OPINIÓN
Llegó el momento de voltear los ojos de la política en Colombia alrededor de las mujeres
Colombia requiere con urgencia un cambio de rigor en las formas de hacer política y en especial, de cómo gobernar nuestro país, en medio de la incertidumbre y la extrema polarización, podría resultar refrescante una propuesta en cabeza de alguna mujer que reivindique décadas de desigualdad e injusticia.
No nos engañemos, Colombia históricamente ha sido un país con una marcadísima desigualdad en toda órbita entre el hombre y la mujer, solo basta con mirar las absurdas diferencias de género previstas en los cuerpos normativos de la génesis de nuestra república, en los que la mujer era tratada como una especie incapaz de pleno derecho, sometida personal y patrimonialmente al yugo de la potestad marital, en la que prácticamente la capacidad de goce y disfrute era arrebatada de tajo a la mujer, pues una vez contraía nupcias, su cónyuge, por mandato legal, asumía la total administración de su patrimonio, colocándola al mismo nivel de incapacidad de los hijos menores de edad.
Solo a mitad del siglo XX se habilitó la plena capacidad de la mujer en el régimen civil, mediante la promulgación y expedición del Acto legislativo No. 3 de 1954, norma que reconoció la igualdad de derechos y obligaciones entre hombres y mujeres, y que no solo reivindicó estos aspectos de carácter civil, sino que le permitió a la mujer ejercer derechos fundamentales, como los derechos políticos, los cuales fueron ejecutados por célebres mujeres que ocuparon en Colombia por primera vez dignidades y responsabilidades que siempre habían sido reservadas para el sexo masculino. En 1955 la señora Josefina Valencia Muñoz, se posesionó como primera gobernadora del departamento del Cauca, siendo la primera vez que una mujer era designada por el presidente de la república para tales menesteres, después de una exitosísima gestión, la Dra. Valencia Muñoz fungió como ministra de Educación durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, siendo la primera mujer en ser parte del alto gobierno en la historia de Colombia, acto seguido, para el periodo legislativo de 1958 a 1962, la Dra. Esmeralda Arboleda, compañera de gestas de Josefina Valencia, logró llegar al Senado de la república, siendo la primera mujer elegida en Colombia para desempeñar un cargo de elección popular, quien también se desempeñó como ministra de Telecomunicaciones durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo.
La vigorosa entrada de la mujer en Colombia desde mediados del siglo pasado, marcó un innegable derrotero de liderazgo y gestión que ha traído mucho beneficio para nuestra organización social, poco a poco, la mujer en Colombia empezó a convertirse en parte fundamental del desarrollo y la prosperidad económica de nuestro país, sin darnos cuenta, carreras otrora estrictamente desempeñadas por hombres, pasaron a ser comandadas por mujeres, qué hablar hoy de las facultades de derecho que cada día parecen más femeninas que mixtas; son cada vez más las jueces, las fiscales, las árbitros de los principales centros de arbitraje del país y las socias senior en prestigiosas firmas de derecho, las que marcan los lineamientos de las ciencias jurídicas en nuestro país.
Hoy por hoy, el protagonismo empresarial de la mujer es incuestionable, importantísimas entidades financieras y del sector real son presididas por mujeres, que a su turno colmaron los diversos espacios de gobierno corporativo de las principales compañías de Colombia, las cuales hoy en día tienen en sus juntas directivas a mujeres de todo tipo de formación profesional, así mismo, los medios de comunicación en Colombia y en especial la compleja tarea del periodismo es ejercido principalmente por mujeres, que sin lugar a dudas han logrado posicionarse como referentes de la profesión.
Actualmente la gestión académica e investigadora en Colombia es dirigida en gran parte por excepcionales profesionales mujeres, que con su excelencia han logrado destacarse en un escenario que hasta hace unos pocos años era sinónimo de masculinidad, y donde era casi impensable la participación femenina.
Si bien lo que aquí mencionamos es indiscutible, en nuestro país existe un verdadero vacío por suplir, y es la necesidad de la llegada al poder de una mujer; una verdadera revolución femenina. Nos pareció fascinante y nos llena de ilusión escuchar a Ángela María Robledo y Francia Márquez, quienes desde la histórica ciudad de Honda, lejos de un lenguaje de polarización y de odio, le presentaron al país una propuesta que tenemos que analizar con seriedad y detenimiento, y que, sin duda, constituye una verdadera opción, lejana al mismo discurso que ha gobernado a nuestro país durante siglos.
Compartimos el llamado a la reivindicación y a la materialización de un cambio drástico de nuestra lectura de poder, ¿por qué no plantear una fórmula en cabeza de mujeres para darle a Colombia un nuevo aire?, una nueva lectura de poder público que gobierne con total entrega y honradez como lo suelen hacer estas dirigentes que reitero admiramos, y que no solo se deben limitar o circunscribir a las aquí mencionadas, sino también a importantísimos nombres como los de Marta Lucía Ramírez, Elsa Noguera, Paloma Valencia o Angélica Lozano, María Consuelo Araújo o la actual ministra de Transporte, la Dra. Ángela María Orozco, en fin, todo un listado de mujeres de las más importantes características profesionales y de la más diversas orillas políticas, que estamos seguros harán diferencia.
Es fundamental consolidar un nuevo escenario que busque avanzar en el propósito de devolver la esperanza a una patria abandonada y sumida en la corrupción y la ausencia total de valores en la justicia, flagelada por la violencia y la tragedia del narcotráfico.
Es menester reconformar la idea de una Colombia decente y bien gobernada, Es apenas justa la necesidad de un cambio drástico, es necesario convocar una gran convención nacional de mujeres para la configuración de un país en paz, con justicia, próspero y garante de la democracia e igualdad.
Las mujeres en Colombia necesitan una oportunidad, requerimos de su tenacidad, de su temple, es momento de un cambio drástico, si bien actualmente ciudades como Bogotá, Santa Marta y el departamento del Valle del Cuaca, son dirigidos y gobernados por mujeres, hay lugares de nuestra geografía en los que jamás ha habido la más mínima cuota de participación femenina, de ahí la importancia de lograr un verdadero balance y ajuste que permita no solo en el alto gobierno, sino en las entidades territoriales, en las secretarías de despacho, los órganos de control, los concejos y las asambleas una participación paritaria de la mujer en Colombia. Los hombres hemos gobernado la república históricamente y tal vez llegó el momento de darle el poder a las mujeres para que logren materializar lo que tal vez en casi 200 años de vida republicana, ningún hombre ha logrado.