OpiNión
¿Libertad a medias? No
Hoy el enemigo de los medios está en la Presidencia. Con un poder de intimidación mucho más sutil, pero mucho mayor que el de Escobar.
Hace apenas una semana, un grupo de indígenas de la minga se tomó la revista SEMANA. No pudieron subir y causar más daños e, incluso, secuestrar personal, como lo hacen con los militares, porque lograron bloquear los ascensores y las puertas de las escaleras. Pero el mensaje que dejaron es claro: ustedes son una amenaza al gobierno de Gustavo Petro y acá se los hacemos sentir.
Una bomba a un periódico por parte de Pablo Escobar manda el mismo mensaje: ustedes son una amenaza personal y a mi negocio, y así se lo hacemos sentir. Los que no vivieron esos momentos de terror y los que no entienden la fragilidad del periodista frente a las amenazas, como sí nos tocó a nosotros en los ochenta y noventa, se escudan en que estas son protestas sociales. No, son amenazas claras y un mensaje de intimidación a quienes ejercen una de las libertades más importantes en la democracia, la libertad de expresión.
No se equivoquen, así comienza la muerte de la democracia. Miren cómo sucedió en Venezuela, donde las amenazas y presiones de grupúsculos que se decían independientes del Gobierno intimidaron a periodistas, se tomaron medios y luego el Gobierno actuó y acabó con la libertad de prensa. La fórmula que nos quieren imponer en Colombia es idéntica a la de Venezuela, y, la verdad, la vocación democrática del actual primer mandatario deja mucho que desear. Si a lo sucedido en SEMANA le sumamos lo dicho por la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, cuando avaló la toma al decir que este hecho “es un llamado para que los periodistas no sean incendiarios”, pues queda claro que la mano del Gobierno, implícita o no, está detrás de este episodio.
Ya las distintas menciones directas y amenazantes del presidente Petro contra la directora de este medio, Vicky Dávila, la ponen en grave riesgo y generan una intimidación brutal a todos los que allí trabajan. Ahora, con la toma violenta de la minga, se confirma que SEMANA, Vicky y quienes allí trabajan están amenazados. La marioneta de Petro y su candidata a la Corte Suprema, Cielo Rusinque, también salió a darle a SEMANA. “Jamás justificaré la violencia, pero un vidrio se repone, más difícil reparar reputaciones destruidas por difamaciones, prejuicios y perjuicios generados por falsas informaciones. La persecución sistemática desde un medio de comunicación también es una forma de violencia”, dijo. ¿Estará hablando de Nicolás Petro, de Laura Sarabia o del ‘pobrecito’ financiador de la campaña Santander Lopesierra? Se le olvida a esta experta en leyes que hay mecanismos legales –enfatizo LEGALES–, rápidos y efectivos para contrarrestar esas supuestas difamaciones y requerir rectificaciones sobre información falsa. Pero no, eso no importa, un vidrio se repone, pero es mejor que queden los periodistas y el medio amenazados. Todo se justifica. ¿Se imaginan esa señora con el poder de un magistrado? Dios nos libre.
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La prensa en Colombia ha vivido momentos terribles: la bomba a El Espectador y a Vanguardia Liberal, el secuestro de periodistas –entre los que me incluyo como víctima– y el asesinato de periodistas como Guillermo Cano, Jorge Enrique Pulido, Raúl Echavarría, para solo mencionar algunos. Esa historia que nos tocó vivir y que las bodegas de Petro nunca conocieron nos da toda la legitimidad para comparar lo que hoy sucede en el Gobierno y sus amigos contra la prensa y estos momentos terribles de violencia de los narcos.
El fin es el mismo: callar a los medios e intimidar a los periodistas. Y acá la proporcionalidad no cabe, pues no hay libertad a medias. Claro, quienes se ocultan tras un trino no saben lo que es salir a la calle a cubrir una manifestación donde la hostilidad contra los medios que Petro y sus amigos crearon genera físico temor en los periodistas. Y tampoco vivieron los tiempos cuando salir de casa para el trabajo como periodista era no saber si regresabas. Un día yo no regresé y estoy vivo de milagro.
La falta de solidaridad de los medios con este caso no deja de sorprenderme. Hoy es SEMANA, mañana van a ser ellos, sobre todo, si se salen con la suya. Todos están en peligro, no se hagan ilusiones. ¿Acaso se les olvida cómo actuamos cuando las amenazas y ataques de Escobar arreciaban? ¿Olvidan que un día no hubo información en ningún medio, radio o prensa y televisión tras el asesinato de Cano? ¿Olvidan cómo todos los medios publicaban el mismo día y sin nombre la misma investigación sobre el narcotráfico o Pablo Escobar para que no se supiera quién la había escrito y no pudieran amenazar o asesinar a los periodistas que lo escribían? Fue el mejor momento del periodismo colombiano. Mostró la garra, el sacrificio y la capacidad creativa para enfrentar un enemigo.
Hoy el enemigo de los medios está en la Presidencia. Con un poder de intimidación mucho más sutil, pero mucho mayor que el de Escobar. Y lo usa sin ningún reato de conciencia. Claro, no ha llegado a cerrar medios, pero todavía es temprano en el Gobierno. Quizás por eso no hay la solidaridad por temor a que les quiten las franquicias de radio y televisión, que son concesiones del Estado. No hay otra explicación. ¿O sí? ¿Será que vamos a acabar acá con amigos del Gobierno comprando medios, como lo hizo Gorrín en Venezuela? ¿Quién es el Gorrín de Petro? Pronto lo sabremos, pues esto apenas empieza y la actitud pusilánime de los medios frente a esta amenaza abre esa puerta.