Salud Hernández

Opinión

Llevan a los militares como ganado al matadero

Para este Gobierno, las graves fallas en el campo de batalla, si afectan a militares, no son relevantes ni motivo de sacar a nadie.

Salud Hernández-Mora
15 de marzo de 2025

Fue un terrible error. Nadie que conozca la zona habría permitido que el presidente anunciara el desplazamiento de una unidad militar en su cuenta de X. Menos aún cuando transportaban a un grupo de soldados en un camión desprotegido, como si fuesen ganado, y sin asegurar antes el terreno.

La masacre de cinco uniformados y otros 16 heridos en la carretera que conduce de Balboa a Argelia exige que sus mandos asuman la responsabilidad del desastre, igual que Gustavo Petro. Cuando recorres los 39 kilómetros entre ambas poblaciones, sabes que entras a territorio Farc y que nadie llegará a socorrerte a tiempo en caso de que decidan cometer alguna atrocidad.

Lo inaceptable es que, conociendo esa realidad y en un momento de cruento enfrentamiento entre Ejército y guerrilla, los uniformados viajaran como un paseo de olla. Más aún cuando el convoy lo formaban 17 vehículos, con lo que aumentaban las posibilidades de éxito de un atentado criminal. Y había un factor adicional clave: el Ejército se aprestaba a instalar un puente provisional para sustituir al destruido por las Farc días antes en el área rural de Argelia.

“La misión se cumple como se tenía planeado y el puente (militar) se inaugura el 15 de marzo”, declaró el nuevo ministro de Defensa. Como si fuese más importante la estructura metálica y la apariencia de presencia estatal que las vidas de dos sargentos y tres soldados. Lo lógico habría sido, antes de ofrecer 300 millones por los autores de la matanza, otro signo denigrante para el Ejército, anunciar nuevas medidas de seguridad para los militares que seguirán yendo por esa misma vía mil veces más.

No haber tenido en cuenta la probabilidad de explosivos en la carretera, modalidad terrorista común en Arauca, ni poner los medios para evitarlo, así demorara el puente, tendrían que considerarlo una equivocación garrafal del alto mando encargado de la maniobra. Pero ya conocemos que, para este Gobierno, las graves fallas en el campo de batalla, si afectan a militares, no son relevantes ni motivo de sacar a nadie.

Tampoco entiendo que el ministro Sánchez, que ni era petrista ni es enemigo de las FF. MM., a diferencia de Iván Velásquez, alegue que en la zona operan el ELN, la Segunda Marquetalia, la Carlos Patiño de las Farc y “organizaciones criminales extranjeras”, falsedad destinada, supongo, a encubrir las mentiras de Petro. El presidente inventó, en una de sus delirantes disertaciones, que hay mexicanos peleando en el terreno. Pero una cosa es que carteles de México compren cocaína en el cañón del Micay y otra distinta, que su tropa combata como si fuesen guerrilleros.

Además de que todo apunta a las Farc como autores de la matanza, puesto que son los únicos en Argelia que confrontan al Estado. A la Nueva Marquetalia no le interesa atacar a unos militares que no los persiguen, y el ELN solo sobrevive allá bajo el ala de la banda de Iván Márquez. Desconozco por qué Sánchez no habla claro para empezar a diferenciarse de su nefasto antecesor.

Tampoco le conviene comenzar su mandato amenazando con cárcel a quienes filtraron el informe, publicado en SEMANA, de un grave yerro militar cuando lideraba las Fuerzas Especiales. Tiene suerte de pertenecer a un Ejecutivo que no se inquieta por los reveses militares y desprecia al mundo castrense, como el propio ministro pudo evidenciar en la solemne ceremonia en la que asumía el cargo. Con absoluta falta de respeto, el ex-M-19 pasó más tiempo mirando y escribiendo en su celular que atendiendo dicho evento.

Puestos a cambiar el rumbo, si es que Pedro Sánchez se atreve, que prohíban de inmediato la manera troglodita de transportar la tropa. Los tratan como ganado camino del matadero. De ahí que fuese inaudito que siguieran en las mismas después del trágico accidente en la vía Barbacoas a Junín tres semanas antes de la masacre. Nada menos que ¡33 soldados! iban parados en un vetusto camión sin frenos que rodó por el abismo. Que ocho de ellos murieran y 16 resultaran gravemente heridos sería motivo suficiente para exigir renuncias. Lo decepcionante es que ningún alto oficial dimitiera por su propia cuenta.

Aunque se tratara de otra zona roja, no era tan peligrosa en las fechas del siniestro. Pero nada justifica que no adoptaran mínimas precauciones ni les inquietara el vergonzoso sobrecupo.

La paradoja es que la carretera la construyeron los ingenieros militares tras la original “huelga de piernas cruzadas” –hoy en día, Fundación con el mismo nombre– que protagonizaron un puñado de mujeres de Barbacoas. Cansadas de la pésima vía destapada, consiguieron atraer en su día la atención nacional y no cejaron en su lucha hasta lograr que comenzaran las obras. Lo indignante, cuando recorres el trayecto, es que hayan pasado 15 años y, preciso, falte por pavimentar el punto donde se accidentaron por tratarse de un trecho complicado y más costoso de hacer.

Tristeza produce la desidia frente a la vida de nuestros militares.

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