OPINIÓN
Lo que da la tierra
El día de los inocentes, el 28 de diciembre de 2007, el municipio de Mosquera pagó 245 millones de pesos por una casa que costaba un poco más de 11 millones
Muchas desgracias ha sufrido el municipio de Mosquera últimamente. Una de las peores tiene nombre. Se llama Álvaro Rozo Castellanos. Rozo es un empresario y político, con escasas fronteras entre sus dos actividades. Elegido dos veces alcalde de Mosquera, más que el gamonal parece ser el dueño del pueblo.
La historia que les contaré no sucedió en un paraje apartado de Colombia. Ocurrió en este municipio situado a cuarenta minutos de Bogotá.
En 2004, el entonces alcalde de Mosquera, Álvaro Rozo, vendió una casa por cincuenta millones de pesos. Un tiempo después la compradora, María Yaneth Rodríguez, le arrendó la propiedad al municipio, representado por el mismo alcalde Rozo. (Ver contrato de arriendo)
El generoso contrato de arrendamiento consagraba que las mejoras del inmueble serían pagadas por los contribuyentes y que cada mes, doña María Yaneth recibiría dos millones de pesos -el 4 por ciento del valor del inmueble- como canon de arrendamiento.
Después de varios contratos y cuando la compradora había librado de sobra el precio que -según los registros- pagó por la casa, ella decidió venderla.
El comprador fue el propio municipio de Mosquera que le pagó a la buena señora casi cinco veces el valor por el que había comprado la casa, tres años antes. (Ver venta)
El día de los inocentes, el 28 de diciembre de 2007, cuando faltaban 72 horas para que terminara el mandato del alcalde Rozo, el municipio de Mosquera pagó 245 millones de pesos por una casa que costaba un poco más de 11 millones de acuerdo con la secretaria de Hacienda municipal. (Ver avaluo)
La escritura no la firmó Álvaro Rozo. Dos días antes había sido encargado de la Alcaldía Luis Ignacio Cristancho, secretario de Gobierno y hombre de confianza suyo.
El título da fe de la celeridad del trámite. La casa había sido convenientemente incluida en el plan de inversiones de Mosquera para 2007. El tesorero municipal expidió la certificación para la compra el 26 de diciembre de 2007 y el 28 ya estaba firmada la escritura.
Ese documento público también muestra algo que está oculto en otros: la identidad del dueño original del predio. El punto segundo de la escritura dice textualmente: "Este predio fue adquirido por el exponente vendedor por compra efectuada al señor José Álvaro Rozo Castellanos según consta en la escritura (…) del 31 de diciembre de 2004". (Ver verdadero vendedor)
Curiosamente, en el certificado de tradición y libertad no figura como vendedor Álvaro Rozo, sino la Empresa de Vigilancia y Seguridad El Faro Limitada. (Ver El Faro)
La Fiscalía ha investigado a Álvaro Rozo por presunta celebración indebida de contratos en la compra de otros predios para la construcción de un colegio público que -por casualidad- firmó Luis Ignacio Cristancho como alcalde encargado.
Mosquera perdió 2.000 millones de pesos en esa operación donde una compañía de inversiones y construcciones -a la que presuntamente estuvo vinculado Rozo- vendió las propiedades al municipio hasta por ocho veces su valor original.
Según El Espectador hay indicios de que Rozo en su primera alcaldía incluyó en el Plan de Ordenamiento Territorial el proyecto de construir un colegio en esos lotes. Luego los compró baratos y los vendió a un familiar de un socio suyo, quien posteriormente se los revendió al municipio por sumas exorbitantes.
También en la administración de Rozo fue expedido el Plan Parcial, que permitió que unos terrenos en los que tienen intereses los hijos del entonces presidente Álvaro Uribe se convirtieran en zona franca.
Meses después, una empresa de los hijos y los hermanos de Rozo le compró -a muy buen precio- a la sociedad de los señores Uribe, terrenos aledaños a la zona franca.
A Álvaro Rozo no le ha sucedido nada. Aspira a que, el mes entrante, Mosquera lo elija alcalde por tercera vez. Su candidatura tiene el aval del Partido Liberal, del Conservador y de Cambio Radical.