jefe de Estado y de Gobierno, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Carta Democrática Interamericana, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, los Principios de Johannesburgo sobre Seguridad Nacional, Libertad de Expresión y Acceso a la Información, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, solo por mencionar algunos. Y todos los “progres”, ¿callados?
La ira de Petro en contra de las periodistas es que muchas mujeres valientes se han atrevido a desafiar el poder hegemónico y patriarcal, develando los escándalos de corrupción del Gobierno de Petro y de su familia, que han demostrado que solo quería ser presidente para satisfacer su ego y la avaricia del círculo machista (de mujeres y hombres) que lo acompaña.
Presidente Petro, somos muchas y no tenemos miedo. Su abusivo Gobierno no va a silenciar el reclamo legítimo de una sociedad agotada de su improvisación, la corrupción de su Gobierno y su falta de resultados. Exigirle que gobierne y haga su trabajo no debería ser, en una democracia, el primer paso para poner en riesgo a familias enteras.