OPINIÓN

Las preguntas que hicieron falta en la consulta

¿No podrían los demás expresidentes imitar, si no a Belisario, al menos a Santos, e irse todos a Miami, a manejar carro en pantaloneta –a excepción hecha de mi tío Ernesto, claro, que no tiene Visa, solo Mastercard?

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
25 de agosto de 2018

Decidí votar la consulta anticorrupción el mismo día en que observé la foto de los tres expresidentes colombianos en el Hotel de la Ópera: ¿con que esa es nuestra lánguida versión de los tres tenores?, me pregunté: ¿seguimos condenados a que ellos mismos nos sigan gobernando? Me deprimía imaginar a Gaviria, a Pastrana, a Uribe, encerrados en una suite mientras se perdonaban insultos del pasado y se repartían el futuro, en un triste remedo del Frente Nacional: para el 2022, pactarán la presidencia de Simón Gaviria. Para el 2026, la de Santiago Pastrana (que pedirá la sede del Mundial, y entregará el país al ELN). En el 2030 el turno será para un uribista: puede ser para el venerable anciano Ernesto Macías, quien culpará a los chamanes castrochavistas, contratados por el senador Martín Santos, de los chiflones que se sienten a esa edad. En el 2034 el turno será nuevamente para un conservador: puede ser José Galat. 2038 para el hijo de Serpa, quien prometerá construir el metro de Bogotá. 2042: un nieto de Uribe. 2046: un conservador, bien sea un hijo de Santiago Pastrana, siempre y cuando siga reivindicando la economía cristiana, ideada por el todavía senador Álvaro Uribe, quien a sus 114 años seguirá escribiendo frases incendiarias desde la obsoleta red social de Twitter.

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Qué escenario tan triste, decía para mis adentros: ¿por qué no siguen el ejemplo de Belisario Betancur, el mejor expresidente de Colombia? Desde hace décadas se radicó en Barichara, en compañía de su mujer, la escultora Dalita Navarro, y desde entonces se ha dedicado al raro oficio de no molestar: no se viste con Crocs, no se encuentra de orinal a orinal con Donald Trump y presenta el encuentro como si fuera una cumbre; nada de presidir Unasur, nada de volverse amigo de Evo Morales. Jamás aliarse con “el primo de mi secuestrador”; nunca gritar entre gallos “Uribe mentiroso” antes de hacer pactos con Uribe. Dios bendiga al doctor Belisario que se pone las pantuflas, se dobla la cobija escocesa en los muslos y deja que pasen las horas sin trinar: ese es su aporte a la patria. A lo sumo recrea con su esposa, en el torno de arcilla, la escena erótica de la película Ghost mientras oyen a todo volumen la canción Unchained Melody. A veces recita, sí; y, más grave aún, a veces escribe poesía. Pero jamás se ha sentido moralmente impedido para renunciar, y moralmente habilitado para desrenunciar. Al revés: enfundado en su sudadera, dormita pacíficamente en su sillón de siempre, control remoto en mano, mientras observa La rosa de Guadalupe. Su gesto de mayor audacia consiste en aceptar el reto Corega. Ni siquiera en manejar carro en pantaloneta, como el expresidente Santos en Miami, según foto que publicó él mismo en sus redes sociales: he ahí un hombre grande, a diferencia de la pantaloneta que viste. Al menos está al margen de marrullas, si bien en el retrato parece conductor de Uber. Dios mediante Uribe le contrate un servicio, aunque bien se sabe que el Uber es blanco. Y a Uribe suelen moverlo móviles oscuros.

¿No podrían los demás expresidentes imitar, si no a Belisario, al menos a Santos, e irse todos a Miami, a manejar carro en pantaloneta –a excepción hecha de mi tío Ernesto, claro, que no tiene Visa, solo Mastercard? ¿Por qué algunos se quejan de que Santos se haya ido del país sin permiso, cuando es evidente que el lío empieza, no cuando los expresidentes se van, sino cuando se quedan?

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Digo que cuando observé la foto de los tres expresidentes decidí votar la consulta anticorrupción, porque es una manera de combatir lo que ellos representan. O cambiamos o nos cambian, dijo Valencia Cossio antes de eternizarse en el poder a través de su hijo. Por eso votaré siete veces sí a las preguntas del tarjetón, y pido que agreguen estas otras, para que también cuenten con respuestas afirmativas:

* ¿Aprueba usted que se sancione a los dirigentes futbolísticos que revenden boletas obligándolos a escuchar los partidos de la selección en la voz de ‘el cantante del gol’?

* ¿Aprueba usted prohibir a los expresidentes lanzar propuestas populistas, como aumentar el salario mínimo, mientras se encuentran sub judice?

* ¿Aprueba usted contratar con dineros públicos al Padre Chucho para que exorcice el Congreso, como parte de nuestra economía cristiana?

* ¿Aprueba usted otorgar el pañuelo por cárcel al senador que, bachiller o no, sea capturado por las cámaras de TV hurgándose las narices?

¿No podrían los demás expresidentes imitar, si no a Belisario, al menos a Santos, e irse todos a Miami, a manejar carro en pantaloneta –a excepción hecha de mi tío Ernesto, claro, que no tiene Visa, solo Mastercard?

* ¿Aprueba usted castigar al candidato que, cuando está solito, promete bajar impuestos, pero cuando gobierna decide subirlos?

* ¿Aprueba usted sancionar a todo congresista que se robe el mecato a sus compañeros de bancada?

* ¿Aprueba usted prohibir a todo expresidente que haya fracaso en un proceso de paz, criticar el éxito de otros procesos de paz?

* Para decirlo en términos de animales: ¿aprueba usted derogar la costumbre de que todo expresidente, por lobo, burro o elefante que sea, deje un delfín en el poder?

* ¿Aprueba usted confinar, sin excepción, a los expresidentes colombianos en un pueblito santandereano, sin internet ni prebendas, pero con dotación de pantaloneta, por si quieren manejar un Uber?

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