OPINIÓN

Lecciones de inteligencia militar

Cabría preguntarse si Andrés Sepúlveda fue el vaso comunicante entre Inteligencia Militar y la campaña de Zuluaga. Si el animal tiene alas de pato, camina como un pato y grazna como pato… es un pato.

Jorge Gómez Pinilla, Jorge Gómez Pinilla
26 de mayo de 2014

El pasado 29 de abril publiqué aquí mismo una columna (Hay una fiera herida) en la que decía: “el presidente Santos se mueve en un terreno de arenas movedizas, donde es el Comandante en Jefe de unas fuerzas que le deben obediencia por simple cadena institucional de mando, pero la lealtad parece estar en el otro lado de la balanza, el de su mayor ‘enemiguis’.”
 
Todavía no había estallado el escándalo por el video cuyo conocimiento no arroja dudas sobre los estrechos vínculos entre el hacker Andrés Sepúlveda y la campaña del Centro Democrático, y que comprometieron al candidato Óscar Iván Zuluaga al punto de verse obligado a sugerir que él no es el que allí aparece. Estrambótico asidero del que se había agarrado para distraer la atención, hasta que al incorregible y muy bocón Pacho Santos se le dio por decir que "sí claro, nosotros no negamos eso" (que el del video es Zuluaga).
 
El punto está en que ese video –testimonio de una reunión entre Zuluaga y un espía cien por ciento uribista que quería regalarle en bandeja de plata el fracaso del proceso de paz- es la prueba ineludible de que el candidato presidente Juan Manuel Santos se mueve en un tablero de operaciones donde algunos de sus caballos, alfiles o torres parecieran buscarle la zancadilla. De paso, ello explicaría por qué su (primera) dama salió a batirse “a dentelladas secas y calientes” en correrías por todo el país, para evitar que le destronen a su rey.
 
La pregunta de fondo –que muy pocos han querido hacerse- es si Andrés Sepúlveda es o no un agente de inteligencia militar, en consideración básicamente a que si el animal tiene alas de pato, camina como un pato y grazna como pato… es un pato.
 
Al respecto habría que preguntarse por ejemplo a qué obedece el silencio del estamento militar, que no salió a condenar con la verticalidad que le caracteriza la actuación de un individuo de quien todavía no se tiene muy claro si vendía o más bien recibía (o si en ocasiones les vendía y en otras recibía) información de inteligencia del Ejército, en una estela de actuación que lo ubica además por los pasillos de la sala Andrómeda.
 
La atención también hay que centrarla en el segundo hacker que saltó a la palestra, Carlos Escobar, con quien según artículo de Las 2 orillas, Sepúlveda trabajaba en llave. Se trata de alguien que reúne el mismo perfil cien por ciento uribista (“le manejo la cuenta a Álvaro Uribe Vélez”, “le hacemos seguimientos a guerrilleros”), y le dijo a ese medio que manejaba entre muchas otras la página alvarouribesenador.com (algo que Uribe no desmintió), suplantó al periodista William Calderón desde la cuenta de Twitter @LabarcaCalderon y generó desde allí un bullying informático contra Daniel Coronell (feroz opositor del expresidente Uribe), y según una fuente de la campaña de Francisco Santos a la candidatura del Centro Democrático, fue llevado por Tomás Uribe Moreno a las oficinas del exvicepresidente para que le manejara las redes sociales.
 
No deja de ser llamativo que este Escobar también estuvo vinculado con Andrómeda, lo mismo que un tercer hacker, Yesid González Arango, a quien Andrés Sepúlveda luego de su captura relacionó en confesión a la Fiscalía como uno de los contactos  que tenía con esa sala clandestina de inteligencia. Y González Arango, vaya casualidad, trabaja actualmente en el comando de las Fuerzas Militares, como le reconoció en días pasados a Blu Radio el comandante de la FAC, general Guillermo León: “Él es un agente de inteligencia nuestro, civil. Se encuentra en funciones en el Comando General de la Fuerzas Militares, es decir pertenece a la Fuerza Aérea, pero su trabajo está realizándose en el comando general”.
 
En este contexto de relaciones ‘pecaminosas’ entre Ejército y espías cabría formular otra pregunta, y es si Andrés Sepúlveda fue el vaso comunicante entre Inteligencia Militar y la campaña de Óscar Iván Zuluaga, quien en el video muestra gran interés en lo que el hacker le cuenta sobre “la isla”, nombre en clave que manejaban para referirse al proceso de paz. Como dice La Silla Vacía, “el video prueba que Zuluaga no solo sabía quién era el hacker, sino que éste manejaba información de inteligencia militar y tenía contactos en ese mundo. Es decir, sabía que manejaba información reservada”.
 
Un último elemento a considerar tiene que ver con la filtración a Álvaro Uribe de las coordenadas del lugar donde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) facilitaría el traslado de un miembro de las Farc a Cuba, y al comienzo del gobierno de Juan Manuel Santos la revelación por parte de su primo de las conversaciones secretas que se adelantaban con esa guerrilla, y en días recientes –horas antes de que ese grupo anunciara desde La Habana el cese al fuego- el trino del infatigable @AlvaroUribeVel contándole al país que eso ocurriría. Esto indica sin lugar a dudas que fuentes de inteligencia militar le vienen ‘copiando’ a Uribe de todos los pasos que da su sucesor, y el informe que en el video le rinde Sepúlveda al candidato de Uribe sobre el proceso de paz se ajusta al dedillo a todo lo hasta aquí descrito.
 
Es de esperar entonces que la Fiscalía tenga herramientas y autonomía para investigar si los hackers Andrés Sepúlveda, Carlos Escobar y/o Yesid González –para mencionar solo los tres casos que ya se conocen- espiaban o le sacaban información a las Fuerzas Militares, o si no sería más bien que los mismos aparatos de inteligencia de estas espiaban y hostigaban la campaña de Juan Manuel Santos “en cumplimiento de la misión”, o sea de las directrices trazadas hace más de una década por la política de Seguridad Democrática de su 'mejor amiguis', Álvaro Uribe Vélez.
 
DE REMATE: Los que votaron “ni Santos ni Zuluaga” fueron los grandes derrotados en la primera vuelta. Crecieron a la bestia uribista. Ganó el "usted a mí me respeta" de Zuluaga a Santos. Ah, y otra cosa: esta elección confirma la urgencia del voto obligatorio. Una primera vuelta con un 64 por ciento de abstención debería considerarse ilegítima.
 
En Twitter: @Jorgomezpinilla

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